Voluntarismo en cifras
El presupuesto de 2013 sobrevalora los ingresos e infravalora el coste del aumento del paro
El an¨¢lisis detallado de las partidas de los Presupuestos Generales del Estado contradice la afirmaci¨®n del ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, de que 2013 ¡°ser¨¢ el ¨²ltimo a?o de la recesi¨®n¡±. No solo es poco probable que tan venturoso pron¨®stico se cumpla, sino que cabr¨ªa a?adir que si efectivamente el a?o pr¨®ximo es el comienzo de una recuperaci¨®n, no ser¨¢ gracias a los presupuestos presentados ayer en el Congreso. El escepticismo presupuestario se fundamenta en el intenso crecimiento de la deuda p¨²blica (pasar¨¢ del 85,3% en 2012, porcentaje ya revisado al alza, al 90,5%), debido principalmente a las ayudas p¨²blicas a la banca; un descenso de la inversi¨®n en infraestructuras del 15%; el descenso de las ayudas al desempleo, calculado en el 6,3%, circunstancia que comprimir¨¢ un poco m¨¢s el consumo; y el recorte de la sanidad (m¨¢s del 28%).
La distribuci¨®n de recortes del gasto y de las previsiones de ingresos suscita adem¨¢s un sentimiento inc¨®modo. Se califica el presupuesto de ¡°marcadamente social¡±, a pesar de que descienden las prestaciones por desempleo en un marco coyuntural recesivo, que l¨®gicamente llevar¨¢ la tasa de desempleo muy por encima del 25%. La subida anunciada de las pensiones es incompatible, desgraciadamente, con el compromiso adquirido en el Plan de Estabilidad de limitar los gastos en prestaciones sociales en el 15,9%, porque es dudoso que la mencionada ca¨ªda de las prestaciones por desempleo proporcione un margen para las pensiones.
En cuanto a las previsiones de ingresos, se han sobreestimado para cuadrar el d¨¦ficit. Cualquier crecimiento previsto en impuestos que dependen de la actividad econ¨®mica (IVA, IRPF) es voluntarista. Es cuesti¨®n de fe aceptar que el a?o pr¨®ximo los ingresos presupuestarios aumentar¨¢n en m¨¢s de 13.000 millones y los ingresos totales alcanzar¨¢n los 124.000 millones. Si, adem¨¢s, se reconoce que el desfase presupuestario en 2012 ser¨¢ del 7,4%, con un alza de un punto sobre lo previsto, la cuesti¨®n se desplaza r¨¢pidamente hacia la calidad de la gesti¨®n econ¨®mica del Gobierno y las inevitables consecuencias que ese desfase tendr¨¢ en los mercados. El presupuesto se convierte en un documento de escaso valor, con unas partidas bien definidas porque son obligadas (intereses de la deuda, pensiones...) y otras, casi todas, estimadas discrecionalmente para que cuadre la cuenta general. Por tanto, es poca garant¨ªa de que Espa?a cumpla el compromiso de estabilidad.
Con este perfil presupuestario, sugerir que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ el ¨²ltimo de la recesi¨®n resulta un tanto temerario. Para convertirla en una predicci¨®n fundada, ser¨ªa necesario en primer lugar una seguridad absoluta de que el sistema financiero recuperar¨¢ su pulso a partir de la reforma pilotada por la troika; y en segundo lugar, contar con la ayuda de alg¨²n est¨ªmulo a la inversi¨®n. En el presupuesto de 2013 brillan por su ausencia. Incluso merma la capacidad de compra de los ciudadanos con los recortes a los parados.
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