Un travesti besa en un arrebato al primer ministro belga

Elio di Rupo, el primer ministro socialista belga, est¨¢ teniendo una rentr¨¦e movida. Si hace unos d¨ªas, el jefe de la patronal flamenca la acusaba machaconamente de encabezar un Gobierno marxista, antes un grupo de estudiantes le hab¨ªa lanzado una tarta de cerezas en el acto de apertura del curso de la Universidad Libre de Bruselas y ahora un travesti le ha plantado un besazo en la boca como cabe esperar que lo haga un travesti. Y m¨¢s con la confianza de saber que el besado es un homosexual simp¨¢tico y bienhumorado, como Di Rupo.

Las dos primeras incidencias en que se vio envuelto el jefe del Gobierno tiene que ver con la pol¨ªtica y la situaci¨®n econ¨®mica: hombre demasiado izquierdista para los empresarios de Flandes; demasiada austeridad, para los estudiantes bruselenses. La ¨²ltima de la serie, una novedad para este pol¨ªtico de 61 a?os y ajetreada vida, se produjo en un programa de variedades de una cadena de televisi¨®n de Amberes dedicado a elegir a los Flamencos de 2012.

Los premios iban cayendo con rutinaria cadencia salpicados de las intervenciones chistosas de un par de travestis sobre el escenario --de rojo, alta y rubia platino, una; de verde, tipo camionero y pelirroja, la otra-- cuando le lleg¨® a Di Rupo el turno de anunciar el de ciclista flamenco del a?o.

El momento estelar de la noche se vio inesperadamente realzado con el arrebato de la pelirroja Nancy, que se abalanz¨® sobre el primer ministro ¡ªalto, delgado, con una melena cuidadosamente te?ida, siempre hecho un pincel con su sempiterna pajarita, de rosa oscuro en esta ocasi¨®n¡ª para besarle con aparentes ganas en los labios, cuando el jefe de Gobierno se inclinaba hacia ella a la espera de un convencional beso en la mejilla.

Di Rupo reaccion¨® bien, sigui¨® como si nada y anunci¨® con una sonrisa y el gesto de quien est¨¢ pensando -"?hay que ver qu¨¦ cosas pasan"- que el ciclista flamenco del a?o 2012 era Tom Boonen, estrella rutilante en pasados ejercicios que ha vuelto a brillar tras un tiempo de ostracismo.