Crisis de confianza
El sistema pol¨ªtico pierde cr¨¦dito por falta de soluciones pactadas al malestar social
El profundo malestar social incubado durante la crisis econ¨®mica est¨¢ derivando en un problema de confianza en el sistema pol¨ªtico. Desvanecida la esperanza de que los recortes presupuestarios del Gobierno permitan enderezar el estado de la econom¨ªa, se ha instalado la idea del agravio comparativo en el reparto de las cargas. Nueve ciudadanos de cada 10 est¨¢n de acuerdo en que la crisis la pagan todos, menos los bancos y los m¨¢s ricos, seg¨²n el bar¨®metro de Metroscopia publicado por EL PA?S.
El temor al empobrecimiento y la debilidad de la pol¨ªtica dan paso a graves premoniciones: de no mejorar la situaci¨®n, la mayor¨ªa de encuestados considera probable que se hagan m¨¢s frecuentes las manifestaciones masivas (91%), aumente la inseguridad ciudadana (84%), se produzcan protestas violentas (79%), asaltos a comercios (64%) o boicoteos a bancos (61%). Y aunque la mayor¨ªa cree en la ley, tres de cada 10 personas ya no lo ven como la barrera ante la que siempre hay que detenerse.
En consonancia con este estado de opini¨®n, los dos principales partidos del arco parlamentario acusan un grav¨ªsimo desgaste. El PP pierde 14,7 puntos respecto de las legislativas de 2011 y experimenta una brusca ca¨ªda en la fidelidad de sus votantes. Si hace un a?o el 90% de quien le hab¨ªan votado declaraba que repetir¨ªa, ahora solo lo har¨ªa el 51%. El PSOE, mientras tanto, sigue hundi¨¦ndose: con 4,5 puntos menos que en las ¨²ltimas legislativas, obtendr¨ªa ahora el peor resultado de su historia y lo que es peor, solo el 41% de quienes le votaron dice estar dispuesto a hacerlo de nuevo.
Que el 77% de los ciudadanos comparta los argumentos de los que se manifestaron en las cercan¨ªas del Congreso de los Diputados no implica una voluntad masiva de ocupar las calles, pero tampoco desautoriza a los que lo hacen. Queda claro que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cometi¨® otro error al suponer que la ¡°mayor¨ªa silenciosa¡± est¨¢ en contra de las manifestaciones del 25-S o que las cr¨ªticas al Ejecutivo son minoritarias. El Gobierno, que ha esgrimido la defensa del Congreso para justificar la actuaci¨®n policial en el 25-S, contin¨²a ninguneando al Parlamento cuando abusa de la t¨¦cnica del decreto ley y usa su mayor¨ªa absoluta para evitar las comparecencias del jefe del Ejecutivo o hurtar debates importantes a la C¨¢mara.
Esas pr¨¢cticas traban el buen funcionamiento de la democracia parlamentaria en beneficio de un presidencialismo del que no se ven los frutos, y atacan un principio b¨¢sico: la calle no puede sustituir a las instituciones. Los espa?oles, a los que ya no da miedo reformar la Constituci¨®n, lamentan que los principales partidos no quieran volver al m¨¦todo basado en el pacto y la transacci¨®n propio del periodo de la Transici¨®n. La situaci¨®n lo exige. El entendimiento y la b¨²squeda consensuada de soluciones es la ¨²nica esperanza que le queda a la mayor¨ªa silenciosa para encontrar una salida del t¨²nel y repartir m¨¢s equitativamente las cargas, precisamente la v¨ªa no ensayada durante la crisis.
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