El ¨²ltimo emperador
"No todos los d¨ªas tienes un amigo entre los implicados en una redada gigante. Apena ver a Nacho Vidal envuelto en la Operaci¨®n Emperador, porque hemos compartido alegr¨ªas con ¨¦l"
No todos los d¨ªas tienes un amigo entre los implicados en una redada gigante. No todos los d¨ªas te das cuenta de que es f¨¢cil sostener por a?os una monumental red de blanqueo. Solo cuando es descubierta, ese d¨ªa te das cuenta de lo f¨¢cil que resulta esconder m¨¢s de seis millones de euros en efectivo, dispuestos en billetes de 50 y, en un surtido multicolor, de 100, 200 y 500. Aparte de esa cantidad contante y sonante, armas, diamantes y esclavas. Vamos que el mal en todas sus dimensiones camina a nuestro lado y creemos que se trata de un cuento chino.
Aunque no forme parte del n¨²cleo central, apena ver a Nacho Vidal implicado en la Operaci¨®n Emperador, porque hemos compartido alegr¨ªas con ¨¦l desde que presentamos un libro sobre su vida, donde, por cierto, explicaba c¨®mo el porno le hab¨ªa salvado de la delincuencia juvenil. Tampoco consuela recordarle en la presentaci¨®n de su perfume, de nombre 25 y cuyo envase es un molde de vidrio de su famoso miembro. No hab¨ªa mucha gente esa noche de diciembre, salvo Rossy de Palma y yo, acompa?ando al actor para bautizar ¡°un esfuerzo de muchos a?os, un perfume que me identifique¡±, como nos dijo Vidal, plet¨®rico y encantado de ense?ar c¨®mo aplicarnos la fragancia. El envase descansa ahora, pr¨¢cticamente virgen, en el sal¨®n de casa. Muchos lo asumen con humor como una obvia escultura f¨¢lica. Hoy esos recuerdos se agolpan junto al mont¨®n de malos chistes que se hacen sobre su implicaci¨®n en la trama, su filmograf¨ªa y sus medidas f¨ªsicas. Pero lo que de verdad asombra de esta trama no es su tama?o, sino todo el tiempo que permaneci¨® activa e impune. Quiz¨¢ porque estaba protegida, no solo por sus ahora conocidos implicados, sino por nuestra propia cultura del dinero. Cuando vemos dinero moverse, es sexi, no queremos preguntar ni de d¨®nde viene ni ad¨®nde va. Ni mucho menos a qui¨¦n afecta, hiere o destruye en su vaiv¨¦n.
En un libro sobre su vida, Vidal explicaba c¨®mo el porno le hab¨ªa salvado de la delincuencia juvenil
En un lugar tan siniestro y an¨®nimo como ese pol¨ªgono industrial donde antes no entraba la ley, de un d¨ªa para otro aparecen inspectores heroicos que descubren al galerista y hombre de mundo, el se?or Gao Ping, como un nuevo arquetipo de malo para futuros filmes de Bond y de Torrente: el oriental apuesto y m¨¢s alto de la media, superados los 40, que extorsiona y acu?a monta?as de dinero en su domicilio de estilo Tudor en Pozuelo. Gao Ping dijo en una ocasi¨®n que ¡°el arte contempor¨¢neo es como la cerveza, le gusta a todo el mundo¡±. Y es ir¨®nico, o quiz¨¢ signo de nuestro tiempo, que su estructura de mecenazgo y exhibici¨®n del arte espa?ol en China y del chino en Espa?a se fundamente en una red de blanqueo de dinero que se nutr¨ªa de cutres prendas de bisuter¨ªa, bolsos, cajas con decoraci¨®n navide?a y todo ese enjambre de cosas in¨²tiles y baratas propias de los bazares chinos. Tan in¨²tiles y llamativas como sus versiones caras. Con su estafa, Ping hizo real la relaci¨®n entre lo bajo y lo sublime, jug¨® al pimp¨®n entre falsificaci¨®n y lo que se asume como ¡°arte bueno¡±. Hasta una instituci¨®n como el IVAM fue su cliente. Observ¨¢ndole en las im¨¢genes que repiten los telediarios, Gao Ping parece el yerno ideal para toda familia con vocaci¨®n multirracial. En realidad es uno de los primeros malvados pillados en esta era de la impunidad, un hombre con la fachada impecable y el trastero forrado de cajas fuertes repletas de billetes morados y fiebre amarilla como el oro.
De oro y diamantes es el brazalete que perteneci¨® a la abuela del Rey, la reina Victoria Eugenia, que ahora sale a la luz y a subasta en Sotheby¡¯s con un misterio colgando: el nombre de su propietaria, una dama con t¨ªtulo y probablemente en apuros. Desde que Tita Thyssen, por necesidades de liquidez, se desprendiera de uno de sus cuadros, vender se ha convertido en una nueva fiebre del oro. Por eso muchos se preguntan si el brazalete de Victoria Eugenia, extraordinaria y millonaria pieza de la casa Cartier, pudiera pertenecer hoy a una hermana del Rey o a una de sus hijas, cuatro damas con t¨ªtulo que son familia del Monarca, pero no miembros del n¨²cleo central, como se define ahora al politbur¨® de la Casa del Rey. El brillo del misterioso brazalete quiz¨¢ consiga opacar un rato el bling-bling del juicio al Instituto N¨®os. El misterio adquiere tonillo de culebr¨®n con un final claro: cuando empiezas a desprenderte de cosas es porque necesitas toda la liquidez de un rescate.
Para hacer todo m¨¢s triste, fallece Sylvia Kristel, mito er¨®tico de nuestra infancia, la mujer que no pudo escapar de Emmanuelle. El mundo del cine er¨®tico parece pose¨ªdo de un maleficio. Como si explorar el laberinto del deseo siempre trajera consecuencias. Sin Emmanuelle, desde luego, no habr¨ªa existido el destape espa?ol, ni el pelo corto en mujeres guapas. Contribuy¨® a la liberaci¨®n sexual de las mujeres y de los hombres. Sin ella y sus perlas tampoco habr¨ªamos llegado a las Cincuenta sombras de Grey, la novela er¨®tica superventas para mam¨¢s de hoy. Krystel deja un mundo donde el sexo es tan masivo y de origen tan confuso como los objetos de los bazares chinos o de las grandes casas de subastas.
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