Elecciones nacionales
El PSOE se hunde y Rajoy respira, pero se enfrenta a una Euskadi m¨¢s radicalizada
El Partido Popular revalid¨® ayer su mayor¨ªa absoluta en Galicia ¡ªpese a haber obtenido menos votos que en la convocatoria anterior¡ª principalmente a causa de la fragilidad del adversario. Los socialistas fracasan en Galicia y pierden el poder en Euskadi, lo cual confirma el debilitamiento de una opci¨®n que, lejos de recuperarse de las cat¨¢strofes electorales sufridas en 2011, deja muy tocado a Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y al equipo de direcci¨®n del PSOE, ocho meses despu¨¦s de su congreso.
Mariano Rajoy respira gracias al triunfo de Alberto N¨²?ez Feij¨®o en Galicia, que le compensa del mal resultado obtenido por el PP en el Pa¨ªs Vasco. Pero esa no es la mayor preocupaci¨®n del presidente del Gobierno, sino la radicalizaci¨®n nacionalista. La moderaci¨®n exhibida por el candidato del PNV, I?igo Urkullu, no es ¨®bice para que retenga en sus manos la iniciativa de avanzar hacia mayores retos soberanistas cuando lo considere oportuno. A cinco semanas de las elecciones catalanas, con un desaf¨ªo independentista encima de la mesa, Rajoy tiene motivos para extraer conclusiones que van mucho m¨¢s all¨¢ de los resultados de unas elecciones auton¨®micas.
Todo este panorama pol¨ªtico se produce con un tel¨®n de fondo econ¨®mico de emergencia, con Espa?a en plena recesi¨®n y pendiente de un posible rescate de su econom¨ªa, con un n¨²mero de comunidades aut¨®nomas obligadas a pedir el apoyo financiero del Gobierno central, un paro desbocado y un oto?o social caliente que tendr¨¢ su momento m¨¢s tenso en la huelga general convocada para el pr¨®ximo 14 de noviembre.
Las urnas vascas de ayer dibujan un Parlamento aut¨®nomo m¨¢s nacionalista, pero sobre todo m¨¢s radical. Con los datos conocidos anoche, el PNV y la coalici¨®n EH Bildu agrupar¨ªan cerca de 50 de los 75 esca?os, casi dos tercios de la C¨¢mara, con un porcentaje de votos en torno al 60%. Los socialistas pierden diez puntos de votaci¨®n y 9 de los 25 esca?os que ten¨ªan. Y el PP, 3 de los 13 suyos.
No es la primera vez que el nacionalismo suma cerca de dos tercios de los votos y de los esca?os. En las cuatro auton¨®micas celebradas en los ochenta, la suma de PNV (y luego su escisi¨®n, Eusko Alkartasuna), Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra logr¨® entre 49 y 52 de los 75 esca?os (42 en 1980, en un Parlamento de 60). Pero con la diferencia de que la cuarta parte del voto nacionalista era proetarra, y ahora la izquierda abertzale supone el 40% de ese bloque nacionalista. Lo que en una primera aproximaci¨®n convertir¨ªa a la opci¨®n abertzale en alternativa a un Gobierno del PNV. Pero es una formaci¨®n dif¨ªcilmente articulable con cualquiera de los principales partidos.
Es l¨®gico que los miles de personas que han sido v¨ªctimas de ETA o vivido bajo su amenaza se sientan decepcionadas por este reforzamiento del nacionalismo por su costado m¨¢s radical. Sin embargo, la situaci¨®n es menos grave que cuando, adem¨¢s de un grave problema pol¨ªtico, hab¨ªa uno grav¨ªsimo de terrorismo. El precio de la retirada de ETA ha sido la legalizaci¨®n de los sucesores de Batasuna. Pero esa retirada significa que esos problemas pol¨ªticos (mayor¨ªa soberanista, etc.) podr¨¢n ser abordados en condiciones m¨¢s favorables por la ausencia de la coacci¨®n terrorista.
En todo caso, el candidato del PNV, I?igo Urkullu, ser¨¢ el pr¨®ximo lehendakari, aunque sin mayor¨ªa absoluta. La hip¨®tesis de una alianza con EH Bildu es la menos probable, porque solo podr¨ªa tejerse sobre los factores identitarios que comparten, lo que favorecer¨ªa las expectativas de la izquierda abertzale de desbordar al PNV como fuerza hegem¨®nica de la comunidad nacionalista. Un acuerdo PNV-PSE, que la candidata de EH Bildu dio por ya pactado en secreto, es posible pero improbable tras una legislatura que ha tensado mucho sus relaciones.
Las fuerzas no nacionalistas suman 27 esca?os, los mismos que el PNV. Entre este partido y esas fuerzas se sit¨²a EH Bildu con 21 esca?os, que podr¨¢n inclinar votaciones a favor de unos u otros, pero que de momento no conforman mayor¨ªas alternativas con otros partidos. Antes tendr¨¢n que acreditar que no solo han renunciado a la violencia sino tambi¨¦n al fanatismo del que han hecho ostentaci¨®n all¨ª donde han gobernado en los ¨²ltimos meses.
De nuevo, Galicia ha salvado pol¨ªticamente a Mariano Rajoy. El jefe del Gobierno sortea el peligro de una desautorizaci¨®n de su pol¨ªtica de austeridad, y el PP, aunque no mejora su n¨²mero de votos, consigue tres esca?os m¨¢s. El adelanto electoral ha cogido muy mal preparados a los socialistas, que se desangran en parte hacia la abstenci¨®n, pero tambi¨¦n hacia una izquierda nacionalista al alza, aunque dividida en dos: el BNG, que pierde respaldo, y la irrupci¨®n de Anova-EU, la marca creada por el nacionalista Xos¨¦ Manuel Beiras en alianza con Izquierda Unida. Ambas suman 16 esca?os, cuatro m¨¢s de los que obtuvieron los nacionalistas tres a?os y medio atr¨¢s.
El hundimiento socialista (siete esca?os menos que en 2009) y el desplazamiento del voto de izquierdas hacia el nacionalismo reflejan no solo el fracaso de Pachi V¨¢zquez, sino la fractura de la izquierda. En Galicia dej¨® mal sabor de boca la breve experiencia del Gobierno bipartito de socialistas y nacionalistas, que se vio apeado de la Xunta en 2009, pero ser¨ªa in¨²til que la direcci¨®n nacional del PSOE se refugiara en el car¨¢cter auton¨®mico de los comicios.
Si las gallegas de 2009 salvaron a Rajoy de las asechanzas internas en su partido, la victoria del PP en las celebradas ayer constituye un bal¨®n de ox¨ªgeno para el presidente del Gobierno en un momento muy dif¨ªcil de su mandato. Rajoy le debe este respiro esencialmente a la buena imagen del presidente de la Xunta y candidato a la reelecci¨®n, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, quien por edad y experiencia de gesti¨®n se sit¨²a en buena posici¨®n, en la l¨ªnea de mando nacional de su partido.
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