?Emprendedor!
La palabrilla optimista salta como un chinche de la publicidad de los bancos a los te¨®ricos de empresa, de las promesas de los ministros del ramo a la ingenuidad de j¨®venes que se tragan el discurso de que todo en esta vida depende de la voluntad
Las palabras no tienen la culpa, desde luego, pero su utilizaci¨®n enga?osa, el abuso con que aparecen en el discurso de las personas p¨²blicas deteriora su sentido, aunque sea positivo. As¨ª me sucede con la palabra ¡°emprendedor¡±. Pueden ser man¨ªas personales, lo asumo, pero esta palabra contiene, en el uso actual, unas connotaciones ideol¨®gicas que detesto. Y es que justo cuando la crisis ata de pies y manos a un porcentaje hist¨®rico de los j¨®venes espa?oles, la palabrilla optimista salta como un chinche de la publicidad de los bancos a los te¨®ricos de empresa, de las promesas de los ministros del ramo a la ingenuidad de j¨®venes (los hay) que se han tragado el discurso de que todo en esta vida depende de la voluntad, es decir, de la audacia con la que asumamos un proyecto, de nuestra capacidad psicol¨®gica para ser emprendedores.
Lo inaudito es que la palabra se haya colocado en el top ten de t¨¦rminos que tienen como fin ennoblecer cualquier discurso precisamente cuando a las personas j¨®venes m¨¢s dif¨ªcil les resulta levantar de la nada una empresa. No ya porque los bancos no den cr¨¦ditos, sino por la interminable burocracia que se ha de sortear y sobre la que este peri¨®dico informaba ayer mismo con datos provenientes del Banco Mundial. Por un lado, se extiende la idea de que del paro y la desesperaci¨®n puede salir uno mismo si se atreve a montar una empresilla original, rompedora, atractiva y medio artesanal; por el otro, la estructura legal de este pa¨ªs no hace m¨¢s que poner palos en las ruedas a quienes tratan de hacerlo.
Es un discurso muy americano ese que entiende que la salvaci¨®n depende solo de uno mismo. La diferencia es que all¨ª esa feroz mentalidad capitalista cunde de manera mucho m¨¢s coherente y la palabra emprendedor cobra sentido: asumes riesgos pero el Estado no se dedica a castigarte por ello.
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