El fin del populismo de Obama
El vuelco que Romney consigui¨® dar a los sondeos en el primer debate abre la posibilidad de que llegue a la Casa Blanca un nuevo inquilino que modifique unas pol¨ªticas que impiden la recuperaci¨®n de la econom¨ªa
Ahora que han pasado los tres debates presidenciales, es buen momento para hacer un repaso de la campa?a, mientras los estadounidenses, a dos semanas de las elecciones, reflexionan sobre qui¨¦n debe ser su pr¨®ximo presidente.
Antes del primer debate, tanto las encuestas como los expertos coincid¨ªan en que Obama ten¨ªa todas las probabilidades de ser reelegido el 6 de noviembre. Ahora, cuando nos disponemos a emprender el tramo final de la campa?a, y sobre todo debido a ese primer debate del 3 de octubre, la mayor¨ªa de los encuestadores independientes y los observadores desinteresados creen que el exgobernador de Massachusetts, Willard Mitt Romney, est¨¢ por delante. Desde hace varios d¨ªas, el venerable instituto de sondeos Gallup, a partir de sus muestreos nacionales de votantes probables, da a Romney una ventaja que supera con creces el margen estad¨ªstico de error. Otras encuestas muestran resultados que est¨¢n dentro del margen de error, pero que tambi¨¦n proporcionan una ventaja constante a Romney.
En Estados Unidos, las elecciones presidenciales no las determina el voto popular, sino el voto del llamado Colegio Electoral, formado por delegados de cada Estado que emiten un n¨²mero de votos, determinado en funci¨®n de la demograf¨ªa, en favor del candidato que haya ganado en la votaci¨®n popular en ese Estado. Por el momento, Obama sigue teniendo una ligera ventaja en el voto electoral, seg¨²n las encuestas m¨¢s recientes. La elecci¨®n est¨¢ tan igualada que podr¨ªa ser que Romney gane en votos populares y Obama obtenga la presidencia gracias al Colegio Electoral.
En esta fase de la campa?a, todas las encuestas, tanto p¨²blicas como privadas, indican que la ¨²nica posibilidad de que Obama consiga la victoria es que intensifique la ret¨®rica populista y divisiva en la que se ha apoyado para gobernar y preparar su reelecci¨®n desde el verano de 2009. Asimismo, la ¨²nica posibilidad que tiene Romney de ganar es distanciarse del movimiento del Tea Party todav¨ªa m¨¢s de lo que lo ha hecho desde que obtuvo la nominaci¨®n y durante los debates.
Estados Unidos es una naci¨®n con grandes divisiones pol¨ªticas, en la que es probable que tres de cada cuatro votantes blancos voten por Romney y cuatro de cada cinco votantes no blancos voten por Obama. Esta divisi¨®n se agudizar¨¢ a¨²n m¨¢s, sin duda, por motivos econ¨®micos, si Obama es reelegido y el movimiento del Tea Party se refuerza dentro del Partido Republicano como respuesta a esa reelecci¨®n.
Si vencen los republicanos, ser¨¢ una victoria sobre la extrema derecha de su propio partido
La crisis financiera de 2008 desencaden¨® una ola de furioso populismo en los dos partidos y a ambos lados del Atl¨¢ntico que todav¨ªa mantiene su rumbo destructivo y devastador en los mercados pol¨ªticos de Estados Unidos, polarizados bajo el liderazgo de Obama y el Tea Party. Un populismo simplista y miope, tanto de izquierdas como de derechas, impidi¨® que los Gobiernos de Espa?a, Francia y Alemania restablecieran la tranquilidad financiera, apuntalaran sus sistemas bancarios y restaurasen con rapidez la necesaria confianza de empresas y consumidores. En Estados Unidos, el populismo de Obama le empuj¨® a unas pol¨ªticas econ¨®micas y unas leyes para la reforma financiera profundamente equivocadas. La Ley Dodd-Frank de reforma de Wall Street y protecci¨®n de los consumidores se aprob¨® m¨¢s como una medida retroactiva de castigo para hacer a los banqueros responsables de la crisis financiera que como una estrategia de futuro para promover el crecimiento, asegurar la liquidez y evitar los riesgos estructurales. La paradoja es que es esa medida la que est¨¢ impidiendo los pr¨¦stamos y la formaci¨®n de capital y, por tanto, la recuperaci¨®n de la econom¨ªa. Es verdaderamente asombroso que Obama no haya hecho en los debates ni una sola propuesta pol¨ªtica para restablecer la confianza econ¨®mica, apoyar el sistema financiero y estimular los pr¨¦stamos, aparte de criticar sin cesar a los que m¨¢s ganan porque no pagan ¡°lo que les corresponde¡±, como si pagar unos impuestos m¨¢s altos fuera la compensaci¨®n retroactiva crucial que tienen que ofrecer a la sociedad por su presunta participaci¨®n en la conspiraci¨®n que engendr¨® la crisis financiera. Por el contrario, el asesor del presidente especializado en sondeos y su principal estratega pol¨ªtico han decidido recurrir a un mensaje populista y divisivo contra las ¨¦lites empresariales y financieras del pa¨ªs como parte integrante de lo que llaman su ¡°agenda de transformaci¨®n¡±.
Durante el verano, la campa?a de Obama tuvo un tremendo ¨¦xito en su objetivo estrat¨¦gico fundamental: la descalificaci¨®n por adelantado de Romney, al que acus¨® de ser la encarnaci¨®n del financiero codicioso y fuera de la realidad que ten¨ªa responsabilidad directa en la crisis. La campa?a de Romney no pareci¨® ser consciente del peligro, porque no supo reaccionar a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n a la publicidad masiva y constante, difundida por el equipo de Obama antes de la convenci¨®n republicana de Tampa, Florida, en la que Romney aparec¨ªa como alguien incapaz de ser una alternativa viable. La intervenci¨®n de Romney en la convenci¨®n no contuvo un mensaje claro; estuvo a la defensiva y tratando de recuperar opiniones favorables en las encuestas. Con una mayor¨ªa de los estadounidenses predispuesta a tener mala imagen de ¨¦l y mostrar grandes dudas sobre su capacidad de luchar por los intereses de la clase media, la campa?a tuvo que centrar su estrategia en reducir las opiniones negativas.
La convenci¨®n dem¨®crata, celebrada en Charlotte, Carolina del Norte, consigui¨® utilizar muy bien al expresidente Bill Clinton para volver a colocar a Obama en el centro, al tiempo que segu¨ªa defendiendo las mismas pol¨ªticas populistas con las que ha gobernado. El presidente sali¨® de la convenci¨®n con una ventaja considerable en la mayor¨ªa de los sondeos nacionales y con su base dem¨®crata consolidada.
Entonces lleg¨® el 3 de octubre y el primer debate, y la campa?a sufri¨® un vuelco irreversible. Los estadounidenses, por una mayor¨ªa abrumadora, pensaron que Romney hab¨ªa ganado el debate ¡ªdedicado sobre todo a la econom¨ªa y la creaci¨®n de empleo¡ª y hab¨ªa demostrado ser una alternativa razonable y centrista. Ni el debate entre los candidatos a vicepresidente ni los otros dos han podido eliminar todav¨ªa lo que Romney gan¨® esa noche. El segundo debate estuvo m¨¢s empatado, si bien Romney volvi¨® a vencer en los aspectos econ¨®micos por unos m¨¢rgenes tan convincentes como los del primero. El tercer debate estuvo dedicado a la pol¨ªtica exterior, que este a?o es mucho menos prioritaria para los votantes y no parece que vaya a alterar en serio sus percepciones. En pol¨ªtica exterior, Obama tiene una ventaja considerable sobre Romney. Siempre es posible que se produzca una de las llamadas ¡°sorpresas de octubre¡±, por ejemplo un repentino avance diplom¨¢tico con Ir¨¢n, pero a estas alturas ser¨ªa un riesgo demasiado grande para el Gobierno. El comportamiento de Romney durante los debates ofreci¨® a los votantes que est¨¢n insatisfechos con la marcha general del pa¨ªs ¡ªdos de cada tres¡ª una opci¨®n segura para hacer que la econom¨ªa vuelva a crecer y crear empleo.
El presidente tiene ventaja en la escena exterior: anunciar por ejemplo avances con Ir¨¢n
En las ¨²ltimas dos semanas de la campa?a, Obama conserva todav¨ªa una ventaja importante. Mediante una mezcla perfecta de extracci¨®n de datos y uso de los medios sociales, su equipo sabe con exactitud a qu¨¦ grupos demogr¨¢ficos dirigirse, en qu¨¦ Estados, y con qu¨¦ mensajes para convencerles de que les voten. El trabajo del gobernador Romney consiste sobre todo en ¡°pactos de ¨²ltima hora¡± con grupos conservadores como la Asociaci¨®n Nacional del Rifle y varias organizaciones religiosas, para movilizar a los evang¨¦licos y a las mujeres, en particular casadas con hijos, mayores de 40 a?os, que viven en barrios residenciales. Para Romney es un segmento fundamental, porque el hecho de no haberse adherido por completo al Tea Party le ha costado la imposibilidad de consolidar la base del Partido Republicano, sobre todo los evang¨¦licos y los aislacionistas econ¨®micos.
Si Obama gana, ver¨¢ espectacularmente reivindicada su adopci¨®n del populismo econ¨®mico durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Si vence Romney, lo habr¨¢ logrado a pesar del Tea Party, en una victoria sobre la extrema derecha de su propio partido. El populismo de Obama demostrar¨¢ que est¨¢ acabado y fracasado. Y solo entonces ser¨¢ posible en Estados Unidos una vuelta al centro.
Nicolas Checa es analista politico y director gerente de McLarty Associates.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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