De la uni¨®n monetaria a la uni¨®n pol¨ªtica
La moneda com¨²n ha fortalecido, no debilitado, el poder econ¨®mico alem¨¢n
Desde que se rompi¨® el sistema monetario de Bretton Woods, a principios de los a?os 1970, ha habido dos corrientes de pensamiento sobre c¨®mo conseguir la uni¨®n monetaria europea. La primera, muy francesa, es la que se conoce como la de los monetaristas. El nombre puede llevar a enga?o. Este tipo de monetarismo no tiene nada que ver con el de Milton Friedman, que dec¨ªa que la inflaci¨®n est¨¢ determinada por la cantidad de dinero que est¨¢ en circulaci¨®n, y que todav¨ªa tiene muchos adeptos en la Alemania actual. El concepto de monetarismo se refiere aqu¨ª a la idea, extendida entre los dirigentes pol¨ªticos franceses, de que la uni¨®n monetaria deber¨ªa ser un primer instrumento hacia una mayor integraci¨®n europea que incluyese en su seno al siempre temido poder econ¨®mico alem¨¢n. El euro se cre¨® sobre este pensamiento.
El sue?o de crear una moneda ¨²nica en Europa es muy franc¨¦s. Carlomagno consigui¨® que el denarius se convirtiese en la moneda de plata est¨¢ndar en el Imperio Carolingio. M¨¢s de mil a?os m¨¢s tarde, y despu¨¦s de las guerras napole¨®nicas, en 1855 Victor Hugo proclamaba que alg¨²n d¨ªa se crear¨ªa una moneda ¨²nica en Europa que eliminar¨ªa todas las variedades de monedas mon¨¢rquicas, aut¨¦nticos "s¨ªmbolos de miseria". Poco m¨¢s tarde, en 1866, se crear¨ªa la Uni¨®n Monetaria Latina liderada por Francia y a la que se unieron B¨¦lgica, Italia y Suiza, y despu¨¦s Espa?a y Grecia. En todos estos casos los l¨ªderes franceses vieron en la creaci¨®n de una moneda ¨²nica europea la viva representaci¨®n del poder pol¨ªtico europeo. Un s¨ªmbolo de uni¨®n y fuerza, siempre dirigido desde Par¨ªs.
Esto no fue muy diferente en 1970 cuando se redact¨® el Plan Werner, el primer estudio sobre la posibilidad de establecer una moneda ¨²nica para lo que era entonces la Comunidad Econ¨®mica Europea. El principal objetivo para los dirigentes galos era crear un contrapeso monetario al poder del d¨®lar.
Han fracasado las pol¨ªticas alemanas de comunicaci¨®n y liderazgo
Pero la gran diferencia con el pasado fue que en esta ocasi¨®n los monetaristas franceses se toparon con los economistas alemanes. Esta segunda corriente, consciente de los fracasos franceses en el pasado, ten¨ªa claro que una uni¨®n monetaria europea s¨®lo podr¨ªa sobrevivir si antes se establec¨ªa una convergencia econ¨®mica (con sus implicaciones pol¨ªticas y culturales) basada sobre la estabilidad monetaria y supervisada por una autoridad central. Palabras mayores que los gaullistas en Par¨ªs no quisieron aceptar. Sin embargo, lo cierto es que desde aquellos primeros debates hasta hoy, las posiciones se han mantenido.
Por un lado est¨¢n los euromonetaristas franceses que creen en una Europa solidaria y de las naciones, donde Par¨ªs tiene un peso pol¨ªtico importante y donde la pol¨ªtica monetaria se considera un instrumento pol¨ªtico de uni¨®n y, si hace falta, de est¨ªmulo econ¨®mico. Por el otro lado, en cambio, est¨¢n los euroeconomistas alemanes que creen en la disciplina fiscal, la estabilidad monetaria y la uni¨®n pol¨ªtica federal como condici¨®n indispensable para mantener la solidez de la uni¨®n monetaria.
Para los primeros, lo importante ha sido siempre integrar el poder monetario alem¨¢n en una uni¨®n monetaria europea. No nos olvidemos de que antes del euro en Europa hab¨ªa de facto una zona monetaria dominada por el Deutsche Mark y el Bundesbank. En este sentido Par¨ªs, consciente de su debilidad, siempre ha querido que Alemania comparta su poder econ¨®mico. En los a?os 1970 y 1980 Francia le pidi¨® en numerosas ocasiones a Alemania que mutualizase sus enormes reservas para defender el Sistema Monetario Europeo de cambios fijos frente a los ataques de los especuladores;? hoy Par¨ªs le pide a Berl¨ªn que mutualice la deuda de la Uni¨®n a trav¨¦s de eurobonos o la uni¨®n bancaria con el mismo fin.
Esta estrategia siempre se ha visto, y se sigue viendo, con escepticismo desde el euroeconomismo alem¨¢n. Es por eso que Berl¨ªn pone trabas a la creaci¨®n de la uni¨®n bancaria de manera precipitada. Si Francia quiere mutualizar las deudas, antes habr¨¢ que establecer un control centralizado de las cuentas p¨²blicas de los pa¨ªses miembros de la uni¨®n monetaria. Es decir, habr¨¢ que crear una uni¨®n pol¨ªtica. Y todav¨ªa m¨¢s importante, antes habr¨¢ que converger en el deseo de priorizar la estabilidad presupuestaria y de precios. De ah¨ª que Alemania siempre haya insistido en los criterios de convergencia para entrar en el euro. Es por eso mismo que en esta crisis Angela Merkel ha insistido en la necesidad de la austeridad y, concretamente, en la firma del Pacto Fiscal. No solo como m¨¦todo para salir de la crisis, que tambi¨¦n, sino como filosof¨ªa indispensable para la supervivencia de la uni¨®n monetaria. Sin una cultura compartida de presupuestos equilibrados, el euro no podr¨¢ funcionar, ese es el pensamiento imperante en Berl¨ªn. Lo interesante es que esta forma de pensar se est¨¢ convirtiendo en consenso. Incluso Francia, con mayor¨ªa socialista en la Asamblea Nacional, ha aprobado el Pacto Fiscal propuesto por Berl¨ªn.
La austeridad y el pacto fiscal se est¨¢n convirtiendo en ideas de consenso
?Quiere esto decir que despu¨¦s de perder la batalla del primer euro (porque se cre¨® sin uni¨®n pol¨ªtica), los euroeconomistas alemanes est¨¢n ganando la batalla del euro del futuro?
S¨ª y no. Bien es verdad que la disciplina fiscal y la austeridad son las pol¨ªticas imperantes, pero gran parte de la ciudadan¨ªa de los pa¨ªses perif¨¦ricos las percibe como una imposici¨®n y no como una pol¨ªtica necesaria para la estabilidad de la Uni¨®n. En este sentido Alemania ha fracasado en sus pol¨ªticas de comunicaci¨®n y liderazgo. Aprovechando su enorme poder econ¨®mico, Berl¨ªn ha optado por mano dura para que la periferia aprendiese la lecci¨®n. Pero si ese castigo no se acompa?a con solidaridad, puede derivar en frustraci¨®n y rebeld¨ªa.
Aqu¨ª es donde Francia debe tomar su papel tradicional de l¨ªder pol¨ªtico. Si es verdad que Par¨ªs ha aceptado la cultura de la estabilidad, es hora de que empiece a dise?ar una estrategia para la construcci¨®n de una uni¨®n pol¨ªtica basada tambi¨¦n sobre la solidaridad y el crecimiento sostenible. La realidad es que la uni¨®n monetaria ha fortalecido, no debilitado, el poder econ¨®mico alem¨¢n. Si Par¨ªs quiere amansarlo, tendr¨¢ que ser a trav¨¦s de la uni¨®n pol¨ªtica.
Miguel Otero Iglesias es profesor titular de Gobernanza Monetaria Europea en la ESSCA School of Management de Par¨ªs e investigador en la London School of Economics[/PIEPAG].
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