Cuatro a?os m¨¢s
La sobriedad y sensatez de Obama merecen otro mandato; Romney sigue siendo una inc¨®gnita
El martes sabr¨¢ el mundo qui¨¦n mandar¨¢ los pr¨®ximos cuatro a?os en la mayor potencia del mundo: el dem¨®crata Barack Obama o el republicano Mitt Romney. No da igual. Al primero se le conoce por su sensatez, sobriedad y por una visi¨®n del papel de EE UU adaptada a los nuevos tiempos. Frente a los excesos de George W. Bush, Obama ha devuelto a la que sigue siendo la ¡°potencia indispensable¡± su condici¨®n de pa¨ªs m¨¢s respetado que temido. No ha cerrado el oprobio de Guant¨¢namo, pero sabe que tiene que alejarse de un unilateralismo que ni siquiera el pa¨ªs m¨¢s poderoso se puede ya permitir.
Al segundo no se le conoce. No se sabe si es el moderado gobernador de Massachusetts, el aspirante que se radicaliz¨® para atraer a los extremistas del Tea Party en las primarias o el candidato que desde el centrismo pudo con Obama en el primer debate. Romney ha logrado en la fase final de esta campa?a atraer votos propios y no solo los contrarios a Obama. Pero no es el resto del mundo el que va a votar ¡ªmenos a¨²n unos europeos a los que ni Obama ni Romney han prestado atenci¨®n¡ª, sino la ciudadan¨ªa de Estados Unidos, una sociedad mucho m¨¢s polarizada que los contendientes en liza.
Quiz¨¢s el mayor logro de Obama, dif¨ªcil de apreciar a simple vista, haya sido evitar que la recesi¨®n que hered¨® de la situaci¨®n que le entreg¨® Bush se convirtiera en una depresi¨®n para s¨ª y para el mundo y lograr devolver a su pa¨ªs a la senda de un crecimiento a¨²n modesto. Hoy mucha gente en EE UU se pregunta si est¨¢ mejor que hace cuatro a?os como si se pudiera obviar la crisis tras la ca¨ªda de Lehman Brothers. Los ¨²ltimos datos de empleo pueden servir a Obama. Por contra, el recorte de gastos e impuestos que Romney propugna podr¨ªa impulsar la recuperaci¨®n a corto, pero ser¨ªa pan para hoy y hambre para ma?ana.
La campa?a ha mostrado el valor de la democracia. Lo que parec¨ªa un paseo triunfal para Obama se ha convertido en una complicada carrera. En la recta final, la cat¨¢strofe del hurac¨¢n Sandy le ha ayudado a mostrarse como un buen gestor al frente de una Administraci¨®n que ha funcionado, lo que ha puesto en valor la acci¨®n p¨²blica de un Estado que un amplio sector republicano querr¨ªa jibarizar. En esta estela se incluye la cobertura sanitaria cuasi universal impuesta por Obama contra viento y marea y el empe?o, pese a los republicanos, por salvar una industria que se iba a pique como la del autom¨®vil.
Este Obama no es el gran comunicador entusiasta de hace cuatro a?os. No ha sabido embridar a los poderes financieros de Wall Street que provocaron la Gran Recesi¨®n y el desgaste del ejercicio del poder frente a un Congreso dominado por los republicanos ¡ªcomo le puede volver a pasar¡ª le ha llevado a perder frescura. Pero conserva algo de su ¡°audacia de la esperanza¡±. Sus ideales, su sentido de misi¨®n y su voluntad de potenciar de la sociedad americana lo mejor que ella es capaz de ofrecer de s¨ª misma merecen sin duda otros cuatro a?os.
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