Hay alternativas
El Parlamento tiene que ser el centro de la pol¨ªtica para evitar nuevos populismos
Dos d¨ªas despu¨¦s de la Diada de 1923, el capit¨¢n general de Catalu?a dio un golpe de Estado, convirti¨¦ndose en el primero de los dos cirujanos de hierroque operaron a Espa?a en el siglo XX, con sable, no con bistur¨ª. Era la consecuencia de la opini¨®n generalizada desde el ¡°desastre del 98¡± y la incapacidad para afrontar los problemas de los partidos din¨¢sticos de la Restauraci¨®n que se turnaban en el poder.
El sistema de C¨¢novas y Sagasta estaba agotado. El caciquismo, los sucesos de la Semana Tr¨¢gica, de 1917, la guerra de Marruecos y la incapacidad de incorporar a socialistas, republicanos y nacionalistas, hab¨ªan acabado de destruirlo. La animadversi¨®n contra la vieja pol¨ªtica fue creciendo y los abanderados fueron intelectuales, que, como les critic¨® Aza?a, se regodeaban l¨ªricamente en la impotencia. Baroja, creyendo imposible romper la pr¨¢ctica caciquil, clam¨® por suprimir el sufragio universal. ¡°No hay cosa m¨¢s abyecta que un pol¨ªtico¡±, escribi¨® Azor¨ªn, que fue subsecretario y diputado en cinco legislaturas. Un buen ejemplar de esa especie asombrosa de pol¨ªticos antipol¨ªticos que tanto gusta a cierta derecha.
Ning¨²n golpe de Estado ha triunfado sin apoyo civil y Primo de Rivera no actu¨® solo. Cont¨® con el ej¨¦rcito, el Rey, la patronal, las organizaciones cat¨®licas y la pasividad de la poblaci¨®n harta de los partidos de turno. El diagn¨®stico era el realizado por los intelectuales aquejados del dolor de Espa?a que propon¨ªan un tratamiento de choque: ¡°Si el pa¨ªs necesita un buen tirano, busqu¨¦mosle¡±, escribi¨® Baroja.
Santos Juli¨¢ ha descrito este caldo de cultivo. Hoy no es ayer titula este autor uno de sus libros y, por supuesto, las diferencias del presente con respecto a ese pasado son muchas, pero tambi¨¦n hay analog¨ªas. Una es la campa?a contra los pol¨ªticos. De la frase ¡°sobran pol¨ªticos¡± a la idea de que sobra la pol¨ªtica hay un paso. Para quien as¨ª piensa, la que sobra es la democracia. Hay muchas cosas que mejorar, pero la respuesta no es acabar con ella sino mejorarla: democratizando los partidos, facilitando la relaci¨®n entre electores y elegidos cambiando la ley electoral, convirtiendo al Parlamento en el centro de la pol¨ªtica y demostrando que la soberan¨ªa reside en ¨¦l. No es f¨¢cil, pero es necesario para que no fructifiquen nuevos populismos en el siglo XXI.
Tampoco es f¨¢cil resolver la organizaci¨®n territorial. La Constituci¨®n qued¨® lo ambigua que exigi¨® la correlaci¨®n de fuerzas de aquellas Cortes. El consenso de los pol¨ªticos evit¨® el error de ¡°exclusivismo de partido¡± de las Constituciones precedentes. Este ¨¦xito fue posible por la ambig¨¹edad en muchas cuestiones. El art¨ªculo 2 muestra la tensi¨®n entre las fuerzas centr¨ªpetas y centr¨ªfugas, como explic¨® Tom¨¢s y Valiente, y el T¨ªtulo VIII qued¨® abierto y permiti¨® la pervivencia de la organizaci¨®n centralista. En todo caso lleva 34 a?os de vigencia y durante este periodo, Espa?a ha protagonizado una modernizaci¨®n sin precedentes.
Hay que reducir gastos, pero contar tambi¨¦n con una fiscalidad m¨¢s justa
Hab¨ªamos superado la definici¨®n que de Espa?a hizo Gil de Biedma como ¡°un pa¨ªs ineficiente entre dos guerras civiles¡±. Pero lo que hasta hace poco tiempo era la historia de un ¨¦xito, se ha convertido en un ¡°desastre¡±. Ya estamos otra vez con el dolor de Espa?a. La dolencia no es ficticia ni el enfermo imaginario. Una crisis financiera internacional, que pas¨® a la econom¨ªa real, agravada en nuestro pa¨ªs por la importancia del sector inmobiliario, ha devenido en una crisis sist¨¦mica.
La prioridad es superar la crisis econ¨®mica y crear empleo. Algunos socialistas en los a?os treinta comprendieron que ¡°o la Rep¨²blica acaba con la crisis o la crisis acaba con la Rep¨²blica¡±, y los Pactos de la Moncloa se firmaron para evitar que la crisis acabara con la democracia. Ahora deber¨ªamos ser conscientes de que si la econom¨ªa no crece, el sistema no lo resistir¨¢.
Los fracasos del ¨²ltimo Gobierno socialista y del actual del Partido Popular han generado frustraci¨®n. Confesiones de impotencia del presidente alientan la sensaci¨®n de que los pol¨ªticos no tienen autonom¨ªa y est¨¢n determinados por decisiones supranacionales. La geopol¨ªtica ha cambiado y Europa, que fue la cuna del nacionalismo, como escribi¨® Hobsbawm, ha sido tambi¨¦n la comadrona de la Uni¨®n Europea. En democracia el poder se reparte, y este principio federal debe ser aplicable para Europa y para Espa?a, sobre todo con la econom¨ªa mundializada y la pol¨ªtica organizada en grandes espacios. Para legitimar las medidas de austeridad, la participaci¨®n de los ciudadanos no puede ser sustituida por ning¨²n organismo.
Adem¨¢s de estos cambios en los Estados-naci¨®n, ha triunfado una ofensiva neoliberal que demoniza a lo p¨²blico y al Estado y quiere relegarlo a las v¨ªas muertas de la historia. Esta ideolog¨ªa ha resquebrajado a la socialdemocracia, replegada en la denominada Tercera V¨ªa. El PSOE debe diferenciarse con claridad de su adversario.
El PSOE ha cumplido m¨¢s de 100 a?os por su capacidad de an¨¢lisis y respuesta a la sociedad de cada momento. Tras los datos electorales todos pedimos reflexi¨®n. Recuerdo, ahora que estamos en el Bicentenario, lo que Marx dec¨ªa de la Espa?a de 1812: ¡°En C¨¢diz ideas sin actos y en la guerrilla actos sin ideas¡±. Un partido pol¨ªtico necesita pensar y actuar. No podemos demorarnos en responder a los ciudadanos, compaginando estrategias a largo plazo con acciones concretas.
La situaci¨®n del PSOE es un s¨ªntoma de agotamiento del sistema
Hay que abordar un cambio de modelo productivo y una reestructuraci¨®n econ¨®mica que cree empleo, pero, mientras tanto, tenemos que estar con los parados. Hay que tomar medidas en el sector inmobiliario y en el sistema financiero, pero tenemos que estar adoptando medidas a favor de los desahuciados, solucionando la daci¨®n en pago y la estafa de ¡°las preferentes¡±. Hay que reducir gastos pero hay que incrementar ingresos con una fiscalidad m¨¢s justa, y plantearse el sacrificio que supone a la poblaci¨®n una d¨¦cima de d¨¦ficit.
Otra pol¨ªtica es posible. Hay alternativas. Por ejemplo, ¡°tan solo una rebaja del 1% en gastos militares en el mundo ser¨ªa suficiente para sentar frente a un pizarr¨®n a todos los ni?os del mundo¡±, escribi¨® Carlos Fuentes. Con frecuencia los poetas desentra?an la realidad y si Gamoneda defini¨® la patria como un pa¨ªs con justicia, ?cu¨¢l es la patria de los desahuciados, de los millones de parados, de los j¨®venes sin esperanza?
La situaci¨®n del PSOE es un s¨ªntoma ¡ªhay m¨¢s¡ª de agotamiento del sistema. Pero, ?qu¨¦ hacer para volver a merecer el apoyo? Avanzar hacia un federalismo sin adjetivos que, entre otras cosas, aborde la cuesti¨®n de los privilegios de los conciertos vascos, marque las reglas del juego, reconozca identidades, defina las competencias, clarifique la fiscalidad y garantice la cohesi¨®n social y la democracia sabiendo que no hay democracia estable sin Estado suficiente. En 1978 hubo miedo a la palabra federal y no llamar a cosas por su nombre crea problemas de interpretaci¨®n.
En definitiva, los socialistas debemos recuperar el impulso por la igualdad y la lucha por conseguir que la vida trate con dignidad a todos los seres humanos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda fue presidente de Castilla-La Mancha entre 2004 y 2011.
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