La renuncia de Petraeus
O c¨®mo una relaci¨®n extramarital se hace insostenible para el jefe de la CIA
Solo tres d¨ªas despu¨¦s de su reelecci¨®n, Barack Obama ha aceptado a rega?adientes la dimisi¨®n planteada por David Petraeus. El ya exjefe de la CIA y general m¨¢s laureado de EEUU ha renunciado por sorpresa al cargo despu¨¦s de que una investigaci¨®n del FBI iniciada hace meses, y no centrada espec¨ªficamente en su persona, destapase que estaba implicado en una relaci¨®n extramarital con su bi¨®grafa.
En tiempos no tan lejanos, los estadounidenses y su establishment tend¨ªan a olvidar los pecados personales, incluso los muy conocidos, de sus personajes p¨²blicos. Abundan los ejemplos relevantes antes de que se fuera abriendo camino una cultura de tolerancia cero hacia determinados aspectos de la vida personal que ahora resultan inadmisibles, aun cuando su reprobaci¨®n social tenga mucho de hip¨®crita y no siempre coincida con los intereses del pa¨ªs.
En el caso del general Petraeus, sobre el que de momento se ignora casi todo, la dimisi¨®n era inevitable, m¨¢s all¨¢ de los errores de juicio que el m¨¢ximo jefe del espionaje estadounidense se atribuye en su carta de renuncia y de su trayectoria ejemplar. En tanto que guardi¨¢n supremo de los secretos de EEUU, el conocimiento por malintencionados terceros de su asunto de faldas le colocaba en una situaci¨®n insostenible como blanco perfecto de eventuales chantajes. Un riesgo de seguridad inasumible para la superpotencia.
El militar m¨¢s respetado de su generaci¨®n ha permanecido solo 14 meses ¡ªdesde que Obama le sacara de Afganist¨¢n¡ª al frente de la agencia de espionaje, donde su perfil ha sido incomparablemente m¨¢s tenue que como soldado en activo. Un tiempo demasiado breve como para poder hablar de un legado. Su salida no producir¨¢ ninguna convulsi¨®n, aunque no deber¨ªa ahorrarle, como lamentablemente va a suceder, testimoniar sobre el borr¨®n de la CIA en los acontecimientos de Bengasi, que costaron la vida hace dos meses al embajador estadounidense en Libia.
El brusco abandono de Petraeus ya no supone una conmoci¨®n para su pa¨ªs, que en la ¨²ltima d¨¦cada hizo del general una figura indispensable de sus estrategias en Irak y Afganist¨¢n. Es sobre todo un drama personal para un hombre de 60 a?os, sin afiliaci¨®n pol¨ªtica y cuyo futuro en la vida p¨²blica parec¨ªa ilimitado, como lo atestigua el hecho de que en los ¨²ltimos a?os figurara siempre en las quinielas de sus compatriotas para optar a la Casa Blanca.
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