Una victoria hist¨®rica
Las elecciones de 2012 han cambiado el rumbo de Estados Unidos
Las elecciones de 2012 han sido, como se acabar¨¢ viendo, las m¨¢s trascendentales de la historia norteamericana, de una importancia comparable a las de 1948, las que permitieron a Truman configurar el nuevo orden mundial que prevaleci¨® hasta los a?os noventa, y a las de 1960, que hicieron posible que Kennedy, primero, y Johnson, despu¨¦s, pusieran en marcha la gran cruzada que otorg¨® por fin plenos derechos civiles a los negros de Estados Unidos. Johnson, adem¨¢s, dio varios pasos importantes hacia la instauraci¨®n de un Estado del bienestar, si bien su implicaci¨®n en la guerra de Vietnam empa?¨® todos esos logros. A?os despu¨¦s, las elecciones de 1980 tambi¨¦n transformaron Estados Unidos, aunque en otro sentido. Los efectos de la elecci¨®n de Reagan fueron m¨²ltiples, pero sobre todo ideol¨®gicos. Mucho m¨¢s que cualquiera de sus predecesores, Reagan elev¨® la desconfianza casi instintiva de los estadounidenses en el papel del Estado a la categor¨ªa de dogma mientras, de forma simult¨¢nea, glorificaba las supuestas virtudes eternas del libre mercado. Esta nueva forma de pensar coincidi¨® con la perspectiva similar que ten¨ªa Margaret Thatcher en Gran Breta?a y se convirti¨® en un fen¨®meno mundial denominado neoliberalismo o ¡°pensamiento ¨²nico¡±. En Estados Unidos, su apogeo lleg¨® con George W. Bush. El segundo presidente Bush idolatraba a Reagan, pero carec¨ªa de sus aptitudes y su sentido com¨²n, por lo que, al adoptar la nueva ortodoxia econ¨®mica, la llev¨® hasta el extremo, al mismo tiempo que compromet¨ªa a Estados Unidos en dos guerras extranjeras que casi provocaron la bancarrota y ayudaron a generar la crisis econ¨®mica mundial que a¨²n padecemos.
Las elecciones de 2008, que castigaron a Bush por su extrema incompetencia, fueron cruciales tambi¨¦n porque llevaron a un hombre negro y a un Partido Dem¨®crata m¨¢s o menos revivido al poder. Sin embargo, el posible efecto se diluy¨® con la extra?a pasividad de Obama durante sus primeros 20 meses de mandato, de enero de 2009 a noviembre de 2010, en los que dilapid¨® la enorme libertad de actuaci¨®n que le hab¨ªan dado los electores en una campa?a para impulsar la reforma sanitaria, en vez de abordar otros problemas mucho m¨¢s urgentes como el desempleo masivo y la crisis de la vivienda. Pag¨® el precio de su pasividad en las elecciones parciales a mitad de mandato, en 2010, que produjeron una mayor¨ªa legislativa republicana, decidida a sabotear su programa y apartarle del poder. No cabe duda de que, a su vez, esos excesos de los republicanos contribuyeron a la derrota de Romney en estas elecciones presidenciales de 2012.
La larga hegemon¨ªa de los dem¨®cratas puede dejar atr¨¢s el neoliberalismo
?Por qu¨¦ van a ser m¨¢s significativas las de 2012 que las de 2008? Existen varios motivos. Es de suponer que Obama habr¨¢ aprendido la lecci¨®n de lo que supuso su pasividad en 2009 y 2010 (adem¨¢s de lo que implic¨® su siestecita durante el primer debate presidencial con Romney). Ya no tendr¨¢ la ingenuidad de creer que todos los problemas pueden resolverse mediante la negociaci¨®n con sus rivales. Ahora es m¨¢s consciente de que, en ocasiones, es necesario imponer la propia voluntad de manera partidista. Por consiguiente, podemos esperar que impulse medidas que hasta ahora no ocupaban un lugar tan destacado en su programa.
Ahora bien, la importancia de las elecciones no se mide solo en funci¨®n de Obama. Tambi¨¦n es posible que el Partido Republicano se vea obligado a comprender que sus prejuicios ideol¨®gicos est¨¢n llev¨¢ndole a la extinci¨®n pol¨ªtica y corrija el rumbo para volver a ser un partido conservador tradicional, en vez de una fuerza extremista. Confiemos en que Romney, probablemente la figura m¨¢s inteligente y pragm¨¢tica del partido, encabece las reformas necesarias. Durante la ¨²ltima semana de campa?a dio la impresi¨®n de que se encaminaba en esa direcci¨®n.
Otra consecuencia a largo plazo de estas elecciones podr¨ªa ser una prolongada hegemon¨ªa pol¨ªtica del Partido Dem¨®crata. Con su victoria, Obama ha dejado garantizado que se le atribuya a ¨¦l, y no a Romney, el m¨¦rito de la recuperaci¨®n econ¨®mica que ya ha comenzado en Estados Unidos, y que pronto se acelerar¨¢ gracias a las inteligentes pol¨ªticas que con toda probabilidad va a emprender el Gobierno. Con ello podr¨ªa asegurar la elecci¨®n de un dem¨®crata para la presidencia en 2016, especialmente si, como es muy probable, la candidata acaba siendo Hillary Clinton, que ya goza de enorme popularidad. Una vez en el cargo, Clinton, que ha demostrado enorme competencia en todas las funciones que ha desempe?ado hasta ahora, tendr¨¢ muchas posibilidades de ser reelegida en 2020. De ser as¨ª, los dem¨®cratas ocupar¨¢n el poder durante 16 a?os consecutivos, de 2008 a 2024, suficientes para que Estados Unidos pueda superar la palabrer¨ªa neoliberal heredada de la era de Reagan. Y es importante tener en cuenta que, dado que tanto Obama como Clinton sienten un inter¨¦s excepcional por los asuntos internacionales, tal vez Estados Unidos se abra al mundo exterior m¨¢s que nunca. Quiz¨¢ sea imposible superar por completo, a corto plazo, los aspectos negativos del arraigado sentimiento de ¡°excepcionalismo americano¡±, que muchas veces hace que los estadounidenses minusvaloren a otros pueblos, pero al menos quedar¨ªa algo diluido, por suerte para el mundo entero.
Edward Malefakis es historiador e hispanista estadounidense.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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