Siria necesita una negociaci¨®n a dos bandas
Ni la guerra civil ni una intervenci¨®n militar externa son la soluci¨®n
La guerra civil en Siria suma cerca de 35.000 v¨ªctimas mortales. Aproximadamente 350.000 refugiados se distribuyen entre Jordania, L¨ªbano, Turqu¨ªa e Iraq, y ser¨¢n 700.000 para fin de a?o. La oposici¨®n ha logrado un acuerdo de futuro incierto. La OTAN se ha resistido a intervenir pero avanza el clima en favor de una intervenci¨®n. Una negociaci¨®n nacional e internacional podr¨ªa detener un conflicto que est¨¢ impactando a toda la regi¨®n.
Desde que se inicio la revuelta en 2011, se intentaron tres estrategias. Primero se esper¨® que la presi¨®n en la calle llevase al gobierno de Bachar el Asad a iniciar reformas o marcharse, como ocurri¨® en T¨²nez y Egipto. Segundo, cuando el r¨¦gimen lanz¨® una dura represi¨®n, la comunidad internacional exigi¨® la renuncia del Presidente y alent¨® a la oposici¨®n a continuar la protesta. Esto se hizo sin medir que el r¨¦gimen no se suicidar¨ªa mientras contase con el apoyo de la comunidad alauita (que controla el poder militar y pol¨ªtico), los cristianos ortodoxos y los empresarios.
Ante la dura represi¨®n surgi¨® la oposici¨®n armada que esper¨® erradamente una operaci¨®n a¨¦rea de la OTAN como sucedi¨® en Libia en 2011. Al mismo tiempo, la ONU y la Liga ?rabe encargaron a Kofi Annan una negociaci¨®n. La tarea fue imposible porque el punto de partida de la oposici¨®n externa y la del Ej¨¦rcito Libre de Siria era que el Asad renunciara. Apoyado por las fuerzas armadas sirias (excepto peque?as disensiones), Ir¨¢n, China y Rusia, y ante la perspectiva de terminar en un juicio como Mubarak o asesinado como Gadafi, el presidente sirio y sus militares consideran la ¨²nica opci¨®n es luchar hasta el final.
La tercera estrategia, llevada a cabo por Rusia, Ir¨¢n, Turqu¨ªa y Qatar, e inteligencia de Estados Unidos y Gran Breta?a, fue hacer llegar armas a la oposici¨®n. Esto ha generado una grav¨ªsima violencia, ampliado el abismo entre la oposici¨®n y el r¨¦gimen, y creado una situaci¨®n de casi empate: Asad no puede acabar con los opositores pero estos no pueden derrocar al gobierno. La poblaci¨®n civil sufre las consecuencias, atrapada en el campo de batalla y sanciones internacionales que no afectan al gobierno.
Es preciso detener un conflicto que est¨¢ impactando a toda la regi¨®n
Mientras Estados Unidos busca unificar una oposici¨®n en la que cada vez hay m¨¢s milicianos jihadistas provenientes de diversos pa¨ªses. Los salafistas, con experiencia de combate en otros conflictos y financiaci¨®n exterior, tienen diferentes estrategias, desde implantar un estado islamista radical hasta ver a Siria como parte de un proyecto yihadista internacional.
A diferencia de otros casos de las revueltas ¨¢rabes, Siria es un campo de batalla entre las visiones sun¨ªes y chi¨ªes del Islam, y m¨¢s concretamente entre Catar, Arabia Saudi y Turqu¨ªa, por una parte; e Ir¨¢n y el gobierno iraqu¨ª, por otra. Adem¨¢s, Estados Unidos, Europa, Israel y las monarqu¨ªas del Golfo P¨¦rsico tienen inter¨¦s en que la ca¨ªda de el Asad prive a Ir¨¢n de su principal aliado regional. Esto debilitar¨ªa tambi¨¦n al grupo pol¨ªtico-militar Hezbol¨¢.
China y Rusia consideran que la autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU para proteger civiles en Libia fue aprovechada por la OTAN para derrocar a Gadafi y cambiar el r¨¦gimen pol¨ªtico. Ambos pa¨ªses quieren evitar sentar precedentes en nombre de ¡°intervenciones humanitarias¡± que en el futuro pudiesen volverse contra ellos. Los dos tienen, adem¨¢s, fuertes relaciones con Ir¨¢n y no quieren participar en la desestabilizaci¨®n de Teher¨¢n.
Hasta ahora Estados Unidos y los aliados de la OTAN no han contemplado una intervenci¨®n militar en Siria debido a la dificultad geogr¨¢fica, la potencia del r¨¦gimen, la divisi¨®n de la oposici¨®n, y el temor a que el conflicto se expanda a L¨ªbano y Jordania. Turqu¨ªa y Estados Unidos no quieren un cambio de r¨¦gimen que llevar¨ªa a la fragmentaci¨®n del pa¨ªs, pero preparan m¨¢s armas para la oposici¨®n mientras la OTAN refuerza la frontera turco-siria. La pol¨ªtica contra Siria es impopular en la sociedad turca; los refugiados le causan problemas internos, y las minor¨ªas kurdas en Siria, Iraq y Turqu¨ªa hacen causa com¨²n.
Es urgente detener la brutal guerra en Siria y la crisis humanitaria. La situaci¨®n se vuelve m¨¢s compleja cada d¨ªa debido a la diversidad ¨¦tnica. Los que alientan la guerra est¨¢n jugando con fuego en la regi¨®n. L¨ªbano, por ejemplo, corre peligro de renacimiento del sectarismo.
Dos iniciativas podr¨ªan impulsarse. Primero, apoyar que la misi¨®n de la ONU y la Liga ?rabe que lidera Lakhdar Brahimi tenga poder, recursos y apoyo diplom¨¢tico para negociar un acuerdo entre el r¨¦gimen y la oposici¨®n para iniciar una transici¨®n que incluya a las dos partes y garantice la seguridad de todas las minor¨ªas. Si el Asad es suficientemente poderoso habr¨¢ que negociar con ¨¦l y sus generales. Segundo, el mandato de Brahimi tiene que contar con un apoyo pol¨ªtico que incluya a Estados Unidos, Rusia, China, Ir¨¢n, Egipto, la Uni¨®n Europea, Turqu¨ªa, Catar y la Liga ?rabe, y quiz¨¢ pa¨ªses emergentes como Brasil que no apoyan una intervenci¨®n contra Siria. La guerra civil no es la soluci¨®n. Una acci¨®n militar externa tendr¨ªa resultados imprevisibles.
?Mariano Aguirre dirige el Norwegian Peacebuilding Resource Centre (NOREF), en Oslo.
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