Opini¨®n

Yo tuve un profesor al que le gustaba decir que las matem¨¢ticas no son una opini¨®n. Lo hac¨ªa siempre que nos ped¨ªa la soluci¨®n de un problema y empez¨¢bamos respondiendo pues yo creo que... No me interesa lo que usted crea, se?orita, s¨®lo pretendo que resuelva la operaci¨®n. Era un buen profesor, mucho mejor de lo que yo llegar¨ªa a ser como alumna, y quiz¨¢s por eso no he olvidado aquella advertencia.

Vuelvo a recordarla ahora, cuando la aritm¨¦tica creativa parece haber alcanzado su c¨¦nit. Mi profesor se habr¨ªa muerto de verg¨¹enza al asistir al bochornoso baile de cifras que ha generado la huelga general ¡ªcoste, porcentajes, n¨²mero de manifestantes¡ª y al inconcebible aplomo con el que algunos opinantes profesionales han sostenido n¨²meros no ya falsos, sino incluso imposibles. Pero a m¨ª, quiz¨¢s porque soy de letras, me asombran m¨¢s otras opiniones.

Por ejemplo, que en un pa¨ªs donde la pol¨ªtica est¨¢ absolutamente desprestigiada, la corrupci¨®n absolutamente instalada, y la desconfianza de la ciudadan¨ªa en las instituciones creciendo a ritmos absolutamente vertiginosos, tanta gente pretenda que las centrales sindicales son los malos de esta pel¨ªcula. Trasnochadas, in¨²tiles, impopulares, incentivadoras del odio social... Da igual que puedan convocar dos huelgas generales en siete meses, que tengan millones de afiliados, que llenen las calles de manifestantes, que funden la Cumbre Social con centenares de asociaciones de toda Espa?a. Para cualquier persona sensata es evidente que a cualquier gobierno le convendr¨ªa buscar su apoyo para salir de la crisis pero, para este Gobierno, los sindicatos son el enemigo. Y en ese punto, la m¨¢xima de mi profesor vuelve a demostrar su admirable utilidad. Se?ores, a ver si dejan de opinar y resuelven el problema de una vez, porque llevan ya demasiado tiempo emborronando la pizarra para nada.