Una carta sin firma
Quejas por la publicaci¨®n de una tribuna an¨®nima el domingo pasado con la posici¨®n de la empresa sobre el Expediente de Regulaci¨®n de Empleo de este diario
¡°Como lector del diario EL PA?S desde hace 20 a?os quer¨ªa manifestarle mi m¨¢s en¨¦rgica protesta por la publicaci¨®n de la tribuna no firmada A nuestros lectores. Los t¨¦rminos de la misma referidos al conflicto laboral de EL PA?S y a las medidas de protesta de los periodistas de la Redacci¨®n son inaceptables. No alcanzo a entender el motivo por el que esta tribuna no est¨¢ firmada por su autor. ?Reflejan los t¨¦rminos de la misma la posici¨®n del conjunto del diario? Sospecho que la gran mayor¨ªa de los periodistas que han secundado la huelga y se han movilizado estos ¨²ltimos d¨ªas no se sienten reflejados en la misma. Es evidente que las primeras v¨ªctimas del conflicto laboral de EL PA?S son sus propios periodistas que han hecho grande el diario. Los lectores tambi¨¦n nos encontramos desolados y no vemos reconocidas nuestras posiciones y quejas¡±.
Esta es parte de una carta de un investigador en Ciencias Sociales que firma ?lvaro (aunque se identifica plenamente), de las varias recibidas con motivo del art¨ªculo publicado el pasado domingo donde se expon¨ªa la posici¨®n de la empresa editora ante el proceso del Expediente de Regulaci¨®n de Empleo (ERE) que se ha hecho efectivo esta semana. Una tribuna que se public¨® sin firma. Uno de los lectores se refer¨ªa directamente al car¨¢cter an¨®nimo del art¨ªculo. J. Miguel Mas se preguntaba: ¡°?Qui¨¦n escrib¨ªa la nota? ?El director, la empresa, los accionistas...? No deja de ser chocante que no se firme una nota en la que, entre otras cosas, se critica que los periodistas no firmaran sus art¨ªculos con motivo de su protesta. Creo que los lectores tenemos derecho a saber a qui¨¦n corresponden las opiniones que en ella se planteaban. Se indica que EL PA?S pertenece solo a sus lectores, no al Comit¨¦ de Redacci¨®n ni a nadie m¨¢s. Es una frase bonita, pero soy lector de EL PA?S desde su fundaci¨®n y no recuerdo que en ning¨²n momento nadie nos haya consultado con motivo de ninguna de las transformaciones que se han realizado en este tiempo. Seamos claros: el peri¨®dico pertenece a la empresa editora y los lectores seguiremos si¨¦ndolo mientras consideremos que su contenido vale la pena¡±.
La firma de art¨ªculos con opini¨®n o contenidos susceptibles de debate pertenece a la cultura de este diario y el propio Libro de estilo fija, especialmente en el caso de piezas ¡°particularmente comprometidas o presumiblemente pol¨¦micas¡±, que los autores ¡°deben responsabilizarse plena y p¨²blicamente de su informaci¨®n¡±. El art¨ªculo no contempla ninguna situaci¨®n excepcional.
Es leg¨ªtimo que la empresa publique su posici¨®n ante el conflicto y replique lo que considere falsedades. Durante el mes de negociaci¨®n formal, la empresa, afirmaba en el escrito, ha guardado silencio por respeto al proceso negociador y porque de ninguna manera quiso involucrar a los lectores del diario en el mismo. No obstante, las cartas mencionadas reclaman que el lector, de la misma manera que tiene derecho a conocer la opini¨®n de la empresa, debe tener acceso a la posici¨®n de los representantes de los trabajadores m¨¢s all¨¢ de detalles de la plataforma econ¨®mica presentada en la negociaci¨®n del ERE. En el art¨ªculo se hac¨ªa un relato de parte de lo sucedido este mes y se citaba, por ejemplo, que los periodistas repartieron en algunos quioscos el domingo 28 una carta en la que ¡°explicaban sus particulares puntos de vista¡± o que una veintena de colaboradores se sumaron tambi¨¦n a la protesta con ¡°el especioso¡± argumento de que hab¨ªa una amenaza de censura. Los lectores no han podido conocer, sin embargo, el detalle de estos particulares puntos de vista o los argumentos especiosos. Otra persona, en una llamada telef¨®nica, reclam¨® poder conocer estos puntos de vista para, luego, formarse su propia opini¨®n sobre lo sucedido. La transparencia informativa a que est¨¢ obligado un medio ha de extremarse cuando ¨¦l mismo es el sujeto de la noticia. Si se instala la desconfianza sobre la capacidad del propio diario para informar de su conflicto adquieren notoriedad todo tipo de informaciones o especulaciones en Internet. Marc Estap¨¦, en otra carta, afirma que la noticia del ERE que la empresa ha llevado a cabo con la consecuencia del despido de periodistas ¡°ha circulado por Internet con una velocidad atroz. Le escribo porque EL PA?S no ha ejercido, a mi parecer, la transparencia debidamente. Lo digo en un sentido claro; no he visto (y he buscado) ning¨²n art¨ªculo que mostrara la posici¨®n de los afectados por el ERE¡±.
El director afirma que consider¨® que el texto no deb¨ªa aparecer firmado
Remit¨ª las citadas cartas, en la medida que plantean comprensibles quejas, al director el diario, Javier Moreno. Esta es su respuesta: ¡°Quiero, antes que nada, aclarar la naturaleza del texto publicado el domingo pasado a prop¨®sito del conflicto laboral que ha vivido EL PA?S en las ¨²ltimas semanas, porque ese parece uno de los puntos que ha suscitado mayor controversia entre los lectores que han acudido al Defensor del Lector. Ese d¨ªa el peri¨®dico public¨® dos editoriales. Uno sobre la nueva formaci¨®n profesional y otro sobre el esc¨¢ndalo que se ha abatido sobre la CIA y el general Petraeus. El texto A nuestros lectores se public¨® en una p¨¢gina distinta a la reservada a los editoriales. Y ello fue as¨ª porque no se trataba de un editorial, pese a aparecer sin firma, sino de una carta del peri¨®dico a los lectores, como su nombre indicaba con claridad. En ella se recog¨ªan las causas del Expediente de Regulaci¨®n de Empleo que hab¨ªa desatado el conflicto, las turbulencias vividas dentro de la Redacci¨®n y fuera de ella como consecuencia de aquel y la determinaci¨®n en mantener la solvencia moral del proyecto colectivo que siempre ha sido EL PA?S, pese a la crisis que azota Espa?a y la industria de los medios de comunicaci¨®n. Como director, soy el responsable ¨²ltimo ante los lectores y ante la ley de todos los textos que se publican en el peri¨®dico. Tambi¨¦n de este. Y consider¨¦ que, en tanto que comunicaci¨®n institucional de la posici¨®n del peri¨®dico y de la empresa sobre lo sucedido en los ¨²ltimos 30 d¨ªas, el texto no deb¨ªa aparecer firmado. ?Recog¨ªa, como se queja alg¨²n lector, la posici¨®n de la mayor¨ªa de periodistas que secundaron los tres d¨ªas de huelga? El texto ciertamente explicaba que esta se produjo en defensa leg¨ªtima de los derechos de los trabajadores y que fue secundada por un 80% de la plantilla. Informaci¨®n que, por cierto, se proporcion¨®, con los datos correspondientes, en las p¨¢ginas del propio peri¨®dico todas y cada una de las jornadas de huelga. En total, se publicaron seis informaciones sobre el conflicto, en las que se recogi¨® la posici¨®n en contra del Comit¨¦ de Empresa o la reprobaci¨®n del presidente del peri¨®dico en una asamblea de trabajadores. Conf¨ªo por otra parte en que las ¡®posiciones y quejas¡¯ de los lectores, cuya ausencia tambi¨¦n ha suscitado protestas, queden adecuadamente reflejadas en esta tribuna del Defensor del Lector, la instituci¨®n de la que se ha dotado el peri¨®dico para este fin. Lo lamento, pero resulta seguramente inevitable: en un conflicto de la gravedad y con las dolorosas consecuencias de un ERE, que finalmente ha afectado a 129 personas, las expresiones de protesta se multiplican y, junto a aquellas leg¨ªtimas, se producen tambi¨¦n no pocas acusaciones injustas, infundadas o directamente falsas o tendenciosas. Ellas se han dado en cartas abiertas, tribunas ajenas al peri¨®dico, medios digitales de variada reputaci¨®n o incluso conferencias p¨²blicas. Considero que cubrirlas en su totalidad y refutar aquellas que as¨ª lo hubieran requerido hubiera excedido las p¨¢ginas del peri¨®dico y hubiese supuesto una falta de respeto al involucrar a los lectores en un conflicto laboral que, vuelvo aqu¨ª a asegurar, no afectar¨¢ en absoluto a la calidad de EL PA?S, a su profesionalidad, a su independencia, as¨ª como a su permanente defensa de una idea laica, progresista y de continua modernizaci¨®n de la sociedad a la que se dirige, tanto en Espa?a como en Am¨¦rica Latina¡±.
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