Podemos evitar que m¨¢s ni?os coman arena
Fotograf¨ªa: UNICEF.
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos quienes defendemos los programas de ayuda al desarrollo es la dificultad de ofrecer resultados tangibles que permitan a la opini¨®n p¨²blica calibrar las consecuencias de un recorte. La desaparici¨®n del ambulatorio de nuestro barrio o el despido de profesores en la escuela de nuestros hijos resultan perfectamente tangibles y, en consecuencia, provocan una reacci¨®n de rechazo de la ciudadan¨ªa. Pero ?qu¨¦ ocurre exactamente cuando un pa¨ªs pobre deja de recibir el apoyo que Espa?a u otros donantes le estaban dando (por peque?o que este fuese)?
Para contestar a esta pregunta se presenta esta ma?ana en Madrid el informe Mi hijo ya no come arena, en el que he estado trabajando durante los ¨²ltimos meses por encargo de UNICEF Espa?a. Esta investigaci¨®n documenta los avances de Mauritania en la lucha contra la desnutrici¨®n e ilustra la importancia de Espa?a como un donante estrat¨¦gico en este ¨¢mbito. Aunque uno de cada cuatro menores de cinco a?os sigue sufriendo desnutrici¨®n en este pa¨ªs, esta cifra es la mitad de lo que se observa en el resto de ?frica. De haber seguido la trayectoria del continente durante los ¨²ltimos veinte a?os, Mauritania tendr¨ªa hoy cerca de 90.000 ni?os desnutridos m¨¢s, una poblaci¨®n equivalente a la de la ciudad de Toledo. El Fondo ODM, financiado ¨ªntegramente por Espa?a, ha sido un pieza clave en la innovaci¨®n de esta estrategia.
La pregunta que muchos se hacen es si ser¨¢ posible mantener esta trayectoria de ¨¦xito en el futuro, cuando a la crisis m¨²ltiple que castiga a la regi¨®n (clima, alimentos, econom¨ªa y refugiados) se unen las incertidumbres sobre el compromiso financiero de los pa¨ªses donantes. La petici¨®n de ayuda de emergencia realizada por buena parte de las agencias humanitarias que operan en Mauritania hab¨ªa recibido en agosto de 2012 tan solo un 40% de los recursos necesarios (de los 94 millones de d¨®lares solicitados, las agencias solo han recibido 39 millones). Con esta respuesta, Mauritania se hab¨ªa convertido en la emergencia internacional cuya brecha entre lo solicitado y lo recibido es m¨¢s grande.
?Qu¨¦ vamos a hacer, se preguntar¨¢n, con la que est¨¢ cayendo? Para empezar, podr¨ªamos analizar las cifras con cierta perspectiva. El Fondo ODM son 7,5 millones de euros, tres menos que el sueldo anual de Antonio Brufau, presidente de Repsol, una compa?¨ªa por la que el Gobierno se parte la cara donde haga falta. El coste total de acabar con la desnutrici¨®n en el conjunto del planeta es de 10.300 millones de d¨®lares anuales, una quinta parte de lo que se calcula que ser¨¢ necesario para el pen¨²ltimo rescate de la banca espa?ola. De este dinero, los donantes se limitan a aportar cada a?o¡ una quinceava parte (algo m¨¢s de 700 millones). Estos y otros detalles est¨¢n explicados en el informe.
As¨ª que, siendo cierto que faltan recursos, el hecho es que a algunos les faltan m¨¢s que a otros. Como este blog ha repetido en numerosas ocasiones, la distribuci¨®n de los presupuestos refleja opciones pol¨ªticas en las que la lucha contra la pobreza (nacional e internacional, y en cantidades incomparablemente m¨¢s modestas que las ayudas al sector financiero) sale perdiendo. Lo dem¨¢s son cuentos chinos.
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