El peligro
A Luis de Guindos le dicen que es el peor y se le pone cara de peor. En la misma circunstancia, a Montoro se le pone cara de ser el mejor.
Luis de Guindos es considerado el peor ministro de Econom¨ªa de Europa, en una tabla comparativa de 19 responsables de la gesti¨®n en esa ¨¢rea, seg¨²n una clasificaci¨®n del Financial Times. Es una pena. Con Crist¨®bal Montoro, por ejemplo, estar¨ªamos celebrando semejante ¨¦xito. Quiero decir, lo estar¨ªa celebrando ¨¦l, como aquel ciclista que por fin consigui¨® llegar ¨²ltimo al Tour despu¨¦s de fracasar en varios intentos como pen¨²ltimo. A Luis de Guindos le dicen que es el peor y se le pone cara de peor. En la misma circunstancia, a Montoro se le pone cara de campe¨®n. No se sabe exactamente de qu¨¦, pero eso es lo de menos. No consta que el titular de Econom¨ªa y Competitividad haya luchado con especial entusiasmo para alcanzar esta llamativa plaza ni tampoco para evitarla. El problema de Guindos, que de superstici¨®n econ¨®mica sabr¨¢ como el que m¨¢s, es la realidad. Y la realidad es una enemiga de cuidado. En un tiempo la crey¨® dominar, pero fue un espejismo. Por eso ahora se le ve abrumado, mirando siempre hacia atr¨¢s: es un fugitivo de la realidad. Con Aznar II, cuando ya Espa?a eructaba ladrillo, Luis de Guindos fue uno de los m¨¢s fervientes negacionistas de la burbuja inmobiliaria. Y era el responsable de Lehman Brothers para la pen¨ªnsula Ib¨¦rica cuando en el 2008 la quiebra de ese gigante estadounidense revent¨® las ca?er¨ªas del sistema financiero. ?Cu¨¢l es la relaci¨®n de Montoro con la realidad? La impresi¨®n es que el ministro de Hacienda vive al tiempo en la realidad y su reverso oscuro. Esa ubicuidad viene dada por una fuerte ideolog¨ªa posesiva. El poder partidista le da coraje, pero tambi¨¦n una distorsi¨®n marrullera. Maestros de esta especie fueron Guerra y Trillo. Ahora parecen clonarse. Ante la fe ciega, Hannah Arendt hablaba del ¡°para¨ªso del chiflado¡±. Un infierno, claro. Y nada hay peor para crearlo que un Gobierno hechizado por un nepotismo sectario.
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