M¨¦xico, destino esperanza
Escalofriante cr¨®nica del dolor y sufrimiento que padecieron los que salieron de Espa?a al terminar la Guerra Civil
El Gobierno del presidente mexicano L¨¢zaro C¨¢rdenas fue de los pocos que colabor¨® con la Rep¨²blica espa?ola vendi¨¦ndole armas durante la Guerra Civil. Cuando todo hubo terminado, y los campos de internamiento que se montaron en Francia se hacinaban de espa?oles, volvi¨® a tender de nuevo la mano a los derrotados abri¨¦ndoles las puertas de su pa¨ªs y facilit¨¢ndoles el viaje por el Atl¨¢ntico. Llegaron unos 20.000, que pudieron as¨ª rehacer sus vidas. Conrado ?lvarez, un muchacho de 14 a?os, fue uno de los tantos que escribi¨® a la embajada mexicana de Par¨ªs para solicitar asilo. ¡°Quiero ser un hombre i noser el dia de ma?ana un golfo¡±, explic¨® para obtener la ayuda.
Sus palabras forman parte de una de las m¨¢s de 7.000 cartas que se conservan en el Archivo Hist¨®rico Diplom¨¢tico de la Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores de M¨¦xico. Este peri¨®dico ha partido de ese material pr¨¢cticamente in¨¦dito para elaborar, desde el pasado domingo, una escalofriante cr¨®nica del dolor y sufrimiento que padecieron cuantos salieron de Espa?a al terminar la guerra, y para recoger tambi¨¦n los latidos de esperanza que volvieron a golpear los corazones de los vencidos gracias a la generosidad de M¨¦xico.
Alguno se ofreci¨® ¡°para ensayar el cultivo del arroz" y otro manifest¨® tener experiencia con ¡°albaricoques, melocotoneros o durasnos, ciruelos y pi?a¡±. Estaban pasando fr¨ªo y hambre en un pa¨ªs extra?o que los arrincon¨® bajo la, a veces, brutal vigilancia de la gendarmer¨ªa francesa y sus esbirros.
Para obedecer la orden del presidente C¨¢rdenas de ayudar a los refugiados espa?oles, los diplom¨¢ticos mexicanos se jugaron muchas veces el pellejo y tuvieron que ser corajudos.
Al embajador Luis I. Rodr¨ªguez le toc¨® negociar, en la Francia de Vichy, con el mariscal P¨¦tain. ¡°?Por qu¨¦ esa noble intenci¨®n que tiende a favorecer a gente indeseable?¡±, le pregunt¨® el viejo militar que no hab¨ªa tenido empacho alguno en colaborar con los nazis. El mexicano no se arredr¨® y le contest¨® que amparaba a quienes ¡°llevan nuestra sangre y nuestro esp¨ªritu¡±. A aquellos, como Licesio Rodr¨ªguez, cuyo ¨²nico delito fue, como escribi¨®, ¡°haber defendido la REP?BLICA ESPA?OLA¡±.
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