?rdago fracasado
El plan de Mas para aumentar su poder sufre un fuerte rev¨¦s; el soberanismo no logra avanzar
El primer plebiscito sobre el soberanismo reivindicado por el presidente de la Generalitat y candidato a la reelecci¨®n, Artur Mas, ha terminado en un grave fracaso personal. Tras haber solicitado una ¡°mayor¨ªa excepcional¡±, quedarse por debajo de la mayor¨ªa absoluta era un desastre para CiU; pero quedarse lejos supone un fracaso estrepitoso. Situarse a gran distancia de la segunda y la tercera fuerza es un dato, pero en absoluto justifica el adelanto electoral, el discurso por el ¡°Estado propio¡± y la tensi¨®n a la que ha sometido a toda la sociedad. CiU se encuentra ahora en peores condiciones que antes de que Mas interrumpiera abruptamente la legislatura. Si no lo hubiera fiado todo a la agenda soberanista podr¨ªa haber buscado aliados en uno y otro lado del espectro ideol¨®gico, y de hecho tuvo el apoyo del PP para los presupuestos y las pol¨ªticas de austeridad, y el de la izquierda para la reivindicaci¨®n del pacto fiscal. Ahora, los nacionalistas depender¨¢n a¨²n m¨¢s de los independentistas, principalmente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), aut¨¦ntica beneficiaria de la operaci¨®n.
Es cierto que Mas saca algo a cambio, aunque a un precio desorbitado. Haber convocado ahora las elecciones le permite eludir la sanci¨®n de las urnas al t¨¦rmino de lo que habr¨ªa sido la legislatura normal, en dos a?os, cuando habr¨ªa acusado de forma m¨¢s severa el desgaste de la crisis econ¨®mica y de las pol¨ªticas de austeridad aplicadas. El adelanto facilita a CiU otros cuatro a?os como primera fuerza en Catalu?a, al tiempo que ha servido para movilizar fuertemente al electorado, como lo muestra el importante avance en la participaci¨®n de los ciudadanos en unas elecciones auton¨®micas. Esta movilizaci¨®n indica que los catalanes se han tomado los comicios de ayer como si hubieran sido unas elecciones generales.
El resultado de los socialistas pulveriza sus opciones como alternativa de gobierno en Catalu?a. El debate sobre la crisis econ¨®mica ha quedado desplazado por el del soberanismo, y este hecho, unido al de contar con un l¨ªder que acababa de hacerse cargo de esa responsabilidad, ha obligado al Partido de los Socialistas de Catalu?a (PSC) a abordar las elecciones en un mal momento, cuando su propuesta federalista no estaba madura ni siquiera para el PSOE.
En todo caso, las corrientes centrales de la pol¨ªtica catalana, CiU y PSC, quedan debilitadas en la polarizaci¨®n provocada por los impulsos independentistas e inmersas en un Parlamento m¨¢s plural y fragmentado. El resultado tampoco es bueno para el Partido Popular, que hab¨ªa echado el resto por creerse en el mejor escenario posible para ganarse la confianza de los electores que no quieren aventuras independentistas y prefieren a Catalu?a firmemente anclada en Espa?a. El ascenso de Ciutadans indica que esta opci¨®n ha sido la destinataria de muchos votos que se oponen al independentismo, pero que tampoco se f¨ªan del PP. Esos datos no gustar¨¢n al Gobierno de Mariano Rajoy, que adem¨¢s ha permitido un final de campa?a ensuciado por la utilizaci¨®n de un documento policial elaborado en condiciones irregulares.
El bloque pol¨ªtico claramente soberanista sostiene su posici¨®n en Catalu?a, pero no avanza. El mensaje enviado por las urnas es que hay muchos motivos por los que los catalanes deber¨ªan emplear sus energ¨ªas en tareas menos inciertas que la de romper con el resto de Espa?a; y tambi¨¦n, que sobran los motivos en el resto de Espa?a para revisar y negociar lo que pueda haber de injusto en el trato a Catalu?a. Mas tendr¨¢ dificultades para gestionar la compleja situaci¨®n en la que ¨¦l mismo se ha puesto. Pero es la hora de la altura de miras para los soberanistas catalanes y para el Gobierno de Espa?a y las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas nacionales.
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