Modelo equivocado
La uni¨®n bancaria impuesta por Alemania fractura el mercado financiero europeo
Europa ya tiene su embri¨®n de uni¨®n bancaria y es dudoso que, en las condiciones pactadas, dicha uni¨®n sirva para que la econom¨ªa del euro recupere competitividad en los mercados. El acuerdo, en sus t¨¦rminos b¨¢sicos, responde punto por punto a las exigencias alemanas: el supervisor bancario ¨²nico (el BCE) solo tendr¨¢ potestad para controlar las grandes entidades financieras europeas, aquellas que dispongan de un volumen de activos superior a 30.000 millones; y habr¨¢ una separaci¨®n rigurosa de funciones en el BCE entre las estrictamente monetarias y las de supervisi¨®n. Angela Merkel ya se ha encargado de explicar en el Bundestag que el acuerdo es un triunfo alem¨¢n; es el momento de explicar por qu¨¦ el triunfo para Alemania puede ser un error para Europa en t¨¦rminos financieros. Otra cosa es que en t¨¦rminos pol¨ªticos o burocr¨¢ticos un acuerdo tan t¨¦cnicamente discutible sea mejor que nada.
Tal como ha salido de Bruselas, el acuerdo sobre el supervisor ¨²nico segmenta el mercado bancario europeo en dos grandes bloques: las grandes entidades, supervisadas por el BCE, y las que tengan activos por debajo de los 30.000 millones, que ser¨¢n supervisadas por los Gobiernos nacionales. La triunfante propuesta de Sch?uble tiene como objetivo principal ocultar la situaci¨®n poco halag¨¹e?a de las cajas alemanas y los bancos de los l?nder. El pretexto que encubre ese objetivo es que se trata de poner bajo supervisi¨®n del BCE todo el riesgo sist¨¦mico europeo. Pero el hecho es que, como demuestra el caso de Espa?a, las peque?as entidades tambi¨¦n son capaces de intoxicar el sistema bancario nacional. Esta circunstancia es la que invalida el argumento alem¨¢n de que la supervisi¨®n nacional de sus cajas y bancos regionales no es relevante, porque Alemania pagar¨ªa el eventual saneamiento de sus entidades. El riesgo no est¨¢ en la quiebra, sino en la contaminaci¨®n de los activos.
No est¨¢ clara tampoco la unidad de supervisi¨®n. Lo ideal hubiera sido un supervisor ¨²nico para el conjunto del sistema euro y controles delegados en los bancos centrales nacionales. Pero con el modelo alem¨¢n, es muy alto el riesgo de que el Santander o el Deutsche Bank sean inspeccionados con unas reglas y las peque?as entidades nacionales con otras. En el caso de Espa?a, el criterio de tama?o dejar¨¢ fuera de supervisi¨®n europea el 20% de los activos bancarios y dentro apenas a 15 entidades. Un efecto secundario adicional es que en funci¨®n del rigor de una supervisi¨®n u otra, los bancos m¨¢s peque?os pueden ceder a la tentaci¨®n de no crecer para librarse de la supervisi¨®n europea.
Frente a una uni¨®n bancaria dudosa, plena de aplazamientos e indecisiones, brilla la decisi¨®n real de la Reserva Federal estadounidense. Bernanke se ha comprometido a mantener los tipos pr¨®ximos a cero y a comprar deuda hasta 85.000 millones de d¨®lares en tanto el desempleo no baje hasta el 6,5%. Estados Unidos s¨ª parece comprometido en una pol¨ªtica econ¨®mica de reactivaci¨®n, cueste lo que cueste. Para ejemplo de Europa.
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