La mujer m¨¢s rica no tiene por qu¨¦ ser la m¨¢s querida
La australiana Gina Rinehart es una de las mayores fortunas del mundo, y tiene fama de insolidaria Es alabada en su sector, la miner¨ªa, y despreciada por sus hijos y algunos medios de comunicaci¨®n Mientras publica un libro para mejorar su imagen, advierte que su pa¨ªs podr¨ªa convertirse en Espa?a
Gina Rinehart, posiblemente la mujer m¨¢s rica del planeta, ha escrito un libro. La multimillonaria australiana apareci¨® en los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo este verano cuando la revista Business Review Weekly revel¨® que su fortuna de 29.000 millones de d¨®lares la aupaba en lo m¨¢s alto del ranking de riqueza femenina (dato oportunamente discutido por Forbes, el vadem¨¦cum de los ricachones, que sigue otorgando a Christie Walton, la heredera de los almacenes Wal Mart, esa codiciada corona). Ahora, la empresaria, due?a de un emporio minero que hered¨® de su padre, Langley Hancock, ha dado el paso literario.
Su libro Northern Australia and then some: changes we need to make our country rich (El norte de Australia y algo m¨¢s: los cambios que necesitamos para hacer rico a nuestro pa¨ªs) no es una autobiograf¨ªa al uso, aunque muchos de sus pasajes parecen escritos para refutar expresamente algunas de las biograf¨ªas no autorizadas que se han publicado sobre ella, y que le presentan como una mujer p¨¦rfida, inmisericorde con los suyos y con los d¨¦biles.
Definido por su editor como un ¡°compendio de discursos, art¨ªculos e im¨¢genes que ofrece al lector una visi¨®n completa de los pensamientos de Rinehart¡±, el libro encuentra especial inter¨¦s en las escasas alusiones a la vida personal de esta viuda de 58 a?os, repudiada por tres de sus cuatro hijos, que la han demandado para disfrutar en lo mejor de su vida de la herencia del abuelo.
En las im¨¢genes que incluye la obra, contenidas tambi¨¦n en la web de la presentaci¨®n oficial, podemos ver a una jovencita pizpireta e incluso agraciada, lejos de la imagen hostil actual, maltratada por la edad y la obesidad. Casi siempre a la vera de su padre, rodeada de empresarios y pol¨ªticos desde su infancia, no puede decirse, sin embargo, como insisten sus cr¨ªticos, que se trate de una ni?a de pap¨¢ y una heredera m¨¢s. Desde que se hizo con el mando de Hancock Prospecting ha multiplicado por 300 su valor y supo ver, a diferencia de su ambiciosa prole, el futuro de un negocio gracias al boom de las materias primas y de la inagotable demanda de China.
¡°Si envidian a los que tienen m¨¢s dinero, no se queden sentados quej¨¢ndose", ha declarado. ¡°Hagan algo para ganar m¨¢s, pasen menos tiempo bebiendo, fumando y parloteando y trabajen m¨¢s¡±
Rinehart, recelosa de la prensa, a la que vet¨® en su mayor¨ªa en el estreno del libro, organiz¨® una presentaci¨®n en vivo en ocho ciudades, a las que viaj¨® saltando de una a otra en su avi¨®n privado. La empresaria minera no precisa del favor de los medios de comunicaci¨®n. Si es preciso, los compra, y punto. Recientemente tom¨® participaciones en el grupo Fairfax Media y en el Canal 10. Antes que de periodistas, prefiere rodearse de sus amigos fraternales de la comunidad minera que aplaudieron a rabiar todas sus propuestas.
Devota de la memoria de su padre, fallecido hace 20 a?os y que hac¨ªa gala de ideas tan peregrinas como el empleo de bombas nucleares para las prospecciones o la independencia del Estado occidental australiano, Rinehart se ha convertido en el referente de muchos australianos, atemorizados por el peligro de una recesi¨®n, y cuya econom¨ªa cada vez es m¨¢s dependiente de la demanda china.
Es una multimillonaria que no teme alimentar su propia leyenda negra con declaraciones de un vibrante conservadurismo (¡°Si envidian a los que tienen m¨¢s dinero, no se queden sentados quej¨¢ndose. Hagan algo para ganar m¨¢s, pasen menos tiempo bebiendo, fumando y parloteando y trabajen m¨¢s¡±) o lanzando iniciativas contra el Gobierno ¡°socialista¡± australiano, como la petici¨®n de rebaja del salario m¨ªnimo o la contrataci¨®n de trabajadores asi¨¢ticos en las minas cuando hay miles de mineros nacionales en paro.
En sus paradas promocionales se mostr¨® m¨¢s comedida, tal vez en homenaje a la memoria de su amado progenitor, que la llev¨® a hacer coincidir la presentaci¨®n del libro con el 60? aniversario del hallazgo de Pilbara, los enormes yacimientos de mineral de hierro que Hancok descubri¨® por casualidad mientras casi se mata en su avioneta en medio de una tormenta, y son el origen de su enorme fortuna.
Con todo, Rinehart mand¨® un aviso a sus compatriotas: ¡°No quiero ver a Australia continuar por un camino con demasiadas cabezas enterradas en la arena (como el avestruz), los inversores cada vez m¨¢s cr¨ªticos y desalentados por las malas pol¨ªticas, y muy pocos comprendiendo de verdad los problemas mientras Australia se mueve para convertirse en otra Grecia, Espa?a o Portugal¡±.
No deben de estar muy contentos con esta afirmaci¨®n los miembros del Gobierno de Rajoy, o los defensores de la marca Espa?a ni, en general, todos aquellos que viven de vender una imagen de un optimismo desaforado de un pa¨ªs con la cuarta parte de su poblaci¨®n en paro y una deuda astron¨®mica de 900.000 millones de euros. La alusi¨®n a Espa?a como paradigma del desastre econ¨®mico al que llevan las malas pol¨ªticas se est¨¢ convirtiendo en un cl¨¢sico. La utiliz¨® Nicolas Sarkozy en la ¨²ltima campa?a presidencial, y lo mismo hizo luego el candidato republicano, Mitt Romney, en su lucha por llegar a la Casa Blanca.
Rinehart tiene claro que la soluci¨®n para su Australia es recortar los gastos y fomentar la inversi¨®n, protegiendo a las peque?as empresas. Cree que la miner¨ªa puede desempe?ar un papel decisivo en la creaci¨®n de esa riqueza siempre que el Gobierno no se empe?e en verla como un enemigo y frenar su desarrollo con leyes absurdas como el impuesto minero y la nueva tasa de emisiones que entr¨® en vigor este verano. A diferencia de nuestros ricos nacionales, la australiana no se maquilla con una imagen filantr¨®pica. Tal vez sea mucho mejor as¨ª. Los ricos son ricos por algo, dice la sentencia popular.
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