Un poco de aire ante la inmersi¨®n
El castellano es la lengua com¨²n y ampliamente mayoritaria de los catalanes, seg¨²n la propia Generalitat. Los datos no cuadran con el relato nacionalista. La pregunta es: ?qui¨¦n no respeta la identidad?
De nuevo el nacionalismo con los tambores de la cat¨¢strofe. Nadie propone que el catal¨¢n deje de ser vehicular ni la separaci¨®n de ni?os por lenguas, sino la simple aplicaci¨®n de sentencias del Constitucional y del Supremo, que avalan una tibia educaci¨®n biling¨¹e. Siempre atenta a las inquietudes del poder local, la disciplinada sociedad civil no falta al en¨¦simo toque de corneta. Se fotograf¨ªan indignados los rectores de Universidad y desde el AMPA, con siglas independentistas, se convoca por correo electr¨®nico a los padres a manifestaciones. Entretanto, a diferencia de lo que sucede en Madrid, con imperturbabilidad budista se digieren recortes y privatizaciones de un Gobierno aut¨®nomo que no tiene pudor en decir, por boca de su consejero de Salud, que ¡°no hay un derecho a la salud, porque depende del c¨®digo gen¨¦tico de la persona¡±. Ser¨¢ el hecho diferencial.
A la izquierda catalana le falta tiempo para apuntarse. Algo inexplicable. Desde 1953 la educaci¨®n en lengua materna es un derecho reconocido por la Unesco y, entre nosotros, el biling¨¹ismo era el modelo de la Rep¨²blica, incluido el Estatuto de Nuria, y el que defendi¨® el PSC hasta hace dos d¨ªas, apelando a su pedagoga de cabecera, Marta Mata. Ahora, sin que se sepa c¨®mo ni por qu¨¦, nos encontramos a la izquierda relacionando ¡°identidades¡± con naciones y ciudadan¨ªas, urdiendo argumentos con los mimbres intelectuales que nutrieron la peor historia europea. Si lo dudan, vean la entrevista de Ra¨¹l Romeva, eurodiputado de ICV, en el interesante blog A Word In Your Ear.
Por lo com¨²n, cuando se grita mucho las razones escasean. Y en estos d¨ªas se grita m¨¢s que nunca. Pero tambi¨¦n hay argumentos. En alg¨²n libro y en estas mismas p¨¢ginas he intentado mostrar la pobreza de los fundamentos te¨®ricos de las pol¨ªticas ¡°normalizadoras¡±. Ahora, por debajo de la mara?a ret¨®rica, aparecen nuevas razones, menos te¨®ricas. Apelan a la realidad, la eficacia y los consensos. No est¨¢ de m¨¢s evaluarlas.
El informe PISA se hace en catal¨¢n y por tanto no mide la comprensi¨®n lectora en castellano
La primera invoca la realidad catalana, agredida en su identidad. Dilucidar identidades no es cosa sencilla, ni siquiera cuando se trata de individuos. En el caso de las comunidades, ni les cuento. En todo caso, cualquier idea de identidad tiene que atender a lo com¨²n o, en su defecto, mayoritario. Nunca a lo extravagante o singular. La identidad de mi familia no es mi primo alto y rubio. Y los datos, tampoco esta vez, cuadran con el relato nacionalista. Seg¨²n la propia Generalitat, el 55% de los catalanes tenemos como lengua materna el castellano y el 31,6% el catal¨¢n. Relean: el castellano es la lengua com¨²n y ampliamente mayoritaria de los catalanes. Ahora la pregunta: ?qui¨¦n no respeta la identidad?
La segunda apunta a la eficacia pedag¨®gica. Se nos dice que los ni?os catalanes, sin escolarizarse en castellano, tienen un dominio superior de la lengua com¨²n al resto de los espa?oles. Si as¨ª fuera, solo caben dos posibilidades: bien los catalanes somos un portento de la naturaleza, bien la escolarizaci¨®n en una lengua es contraproducente para su conocimiento. Como ninguna de las dos resulta plausible, hay que dudar de las fuentes. Y, en efecto, mirados de cerca, tampoco esta vez los datos abruman. Mejor dicho, es que no hay. Ahora sabemos, por boca de Joaquim Prats, exresponsable del informe PISA en Catalu?a, que ¡°el informe se hace en catal¨¢n, (y que) por tanto, no mide la comprensi¨®n lectora en castellano¡±. En realidad, los escasos datos disponibles no desmienten el sentido com¨²n y, entre catalanes, muestran el mayor fracaso escolar de los castellanoparlantes, los de menos recursos, por cierto. La ¨²nica prueba concluyente es la que no se hace: exponer a todos los estudiantes espa?oles a las mismas exigencias de competencia ling¨¹¨ªstica. Al final, con tanto ruido, nos olvidamos de lo obvio: hablar una lengua no es dominarla. Todos, incluso los analfabetos, hablamos una lengua. En la escuela se busca otra cosa, lo que los especialistas llaman Cognitive Academic Language Proficiency, competencia para entender informaci¨®n nueva, ajena al contexto y con un cierto grado de abstracci¨®n. Eso solo se adquiere con la escolarizaci¨®n, como bien sabe el presidente de la Generalitat cuando elige un colegio triling¨¹e para sus hijos.
La tercera invoca la cohesi¨®n. Seg¨²n parece, el biling¨¹ismo dividir¨ªa a la sociedad catalana. Un argumento pobre. Si la ense?anza en una sola lengua es garant¨ªa de cohesi¨®n, habr¨ªa que escolarizar solo en castellano, la lengua mayoritaria, com¨²n y, adem¨¢s, de muchos emigrantes y de los vecinos ¡°espa?oles¡±. Adem¨¢s, la experiencia disponible no avala la tesis fratricida. Sin ir m¨¢s lejos, Finlandia, el pa¨ªs con mejores resultados educativos en Europa, imparte la ense?anza en dos lenguas y no parece que est¨¦ al borde de la guerra civil. Finalmente, el argumento resulta impreciso porque equipara biling¨¹ismo a separaci¨®n por lenguas, cuando no es lo mismo un sistema en donde los alumnos permanecen juntos mientras reciben ense?anza de distintas materias en las dos (o tres) lenguas oficiales que otro de doble red, el de Finlandia, en el que las distintas escuelas imparten la ense?anza en las diferentes lenguas oficiales seg¨²n la elecci¨®n de los padres y aprenden la otra lengua como asignatura. Esos son los sistemas que podemos encontrar en Europa. Y en el mundo, incluido Quebec. En realidad, la anomal¨ªa planetaria es Catalu?a. De modo que el argumento resulta inconsecuente, falso y, en el mejor de los casos, confuso. Puestos a decirlo todo, hasta dudo de su sinceridad, de la preocupaci¨®n por la paz civil por parte del nacionalismo, cuando su objetivo pol¨ªtico es levantar fronteras y su estrategia alentar la tensi¨®n entre conciudadanos.
El nacionalismo pretende levantar fronteras y alentar la tensi¨®n entre conciudadanos
El ¨²ltimo argumento apela al consenso ciudadano. Su aval: casi todos los partidos defienden la inmersi¨®n. El argumento, obviamente, no sirve para defender la propia opini¨®n, como hacen los socialistas. La afirmaci¨®n ¡°estoy de acuerdo porque todos estamos de acuerdo¡± se sostiene en el aire, esto es, en ninguna parte. Bastar¨ªa con que ellos cambiaran de opini¨®n para que ¡°el argumento¡± dejara de valer. Lo mejor en estos casos es preguntar a los ciudadanos directamente. Y as¨®mbrense, las encuestas de la Generalitat, que preguntan sobre lo humano y lo divino, jam¨¢s han mostrado inter¨¦s en saber qu¨¦ prefieren los ciudadanos.
Quiz¨¢ la explicaci¨®n del descuido hay que buscarla en los resultados de las encuestas de CSIS que, mientras se hicieron, mostraban una clara preferencia por el biling¨¹ismo. El ¨²nico pie emp¨ªrico en el que se sostiene la supuesta unanimidad es ¡°la falta de demanda social¡±. Una falta de demanda que se entiende bastante bien al leer la respuesta del Departament d¡¯Ensenyament a la pregunta de en qu¨¦ consist¨ªa la (posible) ense?anza en espa?ol durante la etapa de primaria, recogida en el mejor libro que conozco sobre la experiencia catalana, Sumar y no restar. Ah¨ª va: ¡°El profesor imparte la clase en catal¨¢n y una vez acabada la lecci¨®n, se acerca al alumno en cuesti¨®n y le repite en espa?ol lo que acaba de explicar en catal¨¢n. El alumno tiene derecho a hablar en espa?ol con el profesor y a realizar los ex¨¢menes en esta lengua, pero sus libros de texto deben estar escritos en catal¨¢n y ¨¦l debe permanecer siempre en la clase con los dem¨¢s alumnos¡±. Traducido: ¡°a ver, el valiente, un paso al frente¡±. Calificar este procedimiento como humillaci¨®n es quedarse corto. Segregaci¨®n, tampoco alcanza.
Naturalmente, la obscenidad intelectual b¨¢sica radica en relacionar derechos con ¡°n¨²mero de demandantes¡±. Con ese argumento los negros no habr¨ªan pisado las universidades norteamericanas. Seamos claros, el argumento relevante no se puede invocar. Es de uso interno. Lo expres¨® impecablemente hace tres a?os Bernat Joan, por entonces secretario de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica, inquieto ante la sentencia del TC: ¡°Podr¨ªa crear un alud de gente que exigiese judicialmente la escolarizaci¨®n en castellano o que la Administraci¨®n p¨²blica les atendiese en castellano¡± (ElpuntAvui, 23-8-2009). A Joan lo que en realidad le inquietaba eran los catalanes. Pero estas cosas no se dicen en Madrid. Bueno, el otro d¨ªa s¨ª, cuando Duran i Lleida confes¨® su desolaci¨®n en el Parlamento porque ¡°lamentablemente la lengua mayoritaria en el patio es el castellano¡±. A lo que se ve, los que estorbamos en la Catalu?a de los nacionalistas somos los catalanes. Que queremos un poco de aire.
F¨¦lix Ovejero es profesor de la Universidad de Barcelona.
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