Lleg¨® con tres heridas
El primer paso para combatir la crisis global ha de ser la reducci¨®n de la deuda. Pero dado su tama?o y siendo fundamentalmente privada, su soluci¨®n deber¨ªa exigir un coste inevitable a los acreedores
Tres heridas profundas, emulando el verso de Miguel Hern¨¢ndez, de la econom¨ªa espa?ola caminan juntas en esta crisis y no son solo ellas las que nos impiden andar; hay una cuarta. A esas tres heridas, el endeudamiento, las desigualdades crecientes y las pol¨ªticas err¨®neas, de austeridad, tratan de dar respuesta las mejores cabezas de nuestra profesi¨®n. ?Son suficientes las recetas de Stiglitz, Krugman y Rogoff? Posiblemente, estos tres autores constituyen las caras m¨¢s visibles de pol¨ªticas alternativas a las doctrinas y pol¨ªticas oficiales de la austeridad ante esta gran depresi¨®n, desde el otro lado del Atl¨¢ntico pero con influencia clara en Europa. Los tres muestran ra¨ªces keynesianas e insisten en las pol¨ªticas expansivas y de crecimiento. Su perspectiva de la crisis es mundial y hablan para ese ¨¢mbito. Sin embargo, a la luz de las particularidades espa?olas, de nuestra realidad espec¨ªfica que los tres la conocen bien, se podr¨ªan hacer algunos comentarios o matizaciones a sus propuestas.
De Stiglitz cabe destacar como nota diferencial respecto a los otros dos su insistencia en un sistema fiscal progresivo. El efecto emulador del consumo que produce la desigualdad termina en la carrera consumista y de endeudamiento, desde mediados de los noventa, que desemboca en enormes d¨¦ficit y crisis de deuda, con consecuencias sobre la econom¨ªa real. En este punto, propone un sistema fiscal progresivo y, para el caso americano, el restablecimiento de mayores impuestos a los ricos. Es decir, pol¨ªticas fiscales m¨¢s igualitarias, en esencia m¨¢s justas, ayudan a generar un sistema econ¨®mico m¨¢s eficiente, sin tantos desajustes.
De Krugman, el m¨¢s prol¨ªfico, resaltar sus letan¨ªas sobre los est¨ªmulos al crecimiento. Del crecimiento se deriva la soluci¨®n al gran problema de la crisis y el paro y tambi¨¦n permite reducir el d¨¦ficit y la deuda. Su objetivo es que la deuda crezca a menor ritmo que la econom¨ªa. Para ello, destaca la capacidad estimuladora de la econom¨ªa que puede hacer el sector p¨²blico en un contexto recesivo. O sea, si la econom¨ªa se gestiona como una familia (el ejemplo funciona bien, en perspectiva conservadora, como justificaci¨®n para las pol¨ªticas de ajuste), si estas reducen su consumo por la crisis y tambi¨¦n lo hace el Estado, se entra en una espiral recesiva que agrava la misma. Es la paradoja de la austeridad. Adem¨¢s, la generaci¨®n de una tasa moderada de inflaci¨®n continuada, de en torno a un 4%, ayudar¨ªa al crecimiento y a la reducci¨®n de la deuda. Ya para el caso europeo, y diferenciando ¨¢reas, propone el est¨ªmulo al gasto a determinados pa¨ªses como Alemania y devaluaciones internas, v¨ªa reducciones salariales y de beneficios (sic), para los pa¨ªses perif¨¦ricos con problemas de competitividad, como Espa?a. El impacto negativo sobre el empleo se compensar¨ªa de sobras con el crecmiento de la actividad.
Finalmente, de Rogoff hay que reflejar su insistencia en el problema de la deuda y la dificultad de pagarla. El problema de la deuda representa un obst¨¢culo muy importante para que las pol¨ªticas de est¨ªmulo al crecimiento (Krugman y Stiglitz) sean verdaderamente efectivas en sus resultados. Sin duda, lo aliviar¨ªan, pero el aumento de dinero en las familias tiene un agujero muy preciso donde destinarse: las hipotecas. Por otra parte, el recurso a la inflaci¨®n de Krugman, medio de reducci¨®n real del endeudamiento, exige unos a?os para ser relevante y, por tanto, efectivo. La profundidad de la crisis y su duraci¨®n hace muy costoso social y econ¨®micamente este procedimiento lento de reducci¨®n de deudas con inflaci¨®n. La propuesta de Stiglitz de impuestos a los ricos, en formas diversas, como la incluida en la tasa Tobin, podr¨ªa ser un buen complemento, pero aun asi, para el caso espa?ol, incompleto.
La devaluaci¨®n interna es un m¨¦todo injusto; persigue la reducci¨®n salarial con desempleo
En este contexto, reducir la deuda ha de ser la primera decisi¨®n contra la crisis. Pero entendemos con Rogoff que, dado el tama?o de la deuda y m¨¢s siendo como es fundamentalmente privada, su soluci¨®n, inevitablemente, deber¨ªa exigir un coste a los acreedores. La segunda, tambi¨¦n esencial, tiene que ver con la competitividad y el tipo de cambio.
Las propuestas de pol¨ªticas de crecimiento sin m¨¢s lanzadas para los USA o la UE no ponderan suficientemente la p¨¦rdida de competitividad de econom¨ªas como la espa?ola. Krugman habla de devaluaciones internas v¨ªa salarios del 25% y la agencia Fitch, v¨ªa una hipot¨¦tica devaluaci¨®n del tipo de cambio, de un valor de una ¡°nueva¡± peseta un 30% inferior a la antigua respecto al marco alem¨¢n de entonces, como v¨ªas para alcanzar una posici¨®n competitiva adecuada. Alg¨²n d¨ªa habr¨ªa que analizar el tremendo coste social, pol¨ªtico e institucional, no solo econ¨®mico, de este tipo de devaluaciones internas frente a las devaluaciones v¨ªa tipo de cambio. Sin duda, la v¨ªa de la devaluaci¨®n interna significa la aplicaci¨®n de un mecanismo profundamente injusto, pues se persigue la reducci¨®n salarial con desempleo y desregulaci¨®n. Con ello, la crisis solo la soporta una parte de la sociedad mientras que otra, la formada por los acreedores y bonistas, sale inmaculada.
Creemos que la din¨¢mica de la econom¨ªa espa?ola no permite recuperar niveles de competitividad como los que se han perdido en este periodo de moneda ¨²nica con meras pol¨ªticas de crecimiento. Fomentar las exportaciones como salida de la crisis, p¨®cima que algunos han descubierto recientemente ¡ªcaso del presidente de la CEOE¡ª, no se puede conseguir solo con pol¨ªticas de crecimiento al uso, fiscales o monetarias. Se se?alaba en este mismo peri¨®dico (8/9/2012) que el dinamismo de nuestra clase empresarial era suficiente para no cambiar de modelo productivo, sino simplemente para realizar algunas reformas. Se alud¨ªa a casos como el de Inditex, como ejemplo de ¨¦xito empresarial, conseguido con un producto de lo m¨¢s tradicional: ropa o telas, con mucho valor a?adido. Pero a nuestro entender son m¨¢s la excepci¨®n que la regla en la geograf¨ªa hispana de la producci¨®n industrial. La mejora de nuestra balanza de pagos en estos a?os de depresi¨®n es m¨¢s debida a la ca¨ªda de las importaciones, ligada al par¨®n del consumo interno, que a una expansi¨®n inusual de nuestras exportaciones.
La cuarta y mayor herida, las limitaciones en materia de competencia de nuestro tejido productivo, lacera el futuro de la econom¨ªa espa?ola debido a: a) una estructura empresarial fuertemente minifundista; b) una estructura productiva que liquid¨® hace tiempo y con demasiada anticipaci¨®n, en la perspectiva del desarrollo econ¨®mico, parte de su componente industrial (el ¨¢mbito en el que la productividad de los factores de producci¨®n crece a mayor velocidad) y c) un tejido empresarial poco din¨¢mico y demasiado ahormado a¨²n por la dependencia de la ubre p¨²blica (subvenciones, concesiones con garant¨ªa de beneficio o tolerancia de las pr¨¢cticas oligopl¨ªsticas) y el escaso amor por el riesgo. Lo que propicia actitudes poco o nada interesadas en la generaci¨®n y/o incorporaci¨®n de innovaciones tecnol¨®gicas propias o for¨¢neas. Con estos lastres a¨²n por solucionar, las pol¨ªticas macroecon¨®micas de austeridad tienen poco o nada que aportar al necesario equilibrio sostenible externo de nuestra econom¨ªa.
Con el lastre de la competencia por resolver, las pol¨ªticas de ajuste tienen poco que aportar
Los tres autores se?alados realizan propuestas v¨¢lidas contra la crisis, pero en su contra se alza la persistencia de los intereses de los acreedores y el sustrato ideol¨®gico y miope que las soporta. En alg¨²n momento de este pr¨®ximo a?o 2013, que va a ser demoledor para la econom¨ªa hispana a tenor de todos los pron¨®sticos conocidos, los pa¨ªses acreedores comenzar¨¢n a ver hasta d¨®nde han conducido las pol¨ªticas que se han aplicado hasta ahora. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la gravedad de esta coyuntura, pensamos que es necesaria una reflexi¨®n profunda sobre nuestro modelo productivo y, aun considerando las dificultades de implementar una pol¨ªtica industrial propia en el marco del Mercado ?nico, deber¨ªa avanzarse en esa direcci¨®n. Sentarse y esperar que el mercado resuelva o so?ar con los fant¨¢sticos empleos de ¡°alto valor a?adido¡± de Eurovegas es condenarse al fracaso.
Como el conejo de Alicia, en estos tiempos hay que correr mucho para no quedarse siempre en el mismo sitio (o incluso retroceder).
Jos¨¦ Manuel Lasierra es profesor titular de la Universidad de Zaragoza. Santos M. Ruesga es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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