Los espejismos de unos Hermanos ansiosos
Las prisas de Mohamed Morsi y de la actual c¨²pula dirigente de Egipto por acumular poderes les han llevado a recurrir a formas autoritarias de gobierno. La forma de aprobar la Constituci¨®n revela su nerviosismo
Egipto ha desperdiciado su momento constitucional y los Hermanos Musulmanes han quedado en evidencia como una cofrad¨ªa ansiosa por acumular poder, aun a riesgo de resquebrajar el pa¨ªs. Si la calidad de una carta magna se mide por su capacidad de crear consensos, respetar la diversidad y facilitar la convivencia, entonces la constituci¨®n reci¨¦n adoptada es muy deficiente y polarizadora, y tiene el potencial de engendrar m¨¢s problemas de los que pretende resolver. Los m¨¦todos empleados para su redacci¨®n y aprobaci¨®n despojan a Egipto de la esperanza de alcanzar la estabilidad pol¨ªtica y el despegue econ¨®mico a corto y medio plazo.
Una lectura cortoplacista de los primeros seis meses de presidencia de Mohamed Morsi, el candidato del Partido Libertad y Justicia y brazo pol¨ªtico de los Hermanos Musulmanes, llevar¨ªa a pensar que estos han ganado todas las batallas pol¨ªticas que han librado en los ¨²ltimos 22 meses. Se podr¨ªa argumentar que han sido capaces de afianzar su posici¨®n como principal fuerza pol¨ªtica de la era pos-Mubarak, que vencieron en las elecciones legislativas de principios de a?o y despu¨¦s en las presidenciales, que han desplazado a los militares del poder pol¨ªtico, que han redactado una constituci¨®n a su medida y que esta ha sido ratificada en refer¨¦ndum.
A pesar de los aparentes ¨¦xitos de los Hermanos Musulmanes, las prisas de su c¨²pula dirigente por acumular y concentrar poderes en sus manos les ha llevado a recurrir a formas autoritarias de gobierno, excluyendo bruscamente a quienes no piensan como ellos. Esto ha generado un amplio rechazo social y ha puesto en su contra al resto de las fuerzas pol¨ªticas no islamistas, a varias instituciones del Estado, a las autoridades religiosas de Al Azhar y de las iglesias coptas y a los medios de comunicaci¨®n no oficialistas. Adem¨¢s, han dimitido varios consejeros y asesores presidenciales y otros altos cargos por su desacuerdo con las decisiones de Morsi y de sus superiores dentro de la Hermandad.
Durante m¨¢s de ocho d¨¦cadas de existencia, los Hermanos Musulmanes hab¨ªan sido pacientes y actuaron casi siempre con cautela desde la semiclandestinidad para llegar al poder. Sin embargo, durante las ¨²ltimas cinco semanas sus dirigentes han mostrado nerviosismo y tendencias dictatoriales. Despu¨¦s de haberse hecho con los poderes ejecutivo y legislativo, el decretazo de Morsi del pasado 22 de noviembre situaba las decisiones y los decretos presidenciales por encima de la ley, de forma ¡°temporal¡±, entre otras medidas propias de un r¨¦gimen autoritario. Eso desencaden¨® la actual polarizaci¨®n social extrema entre los seguidores de la Hermandad y parte de sus aliados salafistas, por un lado, y sectores laicos, liberales, izquierdistas, cristianos y musulmanes no islamistas, por otro.
El refer¨¦ndum ha sido un fracaso en toda regla y no augura una transici¨®n consensuada
Los l¨ªderes actuales de los Hermanos Musulmanes parecen ver Egipto desde la mentalidad del ¡°bot¨ªn¡± al que tendr¨ªan derecho por ser los vencedores tras el derrocamiento del r¨¦gimen anterior. De esa forma est¨¢n ignorando la amplia diversidad de la sociedad egipcia, as¨ª como las transformaciones sociales profundas que han hecho caer el muro del miedo frente al poder. Los Hermanos Musulmanes han centrando sus energ¨ªas en acumular poderes y tratar de someter a las estructuras e instituciones del Estado a su voluntad. Muchos egipcios critican que no se est¨¦ haciendo un esfuerzo similar para resolver los graves problemas socioecon¨®micos que provocaron la revuelta contra el r¨¦gimen de Mubarak a principios de 2011.
Si algo est¨¢n demostrando los islamistas desde que llegaron al poder es su escasa capacidad como gestores y que sus mecanismos de toma de decisiones son, con frecuencia, err¨¢ticos. Muchos egipcios atribuyen esas disfunciones del Gobierno a que muchas decisiones que anuncia Morsi le vienen dictadas por parte del murshed (el gu¨ªa pol¨ªtico-espiritual de los Hermanos Musulmanes), Mohamed Bad¨ªa, y de su n¨²mero dos ¡ªy que fuera el candidato preferido de la cofrad¨ªa para la presidencia del pa¨ªs¡ª, Jairat al Shater.
Morsi someti¨® la Constituci¨®n a refer¨¦ndum desde una l¨®gica propia de un proceso electoral competitivo, no desde la convicci¨®n de estar creando un marco de convivencia leg¨ªtimo y duradero. Al presentar una Constituci¨®n redactada por una Asamblea constituyente dominada completamente por islamistas, tras la retirada de sus integrantes que no lo eran, muchos le otorgan una corta y turbulenta vida. El supuesto ¨¦xito de los Hermanos Musulmanes es, en realidad, una prueba de su progresivo debilitamiento y del desencanto social con su forma de gobernar.
A pesar de que el refer¨¦ndum constitucional fue log¨ªsticamente desastroso, la mayor¨ªa de los jueces se negaron a supervisarlo, no hubo observadores internacionales, se realiz¨® en dos jornadas con una semana de diferencia y se denunciaron numerosas irregularidades por parte de los islamistas, tan solo un tercio de los electores egipcios votaron los d¨ªas 15 y 22 de diciembre. Frente al voto negativo que pidi¨® la oposici¨®n en bloque, los Hermanos Musulmanes movilizaron a sus bases a favor del ¡°s¨ª¡±, pero ¨²nicamente fueron capaces de obtener el apoyo a su Constituci¨®n del 20% del electorado egipcio.
En un pa¨ªs que se abre su camino hacia la democracia tras una revuelta antiautoritaria, ese resultado es un fracaso en toda regla. Tras la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n hubo derramamiento de sangre en las calles de Egipto. Un hecho que no ha pasado inadvertido es que se produjeron varios enfrentamientos dentro de mezquitas entre devotos musulmanes anti-Hermandad e imames que utilizaron los templos para pedir el voto a favor de la Constituci¨®n islamista.
El problema es que hay derechos que dependen de la interpretaci¨®n que se haga de la ¡®shar¨ªa¡¯
La nueva Constituci¨®n garantiza, en apariencia, varios derechos. El problema es que estos quedan supeditados a una interpretaci¨®n concreta de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica) que, en sus versiones m¨¢s restrictivas, puede ser empleada para usurpar dichos derechos, bien sean individuales, civiles o econ¨®micos. Asimismo, la Constituci¨®n aprobada contiene algunas contradicciones y ¡°agujeros¡± que podr¨ªan ser empleados para imponer una lectura fundamentalista de la shar¨ªa, sobre todo si los Hermanos Musulmanes y sus socios salafistas consiguen hacerse con el control de Al Azhar, la m¨¢xima autoridad religiosa sun¨ª.
La batalla por la Constituci¨®n egipcia se ha producido en un momento en que el Gobierno se enfrenta a problemas serios de falta de liquidez, de elevado d¨¦ficit p¨²blico, de ca¨ªda fuerte de ingresos y de aumento de la inflaci¨®n. Se calcula que las reservas de divisas son inferiores a tres meses de importaciones, algo grave en un pa¨ªs con un enorme d¨¦ficit alimentario como Egipto. Adem¨¢s, el Gobierno ha suspendido las negociaciones con el FMI para conseguir un pr¨¦stamo de 4.800 millones de d¨®lares con el que aliviar las cuentas p¨²blicas y atraer inversi¨®n extranjera. Semejante pr¨¦stamo implicar¨ªa el aumento de la recaudaci¨®n v¨ªa impuestos y la eliminaci¨®n de subsidios, lo que tendr¨¢ una previsible respuesta social nada piadosa con el Gobierno, que podr¨ªa desembocar en un movimiento de desobediencia civil.
La pr¨®xima sacudida que espera a Egipto ser¨¢n las elecciones legislativas que se celebrar¨¢n a finales de febrero. Desde la mentalidad del ¡°bot¨ªn¡± que tienen los l¨ªderes de los Hermanos Musulmanes es de prever que har¨¢n todo lo posible para aferrarse al poder, aunque los votantes decidan castigarlos. Cualquier intento de reproducir el autoritarismo represivo de Mubarak solo ahondar¨¢ m¨¢s la crisis que atraviesa Egipto. Las fuerzas pol¨ªticas de oposici¨®n (responsables en buena medida de la actual situaci¨®n por haberse presentado divididas a las distintas elecciones) tienen ahora la oportunidad de demostrar que han aprendido de sus errores y que son capaces de unir fuerzas y conectar con la mayor¨ªa de la poblaci¨®n egipcia que no vota a los islamistas.
El pr¨®ximo 25 de enero muchos egipcios conmemorar¨¢n el segundo aniversario de la revuelta que acab¨® con la dictadura de Mubarak. Si las bases y juventudes de los Hermanos Musulmanes no rectifican la deriva autoritaria de sus dirigentes, la ira de los revolucionarios podr¨ªa descargarse contra la cofrad¨ªa. En ese momento, puede que las Fuerzas Armadas no tengan m¨¢s remedio que ponerse del lado de la calle, como ya ocurri¨® hace dos a?os.
Haizam Amirah Fern¨¢ndez es investigador principal de Mediterr¨¢neo y Mundo ?rabe en el Real Instituto Elcano.
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