Escepticismo ib¨¦rico

En plena ebullici¨®n de la profunda y larga crisis espa?ola, y por eso de las se?as identitarias, est¨¢ brotando con inusitada fuerza un elemento que se empieza a sumar triste e inquietantemente al car¨¢cter e idiosincrasia de lo genuinamente espa?ol: un acendrado y creciente escepticismo. Muchos espa?oles desconfiamos ya de casi todos los pol¨ªticos, por supuesto de casi todos los banqueros e incluso de altos dirigentes estafadores y evasores fiscales del mundo empresarial. Las tramas de corrupci¨®n, prevaricaci¨®n, nepotismo, clientelismo y cohecho se han extendido y arraigado tanto y con tanta ubicuidad que han contaminado capilarmente y por ¨®smosis, de forma ramificada, a personas que, por su estatus social, intelectual, pol¨ªtico y econ¨®mico tendr¨ªan que haber sido ejemplo o paradigma s¨®lido de probidad y honradez. No ha sido as¨ª. Ahora la credibilidad y la recuperaci¨®n de la confianza tardar¨¢n en recibrarse; de momento, est¨¢n en entredicho, en profil¨¢ctica cuarentena. La fe ciega conduce inexorablemente al enga?o, a la honda decepci¨®n y, si nos descuidamos, al abismo. Bienvenido el escepticismo cr¨ªtico y vigilante como escudo.¡ª Agust¨ªn Arroyo Carro.