Familias
Siempre las ha habido buenas y malas. La noticia es que hac¨ªa mucho tiempo que estos dos adjetivos no significaban tanto.
Mientras la dimisi¨®n, o cese, o lo que sea, del vicealcalde de Madrid dispara todos los rumores, el concejal de Seguridad, responsable directo de la actuaci¨®n de la Polic¨ªa Municipal y el Samur en la tragedia del Madrid Arena, pasa desapercibido. S¨®lo sabemos que se llama Antonio de Guindos y es hermano del ministro de Econom¨ªa. As¨ª, Jos¨¦ Manuel Baltar sigue presidiendo la diputaci¨®n y liderando el PP en Orense, pese a que las maniobras de su padre para dejarle en herencia ambos cargos le han llevado a los juzgados. M¨¢s all¨¢ de la reincidencia de estos y otros apellidos, como Pujol, la pasi¨®n por la propia sangre desborda el ¨¢mbito de la pol¨ªtica. El patrimonio de hijos, cony¨²ges, progenitores y hasta suegras de grandes empresarios, de Ruiz Mateos a D¨ªaz Ferr¨¢n, demuestran que nada tira tanto como la familia, y ni siquiera la sangre azul es una excepci¨®n. En Navidad, la reina ostent¨® en p¨²blico su devoci¨®n por la infanta Cristina. Es mucho amor, desde luego, teniendo en cuenta las cada d¨ªa m¨¢s bochornosas novedades sobre la fundaci¨®n de su yerno I?aki y la angustia de esos seis millones de parados a quienes quererse no les da para comer.
Pero madre no hay m¨¢s que una. Por eso quiero dedicarle esta columna a Elena Ortega, representante de las otras familias, del amor de los que no somos nadie. Su hijo Alfonso, detenido en Madrid, en la ¨²ltima huelga general, porque la polic¨ªa encontr¨® a su lado una mochila con explosivos y sin una sola huella dactilar que le perteneciera, ha pasado 56 d¨ªas de prisi¨®n en el r¨¦gimen de aislamiento m¨¢s duro del sistema penitenciario espa?ol. Su madre no ha dejado de luchar por ¨¦l ni un instante pero hoy, hasta su felicidad deber¨ªa pesar menos que nuestra verg¨¹enza.
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