Merca: la ciudad de coral en Somalia
Vista de Merca, a unos 70 kil¨®metros de Mogadiscio, la capital de Somalia. / Todas las fotograf¨ªas de Gemma Parellada
Les olas rompen en tres o cuatro l¨ªneas de espuma. El batiente cubre los arrecifes de coral. No deben reposar a mucha profundidad: el burbujeo los delata. Los ¨²ltimos pescadores suben los botes de madera a la arena. Cae el atardecer, la luz cruje en el mejor matiz del d¨ªa dejando que el rojo anaranjado embellezca a¨²n m¨¢s la estampa. Merca -a unos 70 kil¨®metros al sur de la capital somal¨ª, Mogadiscio- se levanta escandalosa desde la playa y las rocas espumadas. Es una ciudad elegante, blanca impoluta desde la distancia, recogidas sus casas de piedra coralina y la riqueza de su historia por una antigua muralla.
A nuestra llegada (corre oto?o de 2012), Merca es la l¨ªnea del frente. Es noticia por haber sido reci¨¦n ¡°liberada¡± del f¨¦rreo control de Al Shabab, el grupo m¨¢s poderoso y temido de Somalia. Que tambi¨¦n es respetado y admirado. Los militantes de Al Shabab ¨C significa los j¨®venes, los chavales- consideran el Islam como pilar ¨²nico de toda la existencia y, embriagados por fuertes convicciones y la obligaci¨®n moral de la guerra santa, pueden llegar a priorizar el Islam a su vida. Al fin y al cabo, el paso de cada uno por la esfera terrenal es ef¨ªmero e insignificante; la misi¨®n de defender los valores y el ser supremo, en cambio, es noble y distinguida. Para Al Shabab la religi¨®n, la pol¨ªtica y la econom¨ªa no se pueden separar. Al¨¢ ha dictado las normas, que impregnan todos los aspectos de la vida y es pecado no respetarlas. A los que roban se les corta la mano; las mujeres que cometen adulterio, o menos, merecen ser lapidadas, y desatender los preceptos que marca la shar¨ªa ¨Cel c¨®digo de conducta- puede castigarse con ejecuci¨®n. La interpretaci¨®n de las leyes es m¨¢s importante que la propia ley. No solo en Somalia.
Cerca de la entrada de Merca, rozando el oc¨¦ano, un pilar apiramidado, puntiagudo, calla su testigo. Su sombra ha acunado estos a?os los ¨²ltimos minutos de los ejecutados. Se desplomaban abrazados por la brisa del ?ndico. Los Shababs controlaron Merca durante cuatro a?os. El pescado embalsama hoy todos los aromas del mercado. Algunos de los bichos tienen los ojos opacos, no es hoy que han salido del agua. Pero otros no han tenido tiempo para secarse al sol, reci¨¦n desprendidos de las redes.
Las
piedras porosas de las casas de coral se amalgaman con las otras de roca; pero
entre el candor del conjunto se descubre al adentrarse entre las calles los
distinguidos decorados de paredes adornadas con dibujos de trazos negros,
retoques de azul turquesa y ventanas arabescas talladas con cenefas. Aunque los
edificios m¨¢s majestuosos mantienen solo la estructura, rodeados por las
piedras troceadas que se deslizaron tras los impactos y que son ahora ruinas. Merca
fue un puerto importante durante la Edad Media y uno de los n¨²cleos del
poderoso Imperio Ajuuraan, que ha dejado castillos y fortalezas al sur y centro
de Somalia. Durante d¨¦cadas Merca bombe¨® el comercio y acog¨ªa barcos que arribaban
de Persia, la India, Arabia y del Oriente Medio. Pero en las ¨²ltimas d¨¦cadas su vida cotidiana ha estado marcada por la guerra, como todo en este pa¨ªs que desde hace m¨¢s de 20 a?os no ha tenido gobierno efectivo. En septiembre de 2012 result¨® elegido el presidente actual, Hassan Sheikh Mohamud, el primero con mandato completo desde la ca¨ªda del dictador Siad Barr¨¦ en 1991 y el inicio de la guerra civil. Aunque su ejecutivo sigue teniendo un poder parcial.
Las calles de Merca durante los a?os noventa.
Los militares ugandeses y burundeses de la misi¨®n de paz de la Uni¨®n Africana en el pa¨ªs (AMISOM) son la carne de ca?¨®n en esta guerra entre Al Shabab y el gobierno probeta somal¨ª. Algunos reparten caramelos al pasear, kalashnikov en mano, por el arenosos mercado. Ellos son los que han ¡°liberado¡± Merca, los que intentan recopilar pedazos de territorio para que el gobierno probeta somal¨ª tenga a quien gobernar.
Pero hay otro grupo de militares en Merca, mucho m¨¢s sofisticado. Tambi¨¦n llegaron hace un par de semanas, como la AMISOM, pero no tienen nada que ver con ellos. Su armamento es de precisi¨®n y sus artilugios, como el de visi¨®n nocturna, deja en evidencia los recursos de los llamados pacificadores. Est¨¢n concentrados en puntos estrat¨¦gicos de la ciudad. En la plaza hay un grupo, cuelgan sus piernas de la camioneta descubierta t¨ªpica somal¨ª, a la que se ha incorporado una metralleta. Y los mejor armados protegen dos casas donde est¨¢n instalados los comandantes. Casi todos esconden el rostro bajo un pasamonta?as. Son somal¨ªes. Pertenecen a la fuerza de ¨¦lite, la unidad especial del gobierno somal¨ª entrenada por los norteamericanos. La lucha contra el terrorismo llega lejos y a lugares rec¨®nditos, ins¨®litos. Y ¨¦stos soldados especiales est¨¢n en la l¨ªnea del frente de la batalla en Somalia. Obedeciendo a un mando independiente y completamente paralelo al de la misi¨®n de paz.
La olas siguen rompiendo cuando cae la noche. Desde el minarete arranca una plegaria musulmana.
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