Aeropuerto y desastre
El nuevo aer¨®dromo de Berl¨ªn es un c¨²mulo de chapuza, caos y despilfarro
Si alg¨²n d¨ªa se escribiera una historia universal de la desorganizaci¨®n, el despilfarro y la chapuza, el nuevo aeropuerto de Berl¨ªn-Brandemburgo (bautizado con el nombre de Willy Brandt) merecer¨ªa un cap¨ªtulo completo. Ni siquiera sus responsables, al menos los que a¨²n no han salido de naja, ocultan que su construcci¨®n es un desastre. La prensa alemana oscila entre la desesperaci¨®n y el sarcasmo. Y, mientras tanto, el prestigio de un pa¨ªs propenso a vanagloriarse de sus virtudes prusianas (la eficacia, la previsi¨®n, la disciplina) presenta estos d¨ªas un desgarr¨®n de cuidado. El mundo entero se r¨ªe de Alemania, titul¨® recientemente el peri¨®dico Bild.
Lo cierto es que cuando en 2004 se cerraron los acuerdos para la realizaci¨®n del proyecto hubo consenso general de la clase pol¨ªtica para dotar a Berl¨ªn de un aeropuerto que estuviese a la altura de su importancia como capital del pa¨ªs y ciudad europea de primer rango. Dicho aeropuerto sustituir¨ªa a los dos enclavados en el casco urbano. De paso servir¨ªa para conferir vitalidad econ¨®mica al Estado federado de Brandemburgo, territorio de la antigua RDA que dista de gozar del nivel de desarrollo de otras regiones alemanas. Se previ¨® un coste global de 1.700 millones de euros. Gastados hasta la fecha 4.300, no hay certeza de que las obras se puedan culminar alg¨²n d¨ªa. Cuatro veces ha sido pospuesta la inauguraci¨®n por razones que hacen pensar en la intervenci¨®n de numerosos clones de Pepe Gotera y Otilio. Algunos expertos consultados consideran que supondr¨ªa un ahorro de dinero demoler lo construido, salvo las pistas de despegue y aterrizaje, ya concluidas, y empezar de nuevo con una planificaci¨®n distinta.
No hay duda de que fue una decisi¨®n err¨®nea el emplazamiento, tan pr¨®ximo a zonas urbanizadas que obliga a indemnizaciones por expropiaci¨®n y a costosas medidas para la limitaci¨®n del ruido. La siguiente consecuencia es que las posibilidades de tr¨¢fico nocturno quedar¨¢n severamente reducidas, lo que afecta en especial al lucrativo transporte a¨¦reo de mercanc¨ªas.
Un fallo inform¨¢tico impide el correcto funcionamiento del sistema contra incendios, de muy dif¨ªcil arreglo puesto que la instalaci¨®n no se corresponde con el dise?o. Cuando llueve, el agua penetra en los conductos de ventilaci¨®n. Algunas escaleras autom¨¢ticas son demasiado cortas. Kil¨®metros de cables han sido colocados, por no decir abandonados, donde no deb¨ªan. Es inevitable talar seiscientos ¨¢rboles por haber sido plantados en el lugar equivocado. Las cintas m¨®viles, en la secci¨®n de entrega de equipajes, son insuficientes, lo mismo que los mostradores de facturaci¨®n.
El mundo entero se r¨ªe de Alemania, titul¨® el diario 'Bild'
En fin, la lista de fallos, que ahora mismo obligan a demoliciones parciales, podr¨ªa llenar un n¨²mero esperp¨¦ntico de p¨¢ginas. No se trata de que la inauguraci¨®n del aeropuerto no pueda celebrarse por la raz¨®n habitual de que las obras no se han terminado a tiempo. Simplemente, la construcci¨®n, aunque se acabase, no podr¨ªa funcionar. Y para m¨¢s inri, tras la rescisi¨®n de contrato con constructores y arquitectos, han desaparecido planos, de manera que har¨¢n falta meses de indagaci¨®n arqueol¨®gica para tener una idea precisa de la estructura real de la obra.
Menudean, por descontado, las cr¨ªticas a la gesti¨®n del proyecto. La opini¨®n p¨²blica, los expertos o los partidos de la oposici¨®n centran sus reproches en la falta de control, en la poca transparencia con que se ha llevado a cabo desde el principio la iniciativa, en la presencia de pol¨ªticos incompetentes en el consejo de administraci¨®n. El alcalde gobernador de Berl¨ªn, el socialdem¨®crata Klaus Vowereit, lo presidi¨® hasta su reciente dimisi¨®n. Acaba de superar en el parlamento berlin¨¦s una moci¨®n de censura. Su sustituto a la cabeza del consejo, el presidente de Brandemburgo, Matthias Platzeck, tambi¨¦n socialdem¨®crata, ha vinculado su futuro pol¨ªtico a la construcci¨®n del aeropuerto.
Los perjudicados son numerosos, empezando por los contribuyentes de toda Alemania, puesto que la financiaci¨®n de la monumental obra es compartida tanto por Berl¨ªn y Brandemburgo como por la administraci¨®n federal. Alcanzan cifras de v¨¦rtigo las p¨¦rdidas econ¨®micas que est¨¢n sufriendo las compa?¨ªas a¨¦reas, sujetas a los contratos correspondientes. Las p¨¦rdidas afectan igualmente a aut¨®nomos y a todo tipo empresas.
D¨ªas pasados, la televisi¨®n alemana mostr¨® algunos casos. Los espectadores pudieron escuchar a la joven emprendedora con ojos lacrimosos que se hab¨ªa metido en un cr¨¦dito para montar su tienda de juguetes en uno de los edificios del aeropuerto, al due?o de una empresa de transporte de pasajeros que ahora intenta evitar la ruina vendiendo parte de los autobuses adquiridos, a la propietaria de una empresa de montaje que lo hab¨ªa perdido todo y se vio forzada a despedir a sus trabajadores.
En Espa?a, como sabemos, hay aeropuertos de reciente construcci¨®n fuera de servicio; pero al menos, dicho sea sin ¨¢nimo de justificar cacicadas de pol¨ªticos regionales, est¨¢n hechos, existen, se les podr¨ªa quiz¨¢ dar un uso deportivo o militar. Incluso podr¨ªan servir de aparcamiento. En Berl¨ªn ni siquiera tienen esa opci¨®n.
Fernando Aramburu es escritor.
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