Mucho m¨¢s que un mercado interior
Berl¨ªn espera con inter¨¦s las propuestas de Cameron sobre la UE
Voy a empezar por lo positivo. Es cierto: necesitamos m¨¢s competitividad. Es cierto: necesitamos m¨¢s subsidiariedad. Es cierto: Europa tiene que ser m¨¢s democr¨¢tica y m¨¢s transparente. Y tambi¨¦n es cierta otra cosa: Europa, hoy por hoy, es perfectible.
Si China sigue creciendo a un ritmo tal que cada 12 semanas genera adicionalmente un aumento de su fuerza econ¨®mica equivalente a la capacidad econ¨®mica de Grecia, o cada 12 meses a la de Espa?a, ello supone para toda Europa un estruendoso aldabonazo sobre la necesidad de posicionarse mejor. Compartimos el deseo brit¨¢nico de impulsar decididamente la expansi¨®n de nuestro mercado interior europeo y realizar un ambicioso y renovado esfuerzo para potenciar el libre comercio. Un mercado transatl¨¢ntico podr¨ªa generar formidables fuerzas de crecimiento, de las que nos beneficiar¨ªamos todos.
Tambi¨¦n nosotros abogamos por reformas. Y tambi¨¦n nosotros afirmamos que no solo hace falta m¨¢s Europa, sino una Europa mejor. La cuesti¨®n es solo c¨®mo se logra esa meta. Por eso esperamos con sumo inter¨¦s qu¨¦ nos va a proponer concretamente Reino Unido. Entre Londres y Berl¨ªn habr¨¢ puntos en los que coincidamos y otros en los que no podr¨¢ contarse con nuestro concurso.
Las reglas de la UE deben valer para todos, pero la UE no debe regularlo todo, sino solamente aquello que no pueda resolverse m¨¢s a la medida en Reino Unido, Francia o Polonia. Necesitamos m¨¢s Europa donde exista un valor a?adido europeo. Pero donde no sea este el caso, donde la diversidad cultural o social de Europa sea especialmente acusada, tales patrones centrales resultan superfluos. En lugar de promover una cuota femenina en los consejos de administraci¨®n, Bruselas har¨ªa bien en ocuparse, por ejemplo, del lavado de dinero y la transparencia bancaria. Lo primero podr¨ªan resolverlo los Estados miembros por s¨ª mismos a nivel nacional, lo ¨²ltimo solo podr¨¢ lograrse a escala supranacional. Deber¨ªamos convenir pautas claras para determinar en qu¨¦ ¨¢reas est¨¢ efectivamente justificada la intervenci¨®n de Bruselas y, a la inversa, en qu¨¦ casos ser¨ªa m¨¢s sensato un mayor grado de reserva.
Si Londres abandonara la Uni¨®n Eurpea no habr¨ªa billete de vuelta
Claro que una cosa es una autorrestricci¨®n y otra muy distinta una recuperaci¨®n de competencias a gran escala. Me temo que los esp¨ªritus que convocar¨ªamos con ello cual aprendiz de brujo goethiano no ser¨ªan dome?ables. Dicho en otras palabras: con el hacha de la cr¨ªtica no se tarda en destrozar la casa europea. Por el contrario, volverla a levantar despu¨¦s es mucho m¨¢s arduo. David Cameron tiene raz¨®n: si Reino Unido abandonara la UE, no tendr¨ªa billete de vuelta.
No debemos arriesgar los elementos en com¨²n que hemos construido a lo largo de m¨¢s de medio siglo. La Europa actual es el resultado de un laborioso esfuerzo de compromiso mantenido durante d¨¦cadas. Un esfuerzo en el que por cierto han participado nuestros socios brit¨¢nicos, contribuyendo a definir cada paso de desarrollo de la Uni¨®n Europea y asumiendo su parte de responsabilidad. La totalidad de los acuerdos europeos, el denominado acervo comunitario, quiz¨¢s no satisfaga a cada cual en todas sus partes, pero esa es la naturaleza de todo buen compromiso. Eso s¨ª, para todos debe valer lo siguiente: quien tiene derechos tiene obligaciones. Nadie puede escoger solo lo que m¨¢s le convenga. El planteamiento ¡°O hac¨¦is lo que yo digo o me voy¡± no funciona ni en el ¨¢mbito privado ni tampoco en una comunidad de Estados.
Estamos absolutamente convencidos de que la lecci¨®n de la crisis financiera y de la globalizaci¨®n no puede ser otra que m¨¢s y no menos Europa.
Una Europa m¨¢s competitiva implica necesariamente un proceso de desregulaci¨®n y desburocratizaci¨®n. Sin embargo, hay aspectos en los que tenemos que apretar los tornillos de ajuste europeos, por ejemplo para poder exigir e implementar las reformas estructurales necesarias en los Estados miembros. No hay otra opci¨®n: tenemos que fortalecer la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Porque no nos debe ocurrir nunca m¨¢s que una gesti¨®n presupuestaria inconsistente de algunos Estados pueda provocar un escoramiento de toda Europa. Por eso Bruselas debe tener fuertes facultades de intervenci¨®n tambi¨¦n en este terreno. La demanda de m¨¢s democracia tampoco debe limitarse exclusivamente al fortalecimiento del control parlamentario nacional, sino que debe incluir al Parlamento Europeo.
Alemania, al igual que Reino Unido, quiere una Europa mejor, m¨¢s competitiva y m¨¢s democr¨¢tica. En muchos puntos remamos en la misma direcci¨®n, en otros no es el caso. Pero para Alemania hay algo que no ser¨¢ negociable: para nosotros la Uni¨®n Europea es mucho m¨¢s que un mercado interior, es una comunidad de paz y de destino. Fue ese n¨²cleo pol¨ªtico lo que premi¨® el Comit¨¦ Nobel y lo que celebramos la semana pasada con Francia. Y es ese mismo n¨²cleo el que a fin de cuentas ha mantenido unida a la zona euro en su mayor crisis, a pesar de todos los esc¨¦pticos, que hab¨ªan reducido su mirada al c¨¢lculo econ¨®mico de costes y beneficios. Nos toca seguir desarrollando con determinaci¨®n y visi¨®n de futuro este grandioso proyecto de paz y prosperidad.
Guido Westerwelle es ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores.
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