Cautelas de Urkullu
El ¡®lehendakari¡¯ ve posibilidades de culminar el final de ETA si se act¨²a con unidad y sensatez
Por primera vez desde su nombramiento como lehendakari, ??igo Urkullu se entrevist¨® ayer con el presidente del Gobierno para pasar revista a la situaci¨®n pol¨ªtica vasca un a?o largo despu¨¦s del anuncio del cese definitivo, aunque sin disoluci¨®n, de la actividad terrorista. Tras d¨¦cadas en las que la violencia condicion¨® decisivamente sus actividades, las instituciones, los partidos y otros colectivos, y el conjunto de los ciudadanos tienen que adaptarse a ese nuevo escenario. Tiene que hacerlo sobre todo la izquierda abertzale ligada a ETA, que hasta fecha reciente se ha considerado con derecho a intimidar y eliminar a sus rivales pol¨ªticos; pero tambi¨¦n quienes se enfrentaron a ella o la padecieron y se resisten a reconocer la importancia del cambio producido.
Urkullu viene sosteniendo desde la campa?a electoral que sus prioridades son la crisis econ¨®mica y el afianzamiento de la paz; y que solo tras encauzar ambas pasar¨ªa a primer plano el tema del reforzamiento del autogobierno, expresado en el objetivo de ¡°un nuevo estatus pol¨ªtico para Euskadi¡±. Sin embargo, la deriva soberanista de la pol¨ªtica catalana podr¨ªa condicionar ese esquema. Al respecto, el lehendakari ha establecido una cautela: solo habr¨¢ ese cambio si existe un consenso al menos equivalente al que aval¨® en su d¨ªa al Estatuto de Gernika. Esto es una garant¨ªa contra iniciativas precipitadas.
Respecto al fin de ETA, insisti¨® ayer en que hay una oportunidad de acabar definitivamente con el problema si se act¨²a desde la unidad de todas las fuerzas y en el marco parlamentario. Es una cautela contra la pretensi¨®n de ETA con apoyo de la ex-Batasuna de condicionar la disoluci¨®n de la banda a una negociaci¨®n extraparlamentaria con contrapartidas pol¨ªticas, como la retirada de las fuerzas de seguridad de territorio vasco. E invit¨® a las formaciones reticentes, en referencia impl¨ªcita al PP, Bildu y UPyD, a sumarse a la ponencia sobre paz y convivencia existente en la C¨¢mara vasca y pendiente de actualizaci¨®n.
Esas reticencias son un reflejo del sectarismo que sigue dominando las relaciones entre partidos y que se ha extendido, agravado, a las asociaciones de v¨ªctimas. Todo lo que no encaje en un modelo ideal previo (por ejemplo, sobre condiciones que debieron exigirse para la legalizaci¨®n de la izquierda abertzale) es rechazado por un sector amplio de ese movimiento como traici¨®n o complicidad; lo que a su vez paraliza iniciativas compartidas por los partidos.
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