La fascinaci¨®n del crimen
Asesinos en serie y sucesos horribles han ejercido una turbadora atracci¨®n en artistas, m¨²sicos, poetas, cineastas¡ Un recorrido por el inquietante influjo de personas como Myra Hindley en una cultura que remueve en la sangre y en las m¨¢s bajas pasiones.
El fuego y las explosiones, el derrumbe de los colosos de acero y cristal, el impacto certero de los dos aviones¡ M¨¢s de 10 a?os despu¨¦s, a¨²n resulta dif¨ªcil quitar la mirada cada vez que se emiten las im¨¢genes del atentado de las Torres Gemelas. El compositor Karlheinz Stockhausen dijo entonces: ¡°Lo que ocurri¨® all¨ª fue la mayor obra de arte que jam¨¢s haya existido¡±. El fil¨®sofo Jean Baudrillard opin¨®: ¡°Las Torres Gemelas fueron una performance absoluta, y su destrucci¨®n, tambi¨¦n una performance absoluta¡±. La intelectual Susan Sontag escribi¨® que una fotograf¨ªa que muestre algo terrible puede ser igualmente bella. Pero no hay que irse a sucesos tan se?alados; a menudo cuesta apartar la mirada cuando nos cruzamos con un accidente de carretera. La violencia, el crimen, el terror ejercen una extra?a atracci¨®n est¨¦tica. Arte como crimen, y el crimen como arte, escribi¨® el anarquista Hakim Bey.
De esto trata La facci¨®n can¨ªbal. Historia del vandalismo ilustrado (La Felguera Editores), un documentado libro de reciente aparici¨®n en el que el autor, Servando Rocha, explora la historia de la fascinaci¨®n que han sentido creadores y pensadores por lo macabro. ¡°Bohemios, nihilistas, artistas, poetas, cantantes, intelectuales, as¨ª como movimientos art¨ªsticos y pol¨ªticos, quedaron fascinados por las palabras y la vida de famosos criminales y asesinos. Este libro est¨¢ plagado de eso que hemos llamado, siguiendo al poeta Yeats, bellezas terribles¡±, escribe Rocha en el ep¨ªlogo. Ah¨ª est¨¢n los surrealistas, dada¨ªstas y punkis; Charles Manson y la banda Baader-Meinhof con su ¡°terrorismo chic¡± (ha habido incluso colecciones de ropa y complementos estampados con las efigies de los terroristas alemanes), y aquel hombre llamado Jack que destripaba prostitutas y acab¨® convertido en icono pop.
En el libro, Rocha parte del concepto de lo sublime que desarroll¨® el pensador del siglo XVIII Edmund Burke: ¡°Seg¨²n ¨¦l, toda fascinaci¨®n tiene parte de deleite. Hay elementos como la oscuridad y los gritos de los animales que, en cierta manera, son sublimes, son bellos. Con Burke aparece el te¨®rico del terror¡±.
Bohemios, nihilistas, artistas, poetas, cantantes e intelectuales quedaron fascinados por la vida de famosos criminales y asesinos"
¡°El acto surrealista m¨¢s simple consiste en salir a la calle con un rev¨®lver en cada mano y, a ciegas, disparar cuanto se pueda contra la multitud¡±, escribi¨® Andr¨¦ Breton en el Segundo manifiesto surrealista. Este movimiento art¨ªstico ensalz¨® a los criminales de su ¨¦poca, como las hermanas Papin, que en 1933, en Le Mans (Francia), asesinaron a la se?ora Lacelin y a su hija, en cuya casa trabajaban como sirvientas. Los cad¨¢veres ¡°yac¨ªan en el suelo, y sus cuerpos hab¨ªan sido salvajemente mutilados, golpeados en las extremidades inferiores y los ojos arrancados de sus ¨®rbitas. En el piso de arriba, la polic¨ªa encontr¨® a Christine y L¨¦a Papin abrazadas una a la otra¡±, refiere Rocha.
Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir achacaron el caso al rencor de clase y culparon a los amos. Los surrealistas publicaron fotos de las hermanas en sus revistas, como tambi¨¦n hicieron con la efigie de Germaine Berton, la anarquista que mat¨® al dirigente de la ultraderechista Action Fran?aise Marius Plateau.
En la obra cl¨¢sica El asesinato considerado como una de las bellas artes (1827), el escritor y opi¨®mano ingl¨¦s Thomas de Quincey invent¨® una sociedad que estudia el asesinato desde un punto de vista est¨¦tico, en la que ¡°el asesino deviene en una especie de artista performativo cuya obra se basa no en la creaci¨®n, sino en la posesi¨®n y aniquilaci¨®n del cuerpo del otro¡±. Un asesinato no consumado, dice la ficci¨®n de De Quincey, debe ser evitado por todos los medios, pero una vez cometido debemos aproximarnos a ¨¦l como a una obra de arte. ¡°Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dar¨¢ importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la in?observancia del D¨ªa del Se?or, y se acaba por faltar a la buena educaci¨®n y por dejar las cosas para el d¨ªa siguiente¡±, escribi¨® haciendo gala de su sarcasmo.
Desde la portada de La facci¨®n can¨ªbal nos observa la mirada perturbada de Myra Hindley, una asesina en serie brit¨¢nica fallecida en prisi¨®n en 2002. Calificada por la prensa como ¡°la mujer m¨¢s malvada de Gran Breta?a¡±. Con su ayuda, en los a?os sesenta, su pareja Ian Bra?dy secuestr¨®, viol¨® y tortur¨® a cinco j¨®venes de entre 10 y 17 a?os, en un caso que conmocion¨® a la sociedad brit¨¢nica. Pero hubo quien encontr¨® en los hechos inspiraci¨®n. Chrissie Hynde, que alcanzar¨ªa el estrellato con The Pretenders, formaba parte entonces de The Moors Murderers (Los Asesinos del P¨¢ramo, cuyo nombre alud¨ªa a la pareja). En una de sus canciones dec¨ªa: ¡°Myra Hindley no fue m¨¢s que una mujer enamorada de un hombre (¡). Todo lo que hizo fue por amor¡±.
En Espa?a, el crimen de la calle de Fuencarral es tal vez el m¨¢s se?alado
En otro tono, los Smiths de Morrissey tambi¨¦n se inspiraron en el caso para su tema ?Suffer little children, pieza por la que acabaron pidiendo disculpas. El artista Marcus Harvey expuso en 1997, en una sala de la Royal Academy de Londres, un gran retrato de Hindley que ocupaba toda una pared (tama?o reservado para representar a grandes personajes de la historia), algo distorsionado, titulado Myra, lo que caus¨® m¨²ltiples protestas. La propia asesina, desde prisi¨®n, pidi¨® respeto para las v¨ªctimas. Los punkis alrededor de los Sex Pistols tambi¨¦n utilizaron su imagen.
Estas relaciones al l¨ªmite de lo moral entre arte y crimen abundan. Tambi¨¦n en Espa?a. El crimen de la calle de Fuencarral es tal vez el m¨¢s se?alado. El cad¨¢ver de la se?ora Luciana Borcino apareci¨® ardiendo en una habitaci¨®n cerrada de su casa. En la contigua dorm¨ªa, narcotizada, su nueva sirvienta, Higinia Balaguer, de 28 a?os. ¡°Fue un caso muy seguido, y suscit¨® el tremendo inter¨¦s de autores como Benito P¨¦rez Gald¨®s o Emilia Pardo Baz¨¢n¡±, explica Mar¨ªa Jes¨²s Ruiz, que, junto a Luis Ram¨®n Ruiz, ambos profesores de la Universidad de C¨¢diz, coordinan los congresos Arte y Crimen y la colecci¨®n de libros de igual t¨ªtulo. ¡°Se desarrollaron dos procesos paralelos, uno dentro de la sala del juzgado y otro en la prensa rosa y amarilla¡±, contin¨²a Ruiz. ¡°Finalmente, Balaguer fue ejecutada, y unas 20.000 personas asistieron entonces a su ejecuci¨®n¡±. P¨ªo Baroja estaba entre los asistentes.
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