Juramentos de ni?os

Hace poco mi sobrino, de nueve a?os, me explic¨® algo que sucedi¨® en su colegio, entre dos de sus compa?eros de clase. Al parecer, a uno de ellos, sin que se diera cuenta, se le cay¨® un billete de 10 euros, que qued¨® en el suelo del patio hasta que el otro chaval lo encontr¨®. Este ¨²ltimo no pudo reprimir su alegr¨ªa, a pesar de la insignificancia de la cantidad hallada y, con una sonora exclamaci¨®n, dio a conocer la noticia del hallazgo a quien estaba en las proximidades del lugar, que no eran otros que mi sobrino y el muchacho que hab¨ªa perdido ese dinero.

El afectado, intentando buscar en sus bolsillos el billete sin demasiado ¨¦xito (puesto que lo hab¨ªa perdido), enseguida dijo que era suyo, cosa que el agraciado neg¨®. Casi como un acto reflejo, el ni?o afectado pregunt¨®: ¡°?Me juras que el billete es tuyo?¡±. El otro ni?o no s¨¦ si era consciente del alcance y de las consecuencias de lo que hac¨ªa, pero no tuvo reparos en jurar en falso y decir que el billete era suyo, cuando en realidad no lo era.

?C¨®mo estamos educando a las generaciones futuras? ?Qu¨¦ valores les estamos transmitiendo? ?C¨®mo puede ser que a tan tempranas edades queden cegados por cantidades rid¨ªculas de dinero con las que, en la actualidad, poca cosa se puede hacer? ?De qui¨¦n aprenden eso de "?me lo juras?¡±. Son cuestiones que deber¨ªamos plantearnos, porque creo que algo hemos de corregir los mayores.¡ª Roberto Blanco Hurtado.