El verbo dimitir
Y no me estoy refiriendo a las leyendas que se leen en algunos muros de nuestras ciudades pintadas por j¨®venes artistas, ni de lo ingeniosos que son algunos de nuestros ciudadanos, por muy golfos que sean con sus espray. Simplemente: ¡°Dimitir no es un nombre ruso¡±.
El Santo Padre acaba de dimitir simple y llanamente porque no puede realizar bien su funci¨®n, o sea, honestamente, porque su trabajo puede ser perjudicial para su ministerio y por tanto para la Iglesia como totalidad y Estado. Un esfuerzo que realmente deber¨ªamos apreciar.
Tenemos en Espa?a a personas que anteponen su inter¨¦s personal, pol¨ªtico y patri¨®tico al de la comunidad ciudadana. Sus objetivos son otros. Sus esfuerzos son poco cat¨®licos o humanos. Simplemente: ¡°Dimitir no es un nombre ruso¡±.
El Santo Padre enfatiza que ¡°no puede hacer bien¡± su trabajo, o sea, que su labor no puede incrementar el valor a?adido a su Estado, o sea la Iglesia. Creo que es, por tanto, una dimisi¨®n con un alto grado de honestidad, eficiencia y profesionalidad. Ya s¨¦ que no son adjetivos divinos, sino m¨¢s bien econ¨®micos, pero el Estado Vaticano es al fin un Estado. ?Podr¨¢n comprender nuestros pol¨ªticos alg¨²n d¨ªa que apartarse de la pol¨ªtica no es m¨¢s que dejar a otros m¨¢s eficientes para hacer su trabajo?¡ª Francisco Vicente Agull¨® S¨¢nchez. Elche, Alicante.
No estoy de acuerdo con la dimisi¨®n del Papa. No lo digo porque vaya en contra de una tradici¨®n que en modo alguno pueda romperse. No lo digo porque el Pont¨ªfice est¨¦ obligado a sacrificarse hasta el extremo en su labor dej¨¢ndose literalmente la vida en ello. Nada de eso. Me estoy refiriendo a la dimisi¨®n de este Papa. No de cualquier otro papa. Me refiero a la dimisi¨®n de Joseph Ratzinger.
Este Papa no est¨¢ gravemente enfermo y, sobre todo, mantiene impecable la lucidez de su mente y de su entendimiento, De hecho, seg¨²n ¨¦l mismo ha dicho, uno de sus proyectos es dedicarse plenamente a la oraci¨®n y al estudio. Es, con mucho, el papa m¨¢s erudito de los ¨²ltimos tiempos. Seguramente continuar¨¢ profundizando en sus enormes conocimientos de teolog¨ªa y seguir¨¢ escribiendo, debatiendo y predicando. Tiene entre sus manos una enc¨ªclica a medio terminar. Seguro que la concluye, aunque quiz¨¢s no le pueda dar ese nombre por ser algo reservado a los papas en activo.
?Puede la Iglesia y puede el Papa en s¨ª mismo permitirse el lujo de desperdiciar lo que la mente de Benedicto puede todav¨ªa alumbrar? Quiero aclarar que no estoy hablando de las ideas de Ratzinger ni las estoy valorando. Hablo de c¨®mo las elabora, las defiende y confronta.
La decisi¨®n es suya y solo suya. Nadie puede oponerse. Si no existen otros motivos desconocidos, que ¨¦l no ha contado, con lo que se sabe, su decisi¨®n me parece desconcertante.¡ª Fernando ?greda Ferrer. Zaragoza.
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