Hacienda, los sof¨¢s y los proyectos de investigaci¨®n
La burocracia en el control de los gastos afecta al desarrollo de muchos proyectos
En una c¨¦lebre parodia sobre Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, entonces vicepresidente del Gobierno, el humorista Jos¨¦ Mota comentaba que hab¨ªa que rebuscar dinero ¡°hasta entre los cojines del sof¨¢¡±. En esa l¨ªnea, el Ministerio de Hacienda, siguiendo la estrategia de inspirarse en los ases del humor, lleva un tiempo persiguiendo con sa?a el dinero que puede recuperar de proyectos de investigaci¨®n ya ejecutados (a lo que se une el retraso en los pagos de los reci¨¦n concedidos, como hemos sabido en estos d¨ªas, lo que plantea graves problemas que trataremos en otra ocasi¨®n).
Esta estrategia de ¡°rebuscar en el sof¨¢¡± aprovecha que, cuando un proyecto finaliza, el equipo investigador y su instituci¨®n env¨ªan a Hacienda la justificaci¨®n de los gastos realizados durante el trabajo. En muchas ocasiones Hacienda rechaza buena parte de los mismos por motivos de lo m¨¢s peregrino, exigiendo el reintegro del correspondiente dinero, m¨¢s intereses de demora desde el principio del proyecto. Un par de ejemplos aclarar¨¢n que no estamos hablando de justificar gastos de viajes a hoteles de lujo en Marbella con una pareja sentimental.
Un ejemplo cl¨¢sico y sangrante es la adquisici¨®n de ordenadores durante el ¨²ltimo semestre del proyecto. La excusa para rechazar este gasto es que, dado que la vida del ordenador es m¨¢s larga que esos seis meses, no puede ser que se usen exclusivamente para este proyecto. Pero, se?or auditor, si se me ha estropeado el equipo y mi instituci¨®n no tiene dinero para reponerlo, ?hago los complicados c¨¢lculos con papel y l¨¢piz?
Cuando, por razones a veces peregrinas, Hacienda rechaza un gasto, exige la devoluci¨®n del dinero con intereses de demora desde el inicio del proyecto
Otro caso interesante ocurre cuando, para completar el proyecto, se requiere la ayuda de un prestigioso cient¨ªfico, digamos de la Universidad de Harvard, que acaba de desarrollar una t¨¦cnica novedosa en su laboratorio, la cual nos es perentorio aprender. Le invitamos a que d¨¦ un curso en nuestro laboratorio, pag¨¢ndole exclusivamente los gastos de viaje. El auditor de Hacienda dir¨¢ que no es un gasto v¨¢lido porque la visita de este se?or no estaba mencionada en el proyecto. Pero, oiga, si el descubrimiento surgi¨® despu¨¦s de que escribiera el proyecto, ?c¨®mo quiere que lo anticipara?
Y si, para evitar este problema, ?se va el investigador a Harvard? Pues que no se le ocurra buscarse un alojamiento barato donde le den un simple recibo y no una factura oficial con todos los CIF de turno, porque el auditor dir¨¢ que, sin la misma, no se le reembolsa nada. Que se hubiera ido a un hotel en condiciones pagando dos o tres veces m¨¢s y, si el dinero del proyecto no le alcanza para m¨¢s viajes, pues que se quede en su casa meditando.
Esta estrategia est¨¢ llevando al colapso burocr¨¢tico a universidades y OPI, que tienen que dedicar sus oficinas de apoyo a la investigaci¨®n a preparar una infinidad de justificaciones y facturas para conseguir que los gastos rechazados sean finalmente aprobados. Ello est¨¢ provocando el hartazgo absoluto de los investigadores, que cada vez tienen que dedicar m¨¢s tiempo al papeleo de justificar gastos totalmente nimios, detray¨¦ndolo de su labor investigadora.
Asistimos a un proceso kafkiano que pretende ahorrar algunos miles de euros al contribuyente al coste de centenares de miles de horas de trabajo de personal de alta cualificaci¨®n
Para que se hagan una idea de la magnitud del problema, estamos hablando de que en una universidad mediana hay varios centenares de proyectos examinados con decenas de gastos cuestionados por proyecto. Por tanto se trata de miles de facturas, con varias fases del proceso de justificaci¨®n, en las que se implican a profesores y personal de administraci¨®n, adem¨¢s del personal del ministerio.
Teniendo en cuenta que el gasto finalmente se aprueba en m¨¢s del 80% de las alegaciones, estamos asistiendo a un proceso kafkiano que pretende ahorrar algunos miles de euros al contribuyente al coste de centenares de miles de horas de trabajo de personal de alta cualificaci¨®n. Ello da una indicaci¨®n bien precisa del nulo valor social que a ojos del ministerio tiene el trabajo de nuestros cient¨ªficos. A ello se une el hecho de que el dinero ¡°recuperado¡± no se destina a investigaci¨®n, sino que va a la caja general de Hacienda.
Como nos gusta ser constructivos, finalizamos proponiendo varias soluciones a esta pesadilla. Si realmente el ministro ha decidido que los investigadores somos unos in¨²tiles cuya actividad no es m¨¢s que parasitismo social, lo mejor es que lo diga abiertamente, eliminando por completo la financiaci¨®n del Ministerio de Competitividad y ya nos buscaremos la vida donde sea. Si piensa que hay corrupci¨®n en el mundo de la ciencia, que ponga a la fiscal¨ªa a trabajar y meta a los corruptos en la c¨¢rcel.
Pero si ninguna de estas recomendaciones le parece correcta, por favor reflexione y env¨ªe a sus inspectores a cualquier pa¨ªs de Europa con buenas universidades y centros de investigaci¨®n para que vean c¨®mo se gestiona la ciencia. Si hace falta, estamos dispuestos a financiar el viaje del funcionario de turno a, por ejemplo, Reino Unido. ?Uy, no, que se nos olvid¨® mencionar esta actividad en el proyecto!
Antonio Cabrales es catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidad Carlos III de Madrid y Anxo S¨¢nchez es catedr¨¢tico de Matem¨¢ticas en la misma Universidad.
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