Vivir de otra manera
Una vida equilibrada no es ut¨®pica; es una vida de sabidur¨ªa, libre de mediocridad
?Es ideal cualquier vida por desarrollarse simplemente en un mundo ideal o es ideal precisamente porque el mundo en que vivimos presenta alguna imperfecci¨®n? Si el car¨¢cter ideal de la vida no guarda relaci¨®n con el del mundo no habr¨¢ garant¨ªa alguna de que alcanzar la vida ideal suponga alcanzar el mundo ideal. ?C¨®mo podemos concebir una vida idealsin considerarla un objetivo alcanzable? Seg¨²n Arist¨®teles, los hombres definen lo que es una vida ideal en funci¨®n de la consecuci¨®n de la felicidad, que puede alcanzarse explotando al m¨¢ximo las posibilidades vitales, en una sociedad que mantenga un equilibrio entre excelencia moral y rectitud. Siguiendo a Arist¨®teles, podr¨ªamos decir que la vida ser¨¢ ideal cuando la persona sea capaz de vivirla de manera ideal, es decir, hallando un equilibrio entre la excelencia moral y la rectitud. De este modo, en todos los hombres podr¨¢ detectarse la b¨²squeda de la vida ideal, ya sea por medios placenteros o dolorosos, siempre que la vida se sit¨²e en un equilibrio de excelencia moral guiado por la propia virtud y sin respetar necesariamente las normas. Siguiendo la l¨®gica aristot¨¦lica, la felicidad proceder¨ªa de una vida virtuosa, definida fundamentalmente por la consecuci¨®n de un equilibrio en la vida y las actividades del sujeto.
Es improbable que los comportamientos y opciones extremos conduzcan a una felicidad aut¨¦ntica y duradera. Sin embargo, no hay pautas absolutas para desarrollar una vida equilibrada, que es la que se compone de opciones y compromisos equilibrados. Ojal¨¢ pudiera acabar aqu¨ª y decir que una vida ideal es el resultado de una existencia compuesta de elecciones morales. Pero, ?acaso podemos decir que en una vida ideal no hay necesidad de acciones moralmente virtuosas? Sigue siendo cuestionable que una vida de opciones y compromisos equilibrados reporte necesariamente a todo el mundo una vida ideal. En consecuencia, una vida equilibrada no es ni una utop¨ªa ni una concepci¨®n sistem¨¢tica de una vida mucho mejor alcanzada mediante la inteligencia y la voluntad humanas. La utop¨ªa es la vida so?ada hecha carne. Es un modelo imaginado a la espera de plasmarse. Es la imagen de un mundo perfecto. Pero la humanidad, al ser imperfecta, no puede habitar un mundo perfecto. Esa es la raz¨®n de que los proyectos ut¨®picos siempre hayan sido ideas impuestas. Por el contrario, una vida de excelencia no pretende imponerse a los dem¨¢s. Es un horizonte com¨²n de ejemplaridad para todos los seres humanos. Una vida de excelencia es una vida dentro de la vida en la que la ejemplaridad se mantiene mediante el compromiso individual con esa excelencia, que es un noble estado mental. No es una imposici¨®n de lo bueno y lo malo. No tiene nada que ver ni con la riqueza ni con la fama, ni tampoco con las ambiciones pol¨ªticas. No es ni una renuncia al mundo ni una nostalgia de otros mundos. Es la adopci¨®n de esa noble actitud vital que siempre ha simbolizado el concepto de sabidur¨ªa.
Una y otra vez, siempre que los seres humanos se han preguntado c¨®mo es posible que alguien sea feliz y justo en su mundo, han tenido que recurrir a la sabidur¨ªa. S¨®focles sol¨ªa decir que ¡°la sabidur¨ªa es el componente supremo de la felicidad¡±. Pero la felicidad, por s¨ª sola, nunca es suficiente. Para que la felicidad cree seres humanos felices se necesita tambi¨¦n una fuerte y fr¨ªa sabidur¨ªa. La felicidad sin sabidur¨ªa no puede m¨¢s que producir banalidad y mediocridad. En estos tiempos, la felicidad se relaciona con el conocimiento, el poder y la riqueza, no con la sabidur¨ªa. Es cierto que la sabidur¨ªa consiste en ser sabio en el propio tiempo, pero tambi¨¦n en tener la capacidad de dudar de la ejemplaridad de ese tiempo. Pedro Abelardo lo sab¨ªa cuando dijo que ¡°el comienzo de la sabidur¨ªa se encuentra en la duda; al dudar llegamos a la pregunta y buscando podemos tropezarnos con la verdad¡±.
La excelencia es el resultado gradual de esforzarse siempre por hacer las cosas con nobleza y ejemplaridad
No se puede ser sabio ¨²nicamente con la sabidur¨ªa del propio tiempo, porque bien podr¨ªa ser que esa sabidur¨ªa no fuera m¨¢s que ignorancia. En consecuencia, se podr¨ªa decir que ser sabio es ser maduro en y con la vida, porque esta es el ¨²nico consejero fiable. Es decir, la sabidur¨ªa vital est¨¢ en la propia vida. Por tanto, una vida de excelencia ser¨¢ una vida de sabidur¨ªa, libre de brutalidad y mediocridad. En la vida y para poder vivirla, hace falta experiencia para separar lo accesorio de lo esencial. Como se?al¨® Dietrich Bonhoeffer, eso es ¡°reconocer lo importante dentro de lo f¨¢ctico¡±. De este modo, para pensar en una vida ideal que sea un estado de madurez y ejemplaridad humanas necesitamos concebirla como una actividad ¨¦tica, como lo que Arist¨®teles denominaba eupraxis (buena acci¨®n).
Mantenerse fiel a la ¨¦tica no es desear que nuestra vida discurra lo mejor posible, sino hacer lo que ¨¦ticamente es mejor para cambiarla. Despu¨¦s de todo, una vida de excelencia puede definirse como una existencia vivida de otra manera. Si logramos esa vida, podremos decir que es la mejor que se puede alcanzar. En consecuencia, una vida de excelencia ser¨¢ la consistente en vivir ¨¦ticamente lo mejor que podamos. Ser¨¢ una vida ideal constituida por un completo abanico de actividades humanas guiadas por la excelencia, no solo por la diversi¨®n. La excelencia no radica en la repetici¨®n, sino en lo que est¨¢ a nuestro alcance realizar. No se logra f¨¢cilmente. En consecuencia, una vida ideal mantiene una relaci¨®n directa con nuestro compromiso con la excelencia. Como dijo S¨¦neca, ¡°la vida es como una representaci¨®n teatral: lo que importa no es la duraci¨®n sino la excelencia del drama¡±. Para quienes creen en la vida como excelencia, el ideal es la propia vida. Afanarse por alcanzar la excelencia es un m¨¦todo seguro para alzar nuestra vida por encima de la mediocridad. La excelencia es mejor maestra que la mediocridad. Es una labor, no una premisa. Es el resultado gradual de esforzarse siempre por hacer las cosas con nobleza y ejemplaridad. En consecuencia, ser¨ªa un error pensar en una vida de excelencia que fuera un estado de perfecci¨®n, ya que esta no es la ¨²nica alternativa a la mediocridad. La excelencia es una alternativa m¨¢s ¨¦tica. Cuando vivimos en la excelencia, puede que no sepamos qu¨¦ aspecto ideal est¨¢ presente en nuestra vida o en una vida ajena. Pero sin duda sabremos que, si hay una vida ideal, se basar¨¢ en vivir de la forma m¨¢s noble e ideal que podamos.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo
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