?Qui¨¦n dijo que el 13 trae mala suerte a los Alba?
Las rencillas de la familia se van resolviendo en un a?o que, por su numeraci¨®n, vaticinaba un mal fario. Hasta su hija Eugenia ha ganado el juicio contra Fran Rivera por la custodia de su nieta
El mal fario del n¨²mero 13 no parece ir con la Casa de Alba. Al contrario, despu¨¦s de una temporada plagada de desencuentros, disgustos, peleas, meteduras de pata, desconfianzas, reca¨ªdas de salud, tempestades varias, ha llegado la calma. El a?o 2013 les acompa?a.
Puede que en eso tenga que ver el subid¨®n por el ¨¦xito de su exposici¨®n en la Casa de Correos de Madrid. Los bienes y las obras de arte all¨ª expuestas hasta finales de marzo han alcanzado los m¨¢s de 100.000 visitantes. Pero las alegr¨ªas m¨¢s bien responden a los pactos de familia. Y concretamente, al asunto de las herencias, cosa que, desde la casa, no han querido comentar.
Para que Cayetana contrajera matrimonio con Alfonso D¨ªez, los hijos exigieron repartir en vida el patrimonio. Hubo para todos. Tierras y palacios. Ahora ha llegado la hora de los t¨ªtulos. Ha sido Alfonso Mart¨ªnez de Irujo ¡ªel segundo de sus hijos¡ª quien ha solicitado siete de los m¨¢s de 50 que ostenta su madre, la mujer con m¨¢s honores nobiliarios del mundo, seg¨²n el Libro Guinness de los R¨¦cords.
Don Alfonso hila fino. Sabe de qu¨¦ va la cosa. Es decano de la Diputaci¨®n Permanente y Consejo de la Grandeza de Espa?a. No hay problema. Cayetana tambi¨¦n ha sabido ser generosa en ese aspecto. En apenas un mes cumplir¨¢ 87 y ya ha lucido durante una buena parte de su vida los marquesados, los ducados, los condados de quien es 14 veces grande de Espa?a, aparte de pernoctar en las mansiones que posee distribuidas por todo el pa¨ªs.
Desde Due?as, en Sevilla, el palacio donde reside con su tercer esposo, ha accedido a despojarse de algunos t¨ªtulos para que luzcan en la pechera de su prole mientras ella disfruta del gallinero que le ha construido personalmente su santo. Como le gusta presumir, Cayetana es una gran defensora de los animales, cosa que no est¨¢ re?ida con su afici¨®n al toreo, arte que ¨²ltimamente le trajo sus disgustos por el desencuentro entre Fran Rivera y su hija Eugenia. Ambos han estado enfrentados en los tribunales por la custodia de la ni?a que tienen en com¨²n. Pero hasta eso se ha resuelto para bien en este comienzo de 2013: la madre ha ganado el juicio.
Otro frente abierto ha quedado cerrado. La pelea p¨²blica con su hijo Jacobo y su nuera, Inka Mart¨ª, ha pasado al archivo de la familia. Se ha obrado una paz dif¨ªcil despu¨¦s de que Jacobo fuera uno de los hijos que m¨¢s se opusieron a su nuevo matrimonio y que la madre llamara mentirosa, mala y envidiosa a su mujer.
Pero el tiempo y el buen rollo lo curan todo. La desconfianza que inicialmente despertaba Alfonso en la Casa de Alba se ha transformado en alivio. El hombre cuida de Cayetana ¡ªtodo un car¨¢cter¡ª como un amante devoto. Su discreci¨®n se da de tortas con las meteduras de pata de los herederos directos, carne fresca y constante para los programas del coraz¨®n. En todo ese fregao, Alfonso D¨ªez ni entra. Es un se?or. De hecho. Y sin t¨ªtulo, salvo el de consorte. Ejemplar.
As¨ª que todos contentos y felices. Como quien suelta sus zanahorias con vista a los conejos, Cayetana ha empezado a otorgar sus t¨ªtulos quiz¨¢ para que la dejen tranquila y pueda seguir haciendo a¨²n m¨¢s su vida. Ha sido dejar entrever que no se opon¨ªa a repartir algunas de sus dignidades y, acto seguido, comunicar que este a?o se largaba a Tailandia con Alfonso, un viaje que a ella se le hab¨ªa metido entre ceja y ceja, pero que los hijos tampoco ve¨ªan oportuno.
Aunque no hay obst¨¢culo que no pueda vencer la seguridad de que a todos les tocar¨¢ algo. Alfonso ha sido el primero en dar un paso al frente. El acuerdo parece claro y parte de lo pactado antes de que la dejaran casarse. Su segundo hijo ha solicitado, ante la Divisi¨®n de Derechos de Gracia y otros Derechos de la Subsecretar¨ªa del Ministerio de Justicia, siete de ellos. Quiere el condado de Guimer¨¢ y Ribadeo, los marquesados de Orani y Almenara. Pero lo m¨¢s peliagudo son sus pretensiones sobre los condados de Palma del R¨ªo, Aranda y el ducado de H¨ªjar. Los tres llevan aparejada la dignidad de grandeza de Espa?a. La gran tarta est¨¢ en juego.
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