Lo impronunciable

?Por qu¨¦ Mariano Rajoy no pronuncia el nombre de Luis B¨¢rcenas? Ese silencio no obedece a una estrategia pol¨ªtica, sino que es por pura superstici¨®n. El presidente y los dirigentes de su partido act¨²an as¨ª por resorte tribal y de una manera muy documentada por la antropolog¨ªa. Los sulka de Nueva Breta?a, por ejemplo, nunca citar¨¢n por su nombre a quien consideran un gran peligro y para identificarlo utilizan apodos como Tronco de ?rbol Podrido o Palo de Revolver Tripas e incluso Trending Topic. No s¨¦ c¨®mo har¨¢n en la calle G¨¦nova y en Moncloa para referirse al ?nclito, pero se sabe que circula ya un directorio con alias y eufemismos. Esta medida preventiva se adopt¨® despu¨¦s de que al menos seis empleados y dirigentes de partido tuviesen que ser atendidos en el botiqu¨ªn de la sede tras la imprudencia de pronunciar el verdadero nombre del Coloso Alpino o El Guarismo Helv¨¦tico. Uno de los afectados por sarpullidos fue, al parecer, el se?or Montoro, que se alivi¨® de milagro con una estampilla de Maribel Verd¨². Sobre los poderes m¨¢gicos del Bala de Baqueira y Yeti de Vancouver ya deb¨ªan estar muy advertidos los colegas emprendedores de la red filantr¨®pica G¨¹rtel que, seg¨²n parece, se refer¨ªan al notable tesorero y esquiador con el carism¨¢tico sobrenombre de El Cabr¨®n. En lugar de incomodar al aludido, este calificativo goza de un cierto prestigio her¨¢ldico en nuestro pa¨ªs, por lo que no ser¨ªa descabellado que una vez superados estos peque?os contratiempos judiciales la Casa Real tenga a bien concederle un marquesado con ese t¨ªtulo de Fen¨®meno o el alternativo de Grande de la Peineta de Espa?a. Los minutos de aplausos con que obsequiaron sus diputados al triunfal Rajoy poco ten¨ªan que ver, en realidad, con el debate. Fue el ¨²ltimo acto de un exconjuro supersticioso. Lo que hac¨ªa la tribu al aplaudir con tanta fuerza era macerar el nombre impronunciable.