Sin prisas en La Habana
Ra¨²l Castro ha anunciado que dentro de un lustro abandonar¨¢ la presidencia del pa¨ªs
Si las cosas de palacio van despacio, cuando el palacio est¨¢ en La Habana pueden esperar siempre unos cuantos a?os. El presidente cubano Ra¨²l Castro ha anunciado que, pasado un lustro, el mandato para el que sus pares le han elegido, abandonar¨¢ la presidencia del pa¨ªs. El problema es que tiene 81 a?os, cinco menos que el fundador, Fidel, al que sucedi¨® en 2006.
Las versiones m¨¢s caritativas hablan de preparaci¨®n para el relevo en el poder y de nuevas generaciones, como si estuvi¨¦ramos ante planes cuidadosamente meditados, en los que el futuro es la gran preocupaci¨®n de estadistas respetados y respetables. Y preocupaci¨®n s¨ª que la hay, pero porque el atado y bien atado nadie puede garantizar que funcione.
Se ha nombrado un vicepresidente primero, Miguel D¨ªaz-Canel, ingeniero de 52 a?os, y por supuesto incondicional del presidente, que sustituye al hist¨®rico Jos¨¦ Ram¨®n Machado de 82. Paralelamente, se ha producido una renovaci¨®n de cargos, como la presidencia de la Asamblea, que ejerc¨ªa el incombustible Ricardo Alarc¨®n de 75 a?os, al que sucede Esteban Lazo de 69, lo que se interpreta, sorprendentemente, como refuerzo de la l¨ªnea menos reformista del Gobierno.
El mismo t¨¦rmino reforma merece un comentario de texto. Se est¨¢ reconociendo, pero con cuentagotas, la realidad del mercado; se pretende que los agricultores exploten sus parcelas con alguna mayor mayor libertad, de forma que mejore el abastecimiento de las ciudades y la productividad campesina, y avanza el llamado cuentapropismo, la capacidad de instalar negocios privados, pero siempre con una fuerte carga impositiva.
Lo m¨¢s notable es, sin embargo, el peculiar concepto del tiempo que tiene el castrismo. Ra¨²l Castro se permite, con la misma facundia de un gobernante elegido por v¨ªa democr¨¢tica, comentar que ya ha cumplido largamente con el pa¨ªs y por ello se merece un descanso que proyecta, con todo, a un lustro vista. Pero los que merecen un descanso son mas bien los cubanos que no han podido vivir en democracia desde 1959, tras el golpe con que los barbudos de Sierra Maestra pusieron fin al odiado r¨¦gimen de Fulgencio Batista.
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