Entramos en la casa de las palabras
Desde hace 300 a?os, ¡°limpia, fija y da esplendor¡± a nuestro idioma, como afirma su lema. Los ilustres miembros de?la?Real Academia Espa?ola (RAE) abren sus puertas a?¡®El?Pa¨ªs Semanal¡¯. Este es un recorrido por las tareas de quienes deciden qu¨¦ t¨¦rminos merecen entrar en el Diccionario.
Cuarenta y seis estoicos sillones ¨Ccoronados con las letras del alfabeto¨C custodian un gran ¨®valo cubierto por un mantel verde. Gruesos diccionarios y manuales ¨Cbien encuadernados¨C comparten sin problema el desnivel de la mesa. Del techo desciende una l¨¢mpara ¨Ctambi¨¦n ovalada¨C para esparcir su luz grumosa ¨Camarillenta¨C sobre unas carpetas blancas. No hay ventanas. De las altas paredes cuelgan retratos ¨Coscuros¨C de se?ores con peluca blanca y barroca vestimenta. Es jueves por la tarde y falta poco para que una sucesi¨®n de pasos firmes hagan rechinar el suelo de este amplio e hist¨®rico sal¨®n.
Ser¨¢ a las siete y media ¨Cen punto¨C cuan??do la censora del pleno ¨Cse llama censora¨C toque una campanilla dorada ¨Ctil¨ªn, til¨ªn¨C y marque as¨ª el inicio de la sesi¨®n. Entonces, m¨¢s de una veintena de acad¨¦micos que han venido hoy ¨Cmuy bien trajeados, como siempre¨C ocupar¨¢n cualquier sitio en torno a la mesa y escuchar¨¢n ¨Cen pie, con respeto, como desde hace 300 a?os¨C una oraci¨®n en lat¨ªn le¨ªda por el director ¨Cam¨¦n¨C. Luego, cuando todos est¨¦n sentados, el secretario leer¨¢ el acta con los acuerdos de la sesi¨®n anterior. Dar¨¢n el visto bueno y quedar¨¢ aprobada. Enseguida, el secretario dar¨¢ cuenta de las noticias que ata?en a la instituci¨®n ¨Cun premio para alguno de sus miembros, los despachos que env¨ªan las academias americanas¨C, y la siguiente parte comenzar¨¢ con una palabra m¨¢gica: libros. Los creadores e investigadores que hayan publicado en los ¨²ltimos d¨ªas alguna obra se levantar¨¢n de sus asientos para entreg¨¢rsela ¨Cdedicada a la docta casa¨C al director.
La parte medular de la sesi¨®n se abrir¨¢ con otra palabra: papeletas. Los acad¨¦micos levantar¨¢n la mano para sugerir el estudio de una nueva palabra o acepci¨®n con el objetivo de incluirla en el Diccionario. Dir¨¢n sus opiniones y observaciones de fondo y forma, cada uno desde la disciplina a la que pertenece. Citar¨¢n ejemplos de obras literarias, del uso que el vocablo ha tenido en otras ¨¦pocas o en otros pa¨ªses, de su ra¨ªz ling¨¹¨ªstica. Exclamar¨¢n, acotar¨¢n, precisar¨¢n y, entre todos, parecer¨¢n darse un fest¨ªn como si atendieran las instrucciones del poema de Octavio Paz: ¡°Dales la vuelta, / c¨®gelas del rabo (chillen, putas), / az¨®talas, / dales az¨²car en la boca a las rejegas, / ¨ªnflalas, globos, p¨ªnchalas, / s¨®rbeles sangre y tu¨¦tanos, / s¨¦calas, / c¨¢palas, / p¨ªsalas, / gallo galante, / tu¨¦rceles el gaznate, cocinero, / despl¨²malas, / destr¨ªpalas, toro, / buey, arr¨¢stralas, / hazlas, poeta, / haz que se traguen todas sus palabras¡±.Poca energ¨ªa les quedar¨¢ al final para el momento de ruegos y preguntas. Tampoco tendr¨¢n mucho tiempo, porque, a las ocho y media ¨Cen punto¨C, la censora volver¨¢ a tocar la campanilla dorada ¨Ctil¨ªn, til¨ªn¨C y marcar¨¢ as¨ª el fin de la sesi¨®n. Y todos, de nuevo, escuchar¨¢n ¨Cen pie, con respeto, como desde hace 300 a?os¨C una oraci¨®n en lat¨ªn le¨ªda por el director ¨Cam¨¦n¨C.
Con frecuencia se solicita que sean borrados t¨¦rminos hirientes del diccionario¡±
Con frecuencia se solicita que sean borrados t¨¦rminos hirientes del diccionario¡±
La RAE celebr¨® su primera cesi¨®n el 3 de agosto 1713, con el prop¨®sito de ¡°fijar las voces y los vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza¡±. Y poco m¨¢s de un a?o despu¨¦s, el 3 de octubre de 1714, el rey Felipe V la coloc¨® bajo su ¡°amparo y real protecci¨®n¡±. Su misi¨®n principal ¨Cla misma de ahora¨C fue elaborar un diccionario. El primero de sus seis tomos se public¨® en 1726 y se llam¨® Diccionario de autoridades, porque las definiciones de las palabras citaban ejemplos extra¨ªdos de las obras de grandes escritores. Pronto, las nacientes rep¨²blicas latinoamericanas establecieron academias correspondientes a la espa?ola y, con ello, la lengua se consolid¨® como la ¡°patria com¨²n¡± del mundo hispano.
Jos¨¦ Manuel Blecua es, desde hace m¨¢s de dos a?os, el director n¨²mero 29 de la RAE. Su amplio y silencioso despacho ¨Cen uno de los costados de la casa¨C lo preside el retrato de su maestro y colega Rafael Lapesa (1908-2001), fil¨®logo e historiador valenciano. Sentado en un sof¨¢ de piel, Blecua no tiene ning¨²n reparo en reconocer que, a lo largo de su historia, la Academia ¡°ha tenido ¨¦pocas en las que ha descuidado sus obras. Por ejemplo, pasaron cincuenta a?os sin actualizar la Gram¨¢tica. La m¨¢s reciente tambi¨¦n tard¨® mucho, desde 1973 que sali¨® el esbozo, hasta 2009 que se public¨®. Falta que todas las obras est¨¦n armonizadas, que el Diccionario, la Ortograf¨ªa y la Gram¨¢tica vayan de la mano¡±.
No es ning¨²n secreto ¨Ctampoco¨C que el Diccionario ha sido siempre una fuente de controversia: ?el espa?ol peninsular est¨¢ por encima del empleado en el resto de los pa¨ªses hispanohablantes? ?Por qu¨¦ incluye esta palabra y no aquella? ?Por qu¨¦ se le define de una manera y no de otra? ?No deber¨ªa ser m¨¢s ¡°pol¨ªticamente correcto¡±? ¡°Con frecuencia se solicita, y a veces de manera apremiante, que sean borrados del Diccio??nario t¨¦rminos o acepciones que resultan hirientes para la sensibilidad social de nuestro tiempo. La Academia ha procurado eliminar, en efecto, referencias inoportunas a raza y sexo, pero sin ocultar arbitrariamente los usos reales de la lengua¡±, aclara la instituci¨®n en el pre¨¢mbulo de la obra.
Villanueva: ¡°No soy profeta, pero no creo que la nueva edici¨®n del diccionario sea la ¨²ltima en papel¡±
Blecua ¨Cfil¨®logo zaragozano de 1939, experto en fon¨¦tica y fonolog¨ªa¨C sostiene que la relaci¨®n con el otro lado del Atl¨¢ntico es cada vez m¨¢s estrecha. ¡°Tenemos proyectos conjuntos que funcionan bien, como la actualizaci¨®n del Diccionario de americanismos¡±. Pero esa colaboraci¨®n, dice, se consolid¨® con la realizaci¨®n del Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola. ¡°El n¨²mero cero fue en Sevilla, en el marco de la Expo 92. Ah¨ª decidimos montar el primero en M¨¦xico. Fue en 1997, en la ciudad de Zacatecas. Este a?o haremos el sexto, en Panam¨¢. El objetivo principal de estos eventos es dar seguridad a los hablantes. Que se den cuenta de que su lengua es muy importante, que hay m¨¢s de mil medios de comunicaci¨®n que la est¨¢n utilizando todos los d¨ªas, que los escritores y los pol¨ªticos se re¨²nen para reflexionar y discutir en una dimensi¨®n americana. Porque el espa?ol sin Am¨¦rica no es nada¡±.
Fue en aquel congreso de Zacatecas cuando el escritor Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se atrevi¨® a proponer ¨Cen un encendido discurso¨C que la ortograf¨ªa deber¨ªa ¡°jubilarse.¡± Tres a?os despu¨¦s de este exhorto, la Academia llev¨® a cabo una reforma ortogr¨¢fica. Y una m¨¢s en 2010: la i griega, desde entonces, es tambi¨¦n la ye; solo y guion ya no llevan tilde¡ ¡°Siempre ha habido cambios, pero es verdad que esta ¨²ltima ha tenido mucha resonancia. Esperemos que poco a poco se reacomode todo y que, sobre todo, no afecte a la educaci¨®n. Porque la ortograf¨ªa tiene una funci¨®n muy importante en la tarea docente¡±, se?ala Jos¨¦ Manuel Blecua. Pero, ?el director ya se acostumbr¨® a estos cambios? ¡°El director nunca le confesar¨¢ c¨®mo escribe¡±, responde con media sonrisa.
Suelen ser hombres. Suelen ser mayores. Pulcros. De buenas maneras. Ocupan su plaza hasta el d¨ªa de su muerte. Proceden de las artes y las ciencias. Hablan con la voz suave de los sabios. Con puntos y comas. Con subordinadas. Con pedagog¨ªa minuciosa. A veces deletrean. Caminan serenos. Rodeados por el halo de la virtud llegan, cuando llega la tarde, dispuestos a insertarse en el ¨ªntimo engranaje de La Casa de las Palabras.
En 15 a?os, el departamento 'Espa?ol al d¨ªa' ha recibido m¨¢s de 600.000 consultas
Adem¨¢s de participar en la sesi¨®n plenaria de los jueves, los 46 acad¨¦micos trabajan distribuidos en 14 comisiones en donde elaboran propuestas que luego estudian y aprueban entre todos. Para ser elegidos, primero es necesario que muera alguno. Entonces, grupos de tres acad¨¦micos proponen a alguien, se valoran los m¨¦ritos de los candidatos y ¨Cen una votaci¨®n interna y secreta¨C se elige al ganador, cuyo nombre se hace p¨²blico de inmediato. El ¡°acad¨¦mico electo¡± pasar¨¢ a ser ¡°acad¨¦mico de n¨²mero¡± y a ocupar el sill¨®n con la letra del alfabeto que le corresponda ¨Cmay¨²scula o min¨²scula¨C el d¨ªa que ¨Cvestido de etiqueta¨C lea su discurso de ingreso en el sal¨®n de actos de la Casa ¨Cante los dioses de la poes¨ªa y la elocuencia¨C y el director le imponga una medalla con el escudo de la Academia. Despu¨¦s le asignar¨¢n un perchero ¨Ccon su nombre¨C en la entrada del sal¨®n de plenos, cuya posici¨®n ir¨¢ cambiando conforme mueran sus compa?eros.
En 300 a?os de historia han desfilado por los sillones del pleno fil¨®logos, escritores, ling¨¹istas, historiadores, fil¨®sofos, psic¨®logos, arquitectos, abogados, m¨¦dicos, qu¨ªmicos y economistas. Fue en 1978 cuando se eligi¨® por primera vez a una mujer como acad¨¦mica: la escritora Carmen Conde (1907-1996). Hoy hay seis, pero a una de ellas ¨CCarme Riera¨C le falta pronunciar su discurso de ingreso.
Estas damas y caballeros del buen decir acuden ¨Ccon sus ojos m¨ªnimos, con sus gafas de aumento¨C a la biblioteca de la Casa para consultar algunos de sus 250.000 vol¨²menes. Rosa Arbol¨ª es la bibliotecaria ¨Cdesde hace una d¨¦cada¨C y cuenta que ¡°los acad¨¦micos suelen revisar los fondos de filolog¨ªa y de cr¨ªtica literaria. Piden obras literarias antiguas o que han extraviado en sus bibliotecas, que a veces tienen, pero no saben d¨®nde¡±. En la denominada biblioteca de Acad¨¦micos ¨C35.000 libros¨C conservan los seis tomos del primer Diccionario ¨Cdedicado al Rey Felipe V, ¡°que Dios guarde¡±¨C publicado por la RAE. Encuadernados en tono marr¨®n, sus cientos de p¨¢ginas de papel italiano ¡°se conservan estupendamente¡±.
Unos metros m¨¢s all¨¢, los cuatro tomos de El Quijote compuestos por el impresor Joaqu¨ªn Ibarra en 1780 conviven con los 21 vol¨²menes de la Enciclopedia francesa de 1752. Hay, adem¨¢s, m¨¢s de 2.000 manuscritos de autores como F¨¦lix L¨®pez de Vega o Pablo Neruda. En la biblioteca Antonio Rodr¨ªguez Mo?ino est¨¢ la colecci¨®n de estampas y dibujos privada m¨¢s importante que existe en Espa?a, entre ellos el Libro de suerte, en el que se echaba el dado para predecir el futuro, prohibido por la Inquisici¨®n. ¡°En la biblioteca D¨¢maso Alonso est¨¢ toda la correspondencia de este escritor con los poetas de la Generaci¨®n del 27 y los exiliados republicanos¡±, comenta con orgullo Rosa Arbol¨ª.
Palabras llegan y llegan nuevas acepciones. Se transforman. Como si su vida fuera m¨¢gica. Dice Dar¨ªo Villanueva ¨Csecretario de la RAE¨C que los acad¨¦micos revisan constantemente el Diccionario y desde 2001 lo han actualizado cinco veces en la Red. ¡°Porque, a veces, el significado de una palabra ya no corresponde al contexto actual. Si percibimos que una palabra no est¨¢, esperamos un periodo de al menos cinco a?os para evitar que entre alguna que haya obedecido a una moda¡±, se?ala. Adem¨¢s de la exposici¨®n La lengua y la palabra, que se abrir¨¢ al p¨²blico el pr¨®ximo oto?o en la Biblioteca Nacional, y de la digitalizaci¨®n de todas las actas de sus sesiones, la Academia celebrar¨¢ sus 300 a?os de existencia con la publicaci¨®n ¨Cen 2014¨C de la nueva edici¨®n en papel del Diccionario.
En sus p¨¢ginas podremos encontrar t¨¦rminos como tableta, tuit, sms, prima de riesgo, deuda soberana, empatizar, gayumbos, portamisiles, sushi, chat, friki y red social. ¡°Estamos preparando un simposio sobre los diccionarios en la era digital porque ahora es muy l¨®gico pensar cu¨¢l es el futuro del Diccionario como libro. Hoy podemos hacer un diccionario hipertextual con varias conexiones. No soy profeta, pero no creo que esta nueva edici¨®n sea la ¨²ltima en papel.Aunque es verdad que partir de esta edici¨®n se va a potenciar el uso de la versi¨®n digital¡±, detalla Villanueva.
Ante la irrupci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas y su particular forma de usar la lengua, ?se alterar¨¢ su escritura? El director Jos¨¦ Manuel Blecua opina que hoy sucede lo mismo que cuando apareci¨® el tel¨¦grafo. ¡°Se pensaba que el tel¨¦grafo iba a modificar la sintaxis. Pero la sintaxis del telegrama no modific¨® la sintaxis de la lengua. Fue un temor totalmente infundado. Y hoy est¨¢ pasando lo mismo con la escritura en las redes sociales¡±.
El presupuesto de La Casa de las Palabras ¨Cque ¡°limpia, fija y da esplendor¡±¨C, explica su director, ¡°tiene tres or¨ªgenes: el estatal, del Ministerio de Educaci¨®n, que en estos momentos es de 1,9 millones de euros. Otra parte procede de los derechos de las obras de la Academia. Y una m¨¢s procede de los patrocinios de empresas. Tenemos la Fundaci¨®n Pro-RAE, con personas de la sociedad civil que nos dan 100 euros al a?o. Hay empresarios que dan m¨¢s¡ Son tiempos dif¨ªciles. Tenemos unos gastos de 7,6 millones de euros al a?o¡±.
Mientras Blecua ense?a la sala de Pastas, donde los acad¨¦micos departen relajados durante alguno de sus descansos, mira los retratos de los directores que la Academia ha tenido a lo largo del siglo XX y enumera los retos que se vislumbran en la instituci¨®n. ¡°Son de naturaleza muy distinta. De funcionamiento general, de que la Academia colabore con empresas en tareas precisas. Tambi¨¦n queremos publicar, para 2015, un microdiccionario al estilo del Oxford, con unos 22.000 lemas. Que sea el diccionario b¨¢sico, por ejemplo, para un estudiante de espa?ol como lengua extranjera. Est¨¢ el reto de la plataforma de Internet para el conjunto de nuestras obras. Y lo m¨¢s importante: la reestructuraci¨®n de la formaci¨®n para enfrentarnos a lo nuevo: tecnicismos, l¨¦xico cient¨ªfico, extranjerismos¡ un mundo donde la renovaci¨®n l¨¦xica es constante¡±.
A unos cinco kil¨®metros de ah¨ª, en la madrile?a calle de Serrano, un edificio flanqueado por 22 banderas iberoamericanas es la sede del Centro de Estudios de la Real Academia Espa?ola. Aqu¨ª se realiza ¨Cdesde 2007¨C lo que podr¨ªa denominarse la carpinter¨ªa de nuestro idioma. Un grupo de fil¨®logos, ling¨¹istas, lexic¨®grafos e inform¨¢ticos se encargan de estructurar el Diccionario, la Gram¨¢tica y la Ortograf¨ªa de la Lengua Espa?ola. Pasan las horas ¨Cmeticulosos y en silencio¨C frente a sus ordenadores. En la segunda planta, sin embargo, varios despachos est¨¢n vac¨ªos. ¡°Esperemos que esta planta no d¨¦ la sensaci¨®n de que estamos arruinados¡±, ataja Jos¨¦ Antonio Pascual, vicedirector de la Academia y encargado del Nuevo diccionario hist¨®rico de la lengua, ¡°una herramienta fundamental para entender los textos antiguos¡±.
Dice Pascual que es la tercera vez que se intenta hacer este Diccionario. ¡°Tenemos ya un corpus de 52 millones de palabras. Cuando se terminara, digo terminara a prop¨®sito, podr¨ªa tener unos 170.000 lemas. Pero solo cuento con tres personas trabajando, ?c¨®mo se puede avanzar as¨ª? Cualquiera podr¨¢ recurrir a ¨¦l ante la duda sobre la existencia de una palabra. Pienso, por ejemplo, en ¡®veranadero¡¯. Esta palabra aparece en La p¨ªcara Justina para referirse al lugar donde van a veranear las ovejas. Quienes hicieron el Diccionario de autoridades lo corrigieron en ¡®veranero¡¯. Un editor que ahora quiere volver a publicar esa novela puede recurrir al Diccionario hist¨®rico para tener seguridad. Adem¨¢s, se pueden buscar los cambios sem¨¢nticos de las palabras en diferentes ¨¦pocas. Por ejemplo, playa. Antes se dec¨ªa ¡°ribera del mar¡±. Luego se intent¨® introducir el t¨¦rmino franc¨¦s sabre. Incluso, la palabra catalana platja. Y, al final, qued¨® playa¡±.
En este centro tambi¨¦n atienden las dudas de los hablantes. Una soleada ma?ana de viernes, Elena Hern¨¢ndez interrumpe su jornada de trabajo para contar que desde hace 15 a?os, cuando empez¨® a funcionar el departamento Espa?ol al D¨ªa, del que ahora ella es responsable, han recibido m¨¢s de 600.000 consultas. ¡°Las m¨¢s frecuentes son de car¨¢cter ortogr¨¢fico. Nos preguntan tambi¨¦n por el uso de las may¨²sculas. O sobre el femenino de algunas profesiones, como obispo o ingeniero. O el masculino de oficios que, tradicionalmente, eran de mujeres, como ama de llaves o comadrona. Adem¨¢s del Diccionario en l¨ªnea, tambi¨¦n tenemos un canal de consultas en Twitter (@RAEinforma)¡±. Esto ¨²ltimo les ha aligerado el trabajo a los siete fil¨®logos de este ¨¢rea, pues desde hace unos meses est¨¢n ¡°echando un nuevo vistazo¡± al Diccionario panhisp¨¢nico de dudas ¨C publicado en 2005¨C para ¡°armonizarlo¡± con las nuevas ediciones de la Gram¨¢tica y la Ortograf¨ªa.
Pero, ya lo saben, la pr¨®xima gran publicaci¨®n de la RAE ser¨¢ la nueva edici¨®n del Diccionario. Veinte lexic¨®grafos trabajan estos d¨ªas a marchas forzadas porque el proceso para incluir nuevas palabras y acepciones es lento. ¡°Todo esto puede durar, f¨¢cilmente, m¨¢s de un a?o¡±, dice Elena Zamora, directora t¨¦cnica del Diccionario de la Real Academia Espa?ola (DRAE). La edici¨®n se cerrar¨¢ el pr¨®ximo mes de julio, pero Zamora adelanta algunas de las nuevas palabras que aparecer¨¢n en el Diccionario de papel en 2014. ¡°Ya han sido aprobadas palabras como funambulista, que ahora es muy usada, pero no estaba en la edici¨®n de 2001, lo mismo que holliwoodiense. Tambi¨¦n, serendipia (casualidad favorable), pvc y neorural¡±.
Los lexic¨®grafos documentan aqu¨ª el uso de la palabra ¨Cen libros y medios de informaci¨®n, sobre todo¨C. Despu¨¦s le dan su investigaci¨®n a alguna de las comisiones de acad¨¦micos, y su resoluci¨®n vuelve a este centro, desde donde se env¨ªa a las academias americanas para que brinden sus opiniones y precisiones al respecto. Entonces se filtra toda la informaci¨®n y se remite una propuesta al pleno de la Academia, donde una tarde de jueves, a las siete y media ¨Cen punto¨C, en torno a la ovalada mesa del sal¨®n de plenos, en medio de la formalidad y la solemnidad propias de la sesi¨®n, se estudiar¨¢ y se aprobar¨¢ su inclusi¨®n en el Diccionario.
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