?Un balc¨®n sobre Teher¨¢n?
Los amigos de Ir¨¢n deben hacer algo m¨¢s que asomarse a contemplar el cambio
La semana pasada se produjo en Ir¨¢n un acontecimiento de primer orden del que, curiosamente, los medios de comunicaci¨®n franceses no dijeron ni una palabra.
Mansour Osanlou, presidente del poderoso sindicato de trabajadores de la empresa metropolitana de autobuses de Teher¨¢n (Sharekat-e Vahed) y, como tal, el l¨ªder sindical m¨¢s conocido y respetado del pa¨ªs, hizo, desde un lugar que mantiene en secreto, una solemne declaraci¨®n en la que afirm¨® que ¡°hoy por hoy, en Ir¨¢n, se dan las condiciones para un cambio de r¨¦gimen¡±.
E hizo esta declaraci¨®n, a trav¨¦s de Skype, en el canal televisivo creado por un hombre al que considero el opositor exterior m¨¢s serio al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s: Amir Jahanchahi, refugiado pol¨ªtico, fundador de la Ola Verde y autor de un libro, El Hitler iran¨ª, publicado en Par¨ªs y del que ya di cuenta en su momento.
Esta informaci¨®n ¡ªdoble informaci¨®n¡ª es importante por tres razones.
Para empezar, por la personalidad de Osanlou: este l¨ªder obrero, varias veces detenido, torturado, incomunicado, que ha pasado la mayor parte de los ¨²ltimos cinco a?os tras los barrotes de las prisiones m¨¢s terribles del r¨¦gimen es (moralmente) el Lech Walesa iran¨ª; es el hombre que (t¨¦cnicamente) tal vez tenga el poder de paralizar la capital, y no solo la capital, con un llamamiento a la huelga del transporte p¨²blico; y, seg¨²n los observadores anglosajones, es la primera vez que toma postura (pol¨ªticamente) de una manera tan firme y radical.
A continuaci¨®n, por la uni¨®n (a trav¨¦s de Osanlou y Amir Jahanchahi, dirigente pol¨ªtico en el exilio) entre los elementos de la sociedad civil que, en las profundidades del pa¨ªs, aspiran a la libertad y los grupos que, desde Londres, Par¨ªs o Estados Unidos, preparan la transici¨®n. ?Qu¨¦ no se habr¨¢ dicho ya de estos grupos! ?Cu¨¢ntas iron¨ªas acerca de estos intelectuales aislados de sus bases, que solo se representan a s¨ª mismos y sienten nostalgia de un Ir¨¢n que no volver¨¢! Pues bien, se termin¨®. Y el hecho de que este Lech Walesa persa, este representante de los trabajadores de un pa¨ªs desangrado por la dictadura, este adalid de un pueblo que no puede seguir soportando las inauditas penurias infligidas por unas sanciones provocadas por el extremismo de un r¨¦gimen suicida y acorralado, escoja la Ola Verde para difundir su mensaje de esperanza es un valioso s¨ªntoma de esa uni¨®n de fuerzas del interior y el exterior sin la que, en efecto, ninguna revoluci¨®n puede triunfar y tal vez se est¨¦ produciendo en Teher¨¢n.
S¨¦ que la Ola Verde ha entablado contactos con miembros del clero
Finalmente, esta informaci¨®n es capital por lo que revela, tan cerca de las elecciones presidenciales de junio, sobre la disposici¨®n de una oposici¨®n que ha aprendido las lecciones de su fracaso de hace cinco a?os y, no lo olvidemos, desgraciadamente tambi¨¦n del lustro posterior: seguimos sin noticias de Sakineh Mohammadi Ashtiani, pese a la intensa campa?a de opini¨®n en su favor. ?Y Jafar Panahi, el valeroso cineasta al que le prohibieron salir del pa¨ªs durante veinte a?os mientras la mayor¨ªa de las grandes figuras de la oposici¨®n siguen encarceladas? ?Y la implacable represi¨®n de todas las manifestaciones de disidencia, por t¨ªmidas que sean? Menos hermosos discursos y vanos deseos. Evidentemente, ah¨ª est¨¢ la respuesta. M¨¢s pragmatismo, m¨¢s eficacia y, en la confluencia, una vez m¨¢s, de las dos resistencias, interna y externa, una estrategia de llamamiento al pueblo e insumisi¨®n democr¨¢tica, tal parece ser la nueva l¨ªnea adoptada por la oposici¨®n.
No me sorprender¨ªa que de aqu¨ª a junio se convocara una huelga, ni que esta fuese secundada.
No me sorprender¨ªa que otros Osanlou desertaran para transmitir a su vez el mensaje de su camarada, ni que lo amplificasen.
S¨¦ que la Ola Verde ha entablado contactos con miembros del clero de Qom y Teher¨¢n; s¨¦ que ha abierto canales que le permiten recordar a los elementos menos comprometidos de los Guardianes de la Revoluci¨®n que son las doce menos cinco de la noche en Ir¨¢n y que les queda poco, muy poco tiempo para evitar el destino reservado habitualmente a los sicarios de las tiran¨ªas derrocadas. Y tampoco me sorprender¨ªa que estos llamamientos a la secesi¨®n fuesen escuchados y secundados.
Cuando los que no tienen nada se unen a los que cre¨ªan serlo todo y descubren que, al final, respaldar a un r¨¦gimen vacilante puede resultar fatal, es que ha sonado la hora del cambio.
Y este es el punto en que nos encontramos. Exactamente este. Esperar y, mientras esperamos, ayudar: tal es el orden del d¨ªa para los amigos de Ir¨¢n. Pues no debemos, tampoco nosotros, equivocarnos de cita: m¨¢s all¨¢ del destino de un pueblo m¨¢rtir, m¨¢s all¨¢ del futuro de una de las m¨¢s grandes civilizaciones del mundo, hoy humillada por unos b¨¢rbaros, lo que se est¨¢ decidiendo en Teher¨¢n en este preciso momento es el futuro de la democracia en la regi¨®n y la cuesti¨®n de la guerra y la paz en el mundo. Y, para todos nosotros, ser¨ªa mortal limitarnos a observar esta partida desde el balc¨®n.
Bernard-Henri L¨¦vy es fil¨®sofo.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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