La viga en el ojo

Si, el triste pa¨ªs, rico en recursos pero empobrecido por la incompetencia y la corrupci¨®n, llevaba tiempo en un per¨ªodo de zozobra. La fuerza gobernante, de cariz populista, lo era por mayor¨ªa absoluta y no solo controlaba el poder central y gran parte de las instituciones, sino que adem¨¢s ejerc¨ªa ese dominio con la voracidad propia de un ogro totalitario. Un caso escandaloso hab¨ªa sido la ocupaci¨®n sectaria de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, fulminando a los mejores profesionales. En este campo de la libertad de expresi¨®n se produjeron actuaciones con esa comicidad propia de la histeria del pol¨ªtico desautorizado por la realidad. As¨ª, en el que se perfila como mayor caso de corrupci¨®n de la historia local, en el puente de mando del partido gobernante dispararon al radar, enfurecidos por la detecci¨®n de un iceberg de mole inconmensurable. Preferir¨ªan permanecer con los ojos cerrados y tener a mano una frase memorable, a la manera del gran Ratzinger: ¡°Las aguas bajaban agitadas y parec¨ªa que Dios dorm¨ªa.¡± Un enigma que contiene una sospecha: ?No ser¨¢ Dios, harto de inmundicia, quien agita las aguas? Volvamos al pa¨ªs atribulado. A prop¨®sito de libertad de expresi¨®n y l¨ªmites, ?qu¨¦ diferentes varas de medir! La dimisi¨®n forzada de un fiscal que tuvo la osad¨ªa liberal de mostrarse favorable a una consulta popular, siempre en un marco legal, contrastaba con la pasividad ante la oblicua intimaci¨®n que conten¨ªan las declaraciones de un jefe militar sobre el mismo asunto. La flema democr¨¢tica tambi¨¦n se aprende viajando. A Escocia, por ejemplo. Pero lo peor que ocurr¨ªa en el atribulado pa¨ªs era la brutal expansi¨®n de un rizoma de desempleo, desahucios, pobreza y marginaci¨®n juvenil. Hab¨ªa, si, inseguridad: muchos afectados se suicidaban y en algunos hospitales los enfermos peleaban por una cama en urgencias. El dictamen cr¨ªtico era un¨¢nime. No se alarmen. Hablaban de Venezuela.