Obama en Oriente Pr¨®ximo
Israel juega a la carta iran¨ª para que Estados Unidos no le presione sobre el problema palestino
El primer viaje del presidente Barack Obama a Israel desde que lleg¨® a la Casa Blanca genera altas expectativas. Pero la mayor de ellas, que se reestablezcan las negociaciones entre israel¨ªes y palestinos, tiene muy pocas posibilidades. Ir¨¢n y Siria son los otros temas de la agenda sobre los que pueden alcanzarse mayores acuerdos.
Obama asegurar¨¢ al primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu que cuenta con el apoyo total de Estados Unidos si la guerra en Siria amenazase con impactar sobre Israel. El Gobierno israel¨ª comparte las cautelas de Washington sobre entregar armas a grupos que hoy combaten contra Bachar el Asad y ma?ana podr¨ªan atentar contra Israel. Washington y Jerusal¨¦n preferir¨ªan que se llegase a una negociaci¨®n entre Damasco y los grupos opositores.
Respecto de Ir¨¢n, Obama insistir¨¢ a Netanyahu que no ataque las instalaciones nucleares. El presidente considera que Teher¨¢n no podr¨¢ desarrollar armas nucleares hasta dentro de un a?o. Sin dejar de lado la opci¨®n de la fuerza, quiere darle una oportunidad a las negociaciones.
Netanyahu juega la carta iran¨ª para que Washington no le presione sobre el problema palestino, y presentarse como el pol¨ªtico que salvar¨¢ a Israel de un segundo Holocausto. El primer ministro no quiere que Ir¨¢n cuente con la capacidad nuclear para fabricar armas de este tipo. Obama es flexible en tanto que Teher¨¢n acceda a controles internacionales que le impedir¨ªan armarse. El Gobierno iran¨ª insiste en que su desarrollo nuclear solo tiene fines civiles.
La pol¨ªtica israel¨ª de? asentamientos aleja
cada vez m¨¢s la soluci¨®n
de los dos Estados
Pese a que ha creado enfrentamientos entre Obama y Netanyahu, la cuesti¨®n palestina no ser¨¢ una prioridad en la agenda. El presidente estadounidense presion¨® sin ¨¦xito al primer ministro israel¨ª entre 2009 y 2011, pero Netanyahu se opone a que exista un Estado palestino. Durante su mandato ha potenciado la expansi¨®n de los asentamientos en Cisjordania (tambi¨¦n denominado West Bank, o Judea y Samaria en la terminolog¨ªa b¨ªblica que utiliza el Gobierno israel¨ª), y est¨¢ sentando las bases supuestamente legales para combatir las resoluciones 242 y 476 de las Naciones Unidas, entre otras, y establecer que son los palestinos, y no los colonos jud¨ªos, los que ocupan ilegalmente la tierra de Israel.
El Gobierno, comentaristas y comisiones gubernamentales israel¨ªes est¨¢n intentando cambiar la terminolog¨ªa del conflicto, pasando del t¨¦rmino ¡°ocupaci¨®n militar¡± ¡ªreconocido por el Derecho Internacional como una pr¨¢ctica ilegal¡ª a simplemente una ¡°disputa territorial¡±. Apelando a razones nacionalistas-religiosas, Netanyahu es el principal valedor de los colonos que progresivamente ocupan Cisjordania ¡ªmedio mill¨®n que viven en los territorios palestinos ocupados en 1967 mientras en Jerusal¨¦n Este toman casa por casa las propiedades palestinas¡ª.
La ocupaci¨®n de Cisjordania es un complicado sistema de carreteras, t¨²neles y controles (check-points) que conectan a los colonos entre s¨ª y con las principales ciudades. La ¡°barrera de seguridad¡± o muro serpentea dividiendo, aislando o capturando tierras y poblados. Los palestinos tienen serias dificultades para desplazarse al trabajo, centros educativos, hospitales o visitar a sus familiares. Las protestas se pagan con prisi¨®n.
La coalici¨®n del nuevo Gobierno israel¨ª representa a los colonos nacionalistas religiosos, debido al pacto que Netanyahu ha hecho con el partido Habayit Hayehudi, liderado por el colono millonario Naftali Bennett. Este se niega a cualquier acuerdo con los palestinos y propone anexionar el 60% de Cisjordania. El 40% restante ¡ªfragmentado y dividido¡ª ser¨ªa administrado municipalmente por la Autoridad Palestina.
El Gobierno de Netanyahu ha autorizado que se construyan asentamientos en la denomina zona E-1. Esto significa que Jerusal¨¦n estar¨¢ unida al gigantesco asentamiento de Maale Adumim haciendo imposible la continuidad geogr¨¢fica de un eventual Estado palestino. En Jerusal¨¦n Este viven 196.000 jud¨ªos haciendo imposible dividir pol¨ªticamente la ciudad.
El Gobierno de Netanyahu
intenta que se hable de
"disputa territorial", y no
de "ocupaci¨®n militar"
La soluci¨®n de los dos Estados parece cada vez m¨¢s inviable. Para algunos palestinos la pr¨®xima lucha pol¨ªtica ser¨¢ por iguales derechos dentro de un solo Estado. En Israel, voces de la derecha proclaman que hay que integrar a los palestinos, pero sin los mismos derechos de ciudadan¨ªa que los israel¨ªes. O sea, un sistema de segregaci¨®n.
Actualmente alrededor de 12 millones de personas habitan Israel, Cisjordania y Gaza. La propuesta de Bennett, que es la de Netanyahu, supone que si se deja a Gaza aislada, Israel controle la poblaci¨®n palestina mediante un sistema administrativo, econ¨®mico y represivo que se asemejar¨¢ al apartheid sudafricano. Junto a seis millones de israel¨ªes, viven 5,8 millones de ¨¢rabes (palestinos) en Israel, Cisjordania, Jerusal¨¦n Este y Gaza. Para finales de esta d¨¦cada la poblaci¨®n ¨¢rabe ser¨¢ mayor que la jud¨ªa. Dentro de Israel los nacionalistas religiosos y los jud¨ªos ortodoxos superar¨¢n pronto en n¨²mero a los seculares.
Aluf Benn, director del peri¨®dico liberal israel¨ª Haaretz, escribi¨® el 11 de marzo: ¡°El tercer Gobierno de Netanyahu tiene un objetivo claro: expandir los asentamientos y alcanzar la visi¨®n de contar con un mill¨®n de jud¨ªos viviendo en Judea y Samaria. Este n¨²mero m¨¢gico arrasa con la divisi¨®n del territorio y previene de una vez y para siempre que se establezca un Estado palestino¡±.
En conversaciones hace pocos d¨ªas con activistas y pol¨ªticos israel¨ªes favorables a la soluci¨®n de los dos Estados, me manifestaron su clara oposici¨®n a que Obama exija que se reinicien negociaciones. El Gobierno de Netanyahu, dicen, aceptar¨ªa, pero luego pondr¨ªa condiciones y obst¨¢culos, hasta que en un a?o todo fracasar¨ªa. Negociaciones sin una base sincera solo generar¨¢n expectativas que, una vez frustradas, podr¨ªan crear violencia.
Se teme, adem¨¢s, que el presidente Obama presione al presidente palestino, Mahmud Abbas, para que vuelva al di¨¢logo aunque Israel no detenga los asentamientos. La opini¨®n en Cisjordania es de escepticismo hacia un ¡°proceso de paz¡± que no ha dado resultado. La violencia contra la ocupaci¨®n no es una opci¨®n debido a la capacidad represiva israel¨ª, pero es evidente que Israel y Estados Unidos prestan atenci¨®n a la cuesti¨®n palestina cuando se lanzan misiles desde Gaza. Movimientos de resistencia no violenta en Cisjordania desaf¨ªan a los colonos y las fuerzas de seguridad israel¨ªes, pero la violencia es un fantasma imposible de alejar.
El punto de partida de un pacto lo plante¨® Obama en 2009 y 2011: dos Estados basados en la l¨ªnea verde de 1967 y detener la colonizaci¨®n de Cisjordania. El paso siguiente, ser¨ªa que Jerusal¨¦n Oriental devenga capital del Estado palestino. A partir de ah¨ª, se podr¨ªan negociar intercambios de territorio, garantizar la seguridad de las dos partes con una fuerza de paz en Cisjordania, y compensaciones para los refugiados palestinos de 1948 y 1967. La alternativa es que la ocupaci¨®n, la inercia, la represi¨®n y la demograf¨ªa agraven el conflicto haci¨¦ndolo irresoluble y peligrosamente violento.
Mariano Aguirre dirige el Norwegian Peacebuilding Resource Centre, en Oslo.
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