Torrijas

Hay quien las sumerge en leche la noche anterior. Otros prefieren emborracharlas con vino. Yo las hago como las hac¨ªa mi madre, la cl¨¢sica receta de Madrid, leche hervida con az¨²car, c¨¢scara de lim¨®n y canela en rama para remojarlas, huevo batido para rebozar y aceite abundante, no demasiado caliente, para fre¨ªrlas con mucho cuidado. Luego las paso por az¨²car y canela en polvo, las apilo en una fuente para que escurra el alm¨ªbar y no las sirvo hasta el d¨ªa siguiente.

Torrijas. Esa receta, mucho m¨¢s sabrosa que las de la Troika, es la ¨²nica que puedo ofrecerles hoy. La realidad, desde el ch¨®fer de Guerrero a la indemnizaci¨®n de Sep¨²lveda, entre los millones de B¨¢rcenas y los de Urdangarin, de la desesperaci¨®n de los ahorradores chipriotas a las de esos jubilados, estafados por Bankia, a los que veo manifestarse a diario con un capirote verde en la cabeza, me ha superado. Para Semana de Pasi¨®n, la que nos espera, y no crean que me he dejado llevar por el calendario para hacer un juego de palabras. Aunque estamos muy lejos del 28 de diciembre, en este continente de todos los demonios hace mucho tiempo que no pasa un d¨ªa sin que se consume una salvaje degollina de ciudadanos inocentes.

Cada lunes me cuesta m¨¢s trabajo no incendiar esta p¨¢gina. Cada lunes, tengo que darme en la mano un poco m¨¢s fuerte para no transcribir la receta de los c¨®cteles molotov. Pero escribir una columna como esta implica una responsabilidad, dicen, y por eso, hoy me limito a compartir con ustedes la de las torrijas para recomendarles que se abandonen a ese placer goloso y barato, fruto de la sabidur¨ªa ancestral de un pa¨ªs pobre, experto en hacer milagros de sabor, y de dulzura, con las sobras del d¨ªa anterior. ?Engordan? Mucho, pero no se preocupen por eso. A este paso, dentro de nada vamos a estar todos tan delgados como nuestros bisabuelos.