Arrogante Carlos Fabra
El PP no ha sido capaz de repudiar al expresidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, que por fin se sentar¨¢ en el banquillo
Hace pocas semanas, un magistrado acusaba a Carlos Fabra de ¡°filibusterismo procesal¡± por su obsesi¨®n en retrasar la acci¨®n de la justicia contra ¨¦l. Durante m¨¢s de nueve a?os el eterno cacique de Castell¨®n, este ejemplar pol¨ªtico del PP que tanto dinero ha derrochado de los contribuyentes, ha logrado dilatar el proceso judicial haciendo pasar su caso de un juez a otro ¡ªhasta nueve¡ª y de un fiscal a otro ¡ªhasta cuatro¡ª. Ahora, cuando la justicia no le da opci¨®n de recurrir, el expresidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n exclama de manera contradictoria que ya era hora, en l¨ªnea con su chulesco perfil.
Porque Fabra es un cacique de corte cl¨¢sico; con desparpajo, de esos que no agachan la cabeza ante nadie y exhiben con orgullo sus logros, como su famoso aeropuerto sin aviones. Necesit¨® 150 millones de euros de los contribuyentes y ahora su mantenimiento sale m¨¢s caro que el del Museo del Prado. Pero son detalles en los que el pr¨®cer no repara.
Carlos Fabra, un hombre cuya fortuna achaca a la suerte ¡ªdice que le ha tocado varias veces la loter¨ªa¡ª se ha especializado durante estos ¨²ltimos a?os en recurrir todo y la justicia espa?ola, garantista, se ha visto obligada a frenar una y otra vez su persecuci¨®n.
Fabra tiene poderosas razones para mantenerse arrogante. Su gran partido, el PP, ni siquiera le ha negado el apoyo. Ya no preside la Diputaci¨®n de Castell¨®n porque no quiso. No se present¨® a las ¨²ltimas elecciones y solo el viernes, al conocerse la apertura del juicio oral, ha dimitido como presidente de Aerocas, la empresa p¨²blica que gestiona el aeropuerto, perteneciente a la Generalitat valenciana, que le ha venido pagando por puesto tan estresante 84.000 euros anuales del dinero p¨²blico de una comunidad en quiebra. Ni siquiera el nuevo presidente del Gobierno valenciano, Alberto Fabra, ha osado ponerle de patitas en la calle.
La Audiencia le juzgar¨¢ por tr¨¢fico de influencias, cohecho y fraude fiscal y cuando llegue el momento de la verdad quiz¨¢ no sea tan lenguaraz y recule como su correligionario Luis B¨¢rcenas, que dijo con aplomo que se someter¨ªa a las pruebas necesarias para demostrar que sus papeles no eran suyos y ahora se niega a estampar su nombre sobre una cuartilla.
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