En defensa de Alemania
Decir que Berl¨ªn impone sus intereses y ¡®explota¡¯ al sur de Europa es equivocado
En las ¨²ltimas semanas se han vertido r¨ªos de tinta criticando la actuaci¨®n del Gobierno alem¨¢n en el rescate de Chipre. El sentir mayoritario, reflejado en varios art¨ªculos de opini¨®n en este diario, es que Alemania est¨¢ imponiendo sus intereses nacionales por encima de los de sus socios en el euro. Algunos llegan incluso a decir que Alemania est¨¢ explotando el sur de Europa y que lo mejor es abandonar el euro y volver a la peseta. Esta es una interpretaci¨®n equivocada de la realidad. La postura defendida por el Gobierno alem¨¢n es perfectamente leg¨ªtima y, en general, positiva para la resoluci¨®n de la crisis y la sostenibilidad futura de la uni¨®n monetaria.
Primero hay que aclarar las posiciones en el rescate de Chipre. La posici¨®n del Gobierno alem¨¢n ha sido desde el inicio que antes que los contribuyentes de Chipre y del resto de la zona euro paguen por los estragos ocasionados por la banca chipriota, deben ser los acreedores, incluidos los depositantes, los que corran con los gastos. Esta es una l¨ªnea de negociaci¨®n de car¨¢cter progresista que han demandado tanto la socialdemocracia como los Verdes. En Alemania hay un claro consenso: no es justo que el contribuyente europeo financie el lavado de dinero de los oligarcas rusos. Si hay que recortar el Estado de bienestar en Chipre es imperativo que el sector privado pague por sus errores.
Cuando se lleg¨® a las negociaciones, Alemania, y los otros socios acreedores insistieron en este argumento, aunque le dejaron al presidente chipriota, Nikos Anastasiadis, decidir la distribuci¨®n de los costes. Es decir, si aplicaba o no el impuesto (o la quita) a los dep¨®sitos de menos de 100.000 euros. Dejar esa decisi¨®n en sus manos quiz¨¢s haya sido un error. Si hubieran estado los estadounidenses en la sala habr¨ªan impuesto su versi¨®n. Pero, pese a lo que se cree, los l¨ªderes alemanes no tienen ese instinto de imposici¨®n propio de los diplom¨¢ticos de potencias hegem¨®nicas, y por eso dejaron al presidente chipriota incluir a los peque?os ahorradores en la quita. Al fin y al cabo, esa es su decisi¨®n soberana. La pregunta es: ?por qu¨¦ tom¨® Anastasiadis ese camino? ?Por el bien del ciudadano com¨²n chipriota? Cuesta creerlo. M¨¢s bien parece que quer¨ªa salvar a los oligarcas rusos y as¨ª preservar el estatus de para¨ªso fiscal de Chipre. Ahora sabemos que la jugada le ha salido mal, y al final Chipre va a tener que cambiar de modelo de negocio, lo que es una evoluci¨®n positiva.
En Alemania hay consenso: no es justo
que el contribuyente
europeo financie el lavado de dinero
de los oligarcas rusos
Naturalmente los cr¨ªticos con Alemania seguir¨¢n diciendo: Berl¨ªn es muy eficaz en acabar con modelos productivos insostenibles, pero no propone ninguna alternativa. ¡°No todos podemos ser Alemania y ser una potencia exportadora. Si todos somos exportadores nadie va a consumir¡±. Esta argumentaci¨®n es cuestionable. ?Qu¨¦ alternativa ofrecemos realmente desde la periferia? Las voces cr¨ªticas con Berl¨ªn parece que quieren volver a 2007. O sea, al ¡°nosotros consumimos e importamos, Alemania produce, nos da cr¨¦dito y exporta, y de cada 5 o 10 a?os Berl¨ªn y Fr¨¢ncfort nos condonan parte de nuestra deuda para que podamos volver a consumir¡±. Es totalmente l¨®gico que el pueblo alem¨¢n rechace esta soluci¨®n y vea una mayor competitividad en el sur como una soluci¨®n mucho m¨¢s duradera.
La alternativa real ser¨ªa crear una uni¨®n fiscal. Es decir, que el rico n¨²cleo de la Uni¨®n apoye a la periferia a trav¨¦s de transferencias fiscales solidarias para que siga con su desarrollo, como ocurre en la mayor¨ªa de los pa¨ªses. Para una mente alemana, esta propuesta tiene mucho sentido, pero para llegar ah¨ª hay que asegurarse de que el centro de la Uni¨®n pueda controlar la recaudaci¨®n y la utilizaci¨®n de impuestos en toda la zona euro. Incluso en la periferia. Y ah¨ª est¨¢ la pregunta: ?est¨¢n los l¨ªderes de Italia y de Espa?a, y sus poblaciones, preparados para aceptar inspectores de Hacienda finlandeses u holandeses, incluso m¨¢s efectivos que los alemanes? Este es el debate que hay que tener. Lo que est¨¢ claro es que hasta que no haya una respuesta afirmativa, el n¨²cleo de la Uni¨®n no va a aceptar la mutualizaci¨®n de las deudas ni de los riesgos a trav¨¦s de una uni¨®n bancaria o una uni¨®n fiscal.
Finalmente, la idea ¨²ltimamente muy extendida en Espa?a de que Alemania se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s poderosa, porque Francia es d¨¦bil y no funge de contrapeso, es otra interpretaci¨®n err¨®nea. Francia no contesta las soluciones propuestas por Alemania porque, en su mayor¨ªa, est¨¢ de acuerdo con ellas. Par¨ªs est¨¢ en una posici¨®n c¨®moda. Como pa¨ªs acreedor quiere que los pa¨ªses deudores paguen lo que deben, aunque le deja la responsabilidad (y todas las cr¨ªticas) a Alemania. Como pa¨ªs con una visi¨®n estrat¨¦gica, tambi¨¦n sabe que la periferia se tiene que hacer m¨¢s competitiva en un mundo menos europeo y m¨¢s globalizado. Y, por ¨²ltimo, como pa¨ªs clave en la uni¨®n monetaria, entiende que el ¨²nico camino es una mayor integraci¨®n con Alemania, aunque eso solo vendr¨¢ cuando no quede otro remedio, y por ahora Par¨ªs se siente todav¨ªa lo suficientemente fuerte para posponer ese debate. Una pena, porque eso es lo que Europa necesita en estos momentos.
Miguel Otero Iglesias es profesor titular de Gobernanza Monetaria en la ESSCA School of Management de Par¨ªs e investigador de la London School of Economics.
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