El gran ¡®escrache¡¯

Dentro y fuera de nuestras casas, en plasma omnipresente, todos los d¨ªas, a todas horas, sufrimos el escrache de grupos que tienen acongojado al pa¨ªs y a los que la gente identifica con nombres pandilleros muy cualificados, a la manera de Los que Tienen la Sart¨¦n por el Mango, Los que Cortan el Bacalao o Los que Cuando no Corren Vuelan. La intenci¨®n de estos colectivos elitistas de acci¨®n directa no es evitar los desahucios, la estafa de las preferentes y otras canalladas. Al contrario, los participantes en este escrache contra el pueblo parecen pretender un desahucio general, hasta culminar en un r¨¦gimen de democracia desahuciada. Junto al desahucio de la vivienda, del trabajo, de la salud, de la educaci¨®n, el escrache de Los que Mandan quiere imponer un desahucio de las libertades de expresi¨®n y manifestaci¨®n, el ¨²nico medio de defensa de una sociedad intimidada por unas ¨¦lites que siguen comport¨¢ndose como estamentos feudales. As¨ª, la delegada del Gobierno en Madrid insin¨²a simpat¨ªas terroristas en los que protestan contra los desahucios de gente desvalida. La de ella s¨ª que es una forma terror¨ªfica de escrache. En esta competencia por desahuciar la democracia, el presidente de la Comunidad madrile?a ha lanzado la propuesta de que se impida la publicaci¨®n de fotograf¨ªas (se supone tambi¨¦n que de las noticias escritas) como las que muestran al ahora presidente de Galicia, N¨²?ez Feij¨®o, en amistosa compa?¨ªa con un conocido emprendedor en estupefacientes. El no dimitir de inmediato es ya una forma de escrache moral que la gente no se merece. Pero esa intenci¨®n de prohibir la memoria period¨ªstica recuerda medidas de gran ¨¦xito como la del inquisidor que excomulg¨® a las tormentas. Luego hay personajes que son un escrache por si solos. Hay uno que tiene rodeada a Espa?a entera. No digo el nombre. Yo, como Rajoy, soy supersticioso. No vaya a ser que me desahucie.