Cuotas y control de contenido
La democracia paritaria exige medidas para evitar los estereotipos y asegurar que las mujeres preparadas puedan acceder a puestos de direcci¨®n
Estamos muy lejos de conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Y con la crisis, la brecha se ha agrandado. Quiz¨¢s no para una ¨¦lite de mujeres excepcionales por su inteligencia, talento o posibilidades econ¨®micas, pero s¨ª para la gran mayor¨ªa.
Formo alumnos de Comunicaci¨®n Audiovisual. Este a?o el 70% son alumnas, sacan mejores notas y son m¨¢s disciplinadas. ?Por qu¨¦ la presencia femenina se evapora despu¨¦s en el mundo profesional, especialmente en los puestos directivos? El problema empieza en la infancia. So?amos como ellos pero, a medida que crecemos, nuestras expectativas pierden fuelle. Aprendemos del mundo a trav¨¦s de la familia y los amigos pero, sobre todo, a trav¨¦s de la televisi¨®n y el cine. Y en la pantalla, las mujeres siempre han jugado un papel secundario.
Todo sucede de forma silenciosa. Pasa inadvertido. Hasta que no he sido madre, no he reparado en el da?o brutal que ejercen, por ejemplo, las "inocuas" pel¨ªculas de Disney. Las mujeres poseen grandes pesta?as, bustos y caderas voluptuosas y no dudan en utilizar su sexualidad para cautivar al chico, o al mal¨ªsimo, en funci¨®n de lo que su amado necesite. Salvo excepciones, nunca tienen planes m¨¢s all¨¢ de encontrar al amor de su vida y casarse. No ans¨ªan conquistar un planeta ni descubrir un tesoro. No inventan m¨¢quinas del tiempo. Eso s¨ª, pueden dise?ar y coser su ropa. Un d¨ªa me sent¨¦ con mi hija a ver Arthur?s Christmas, una pel¨ªcula de animaci¨®n sobre el ayudante del Santa Claus y fue ella la que se fij¨®: "Mam¨¢, ?por qu¨¦ no hay ninguna elfa?". No solo no hab¨ªa ninguna elfa, sino que la ¨²nica f¨¦mina en toda la pel¨ªcula era la esposa de Santa Claus sirviendo la cena.
Cada vez hay m¨¢s mujeres trabajando fuera de casa, pero en categor¨ªas profesionales bajas o intermedias
Cada vez hay m¨¢s mujeres trabajando fuera de casa, pero en categor¨ªas profesionales bajas o intermedias. Los puestos altos siguen ocupados por hombres. No creo en teor¨ªas conspiratorias pero observo que la mujer es continuamente "cosificada" por la publicidad, los videojuegos, las series y las pel¨ªculas, y que una y otra vez se nos divide en las dos categor¨ªas tradicionales (la de madre o esposa, y la de promiscua). Es como si, a trav¨¦s de estos estereotipos, simbolizaran lo que la sociedad quiere que la hembra sea para, de esa manera, arrebatarle el poder a las mujeres que s¨ª que han llegado a la cima. ?Por qu¨¦ calificamos continuamente a nuestras pol¨ªticas como feas o guapas, gordas o delgadas, elegantes o desastradas...? Su discurso queda oculto tras las apariencias, cosa que no sucede a los hombres. Ah, claro, ser¨¢ porque nos han repetido hasta la saciedad que una mujer debe de ser guapa, sexy y lucir impecable. As¨ª que la juzgamos seg¨²n esos par¨¢metros. Al menos en primer lugar.
?Y qui¨¦n sale beneficiado? En realidad, solo los anunciantes. Ellos necesitan crear im¨¢genes provocativas y escandalosas para llamar la atenci¨®n. Y as¨ª vemos representaciones impactantes de mujeres atadas, golpeadas o enjauladas; mujeres esquel¨¦ticas, mujeres que no existen pero a las que intentamos emular. ?Y los hombres? ?Se benefician ellos de nuestra degradaci¨®n constante como seres humanos? Solo los mediocres. Aquellos a los que les cuesta digerir que una mujer pueda ser su jefa, que su esposa gane m¨¢s que ¨¦l o que tenga m¨¢s talento. Al fin y al cabo, es l¨®gico. Han crecido en el mismo mundo que nosotras. Han asumido el papel que les "tocaba". Solo la educaci¨®n, la sensibilidad y una vida compartida ha podido ense?arles que un hombre no tiene por qu¨¦ ser un tipo duro, que siempre pone las normas y al que la mujer debe servir y hacer la vida m¨¢s agradable.
Cuando las mujeres cuentan historias, aparecen tramas diferentes, personajes femeninos fuertes que demuestran que una mujer ambiciosa o luchadora no tiene por qu¨¦ ser una bruja. Por desgracia, la mujer tiene menos posibilidades de llegar a contar una historia. Hoy pregunt¨¦ a mis alumnos, ?por qu¨¦ en el cat¨¢logo del mes de esta editorial pens¨¢is que no aparece una sola autora? ?De verdad alguien cree que las mujeres escriben peor que los hombres? ?Por qu¨¦ hay menos guionistas y directoras? ?Por qu¨¦ se asume que las historias contadas por mujeres solo van a interesar a las mujeres? Por cierto, las mujeres manejamos un 80% del gasto de los hogares. Tenemos un gran poder en nuestras manos. Si lo emple¨¢ramos en no consumir productos cuya publicidad nos degrada, terminar¨ªamos con el problema de un plumazo.
Una democracia que no protege a la mitad de la poblaci¨®n, no es una democracia
Las consecuencias de esta representaci¨®n de la mujer son tr¨¢gicas para nuestro desarrollo como sociedad. Las ni?as no encuentran mujeres con las que identificarse, m¨¢s all¨¢ de actrices y modelos, y sus aspiraciones se retrotraen. Pero adem¨¢s, si t¨², mujer, eres "una cosa", no es de extra?ar que te traten como a tal. Una de cada cuatro mujeres sufre alguna agresi¨®n sexista a lo largo de su vida. Yo misma soy parte de la estad¨ªstica y, por fortuna, pertenezco al llamado primer mundo.
Desde los a?os 70, multitud de estudios demuestran la relaci¨®n directa entre la violencia en televisi¨®n y las agresiones a las mujeres. Los legisladores no han hecho nada al respecto. ?No va siendo hora de tomar medidas? La palabra censura nos espanta, pero alg¨²n c¨®digo deontol¨®gico deber¨ªa asegurar que la mujer no aparezca degradada. Y, por supuesto, necesitamos franjas horarias para el p¨²blico infantil. No voy a hacer aqu¨ª un relato de las terror¨ªficas violaciones sufridas por ni?as menores de doce a?os por sus propios compa?eros. Estoy convencida de que, en un tiempo no muy lejano, sentiremos por nuestros medios de comunicaci¨®n el mismo asco que ahora nos provocan algunas pr¨¢cticas bancarias, las famosas dietas de pol¨ªticos, los regalos desproporcionados a ejecutivos... todo eso que se consideraba normal en la ¨¦poca de las vacas gordas. Entonces quiz¨¢s los ejecutivos responsables de los medios tengan que responder. Y les resultar¨¢ dif¨ªcil demostrar que no condenaron a las mujeres por el mero beneficio econ¨®mico.
Las personas tienden a contratar a otras que se les asemejan o con las que sienten afinidad. Si en lo alto de la pir¨¢mide solo hay hombres, es l¨®gico que sigan dando poder a otros hombres. Al ritmo actual, mujeres y hombres alcanzar¨¢n una representaci¨®n proporcionada en 500 a?os. Yo no puedo esperar tanto tiempo. Mi hija tampoco. Por eso, estoy completamente a favor de las leyes de cuotas. Cuotas y control de la imagen de la mujer. Una democracia que no protege a la mitad de la poblaci¨®n, no es una democracia. Y una democracia que no representa a la mitad de la poblaci¨®n, tampoco.
?Julia Montejo es escritora y directora de cine
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