La ex primera dama de Alemania esqu¨ªa mientras el expresidente pleitea
Bettina Wulff alimenta a la prensa del coraz¨®n y su ex intenta librarse de un juicio por cohecho
Las malas lenguas acusaban a Bettina Wulff de haberse casado con el expresidente federal de Alemania Christian Wulff para ganarse un puesto en la galer¨ªa de famosos medi¨¢ticos de ese pa¨ªs. Dimitido ¨¦l por un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en 2012, la exprimera dama se divorci¨® antes de un a?o y pas¨® a ocupar portadas de la prensa del coraz¨®n. La m¨¢s reciente, en Bunte, contiene una llamada a un reportaje fotogr¨¢fico que la retrata en la estaci¨®n de esqu¨ª de Sankt Moritz, en Suiza, adonde viaj¨® junto a un ¡°empresario deportivo¡± muniqu¨¦s de 54 a?os llamado Steffan Schaffelhuber. Dice Bunte que no es la primera vez que se los ve juntos. De joven, Schaffelhuber entrenaba al equipo alem¨¢n de tenis en la Copa Davis.
Nada extraordinario, una divorciada y un amigo de vacaciones en la nieve. Bettina Wulff ha acreditado su destreza en el slalom vertiginoso durante los ¨²ltimos 12 meses: primero se enfund¨® el traje negro con adornos blancos que parece haberse impuesto entre las dimisionarias del entorno de Angela Merkel. Firmes como un guardia real prusiano y con cara de que aquello no iba con ella, Bettina escolt¨® en el palacio de Bellevue a Christian durante su dimisi¨®n forzosa el 17 de febrero de 2012. Meses despu¨¦s sacar¨ªa un libro de memorias para atajar los persistentes rumores sobre su vida previa al matrimonio con Christian: ¡°nunca fui escort¡±. As¨ª entr¨® en el selecto club de los que convierten en bestseller su autobiograf¨ªa antes de cumplir 40. Luego hizo declaraciones de desapego hacia su marido, un preludio del divorcio anunciado en enero tras cinco a?os de matrimonio.
Christian tiene 53 a?os, 14 m¨¢s que su segunda exmujer. Un d¨ªa cont¨® entre los notables de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), donde algunos lo daban incluso por posible delf¨ªn de la canciller Angela Merkel. Ca¨ªdo y divorciado, sigue peleando por su reputaci¨®n cuando quedan d¨ªas o, como mucho, semanas para que la Fiscal¨ªa de Hannover decida si se cierra el caso de tr¨¢fico de influencias que le cost¨® la Jefatura del Estado hace 14 meses. Si pasa a mayores ser¨¢ el primer juicio contra un Presidente de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Wulff, dicen sus detractores, acept¨® peque?os favores e invitaciones del productor David Groenewold cuando a¨²n era primer ministro del land de Baja Sajonia. Le acusan de haber promovido, a cambio, algunos de loss proyectos cinematogr¨¢ficos del empresario ante posibles inversores. El lunes se reunieron en Hannover los abogados de Wulff y los fiscales. Los primeros ped¨ªan el sobreseimiento del caso. La Fiscal¨ªa propone que Wulff pague 20.000 euros y Groenwold, otros 30.000. El acuerdo con los fiscales les ahorrar¨ªa el proceso, pero todo indica que el expol¨ªtico y el empresario declinan la oferta. Quieren ir a juicio.
Wulff dice aspirar a ¡°limpiar el nombre¡±. Aunque la gente olvida pronto los detalles de los esc¨¢ndalos, parece imposible que las mofas y la indignaci¨®n que provoc¨® su caso le permitan volver a la pol¨ªtica. Sea inocente o culpable.
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