¡°La confianza entre la gente y los l¨ªderes est¨¢ rota¡±
Kofi Annan, secretario general de la ONU durante casi una d¨¦cada, contin¨²a hoy desde su fundaci¨®n luchando por la paz, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible
La ¨²ltima gran misi¨®n que Kofi Annan tuvo entre manos, la de enviado especial de la ONU y de la Liga ?rabe para Siria, le dej¨® un sabor amargo. La tuvo que dejar a medias, con la frustraci¨®n de ver que el plan de paz que hab¨ªa ideado se iba a pique mientras en Siria prosegu¨ªa la sangr¨ªa. El 3 de agosto de 2012 fue el d¨ªa en que anunci¨® que abandonaba. No dud¨® en criticar p¨²blicamente a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU por su dedicaci¨®n a ¡°apuntarse con el dedo e intercambiar descalificaciones cuando lo que se necesitaba era acci¨®n¡±. Cae la tarde en las oficinas de su fundaci¨®n en Ginebra y Annan tuerce el gesto al recordar el episodio. ¡°Fue una oportunidad perdida¡±, lamenta con esa voz suavemente cascada con la que habla, en tono muy bajo, cerca del susurro.
As¨ª es la vida del mediador. Hay grandes momentos, s¨ª; pero, sobre todo, tremendas frustraciones. Los fracasos se cuentan por p¨¦rdidas de vidas humanas. Y as¨ª lo refleja en Intervenciones. Una vida en la guerra y en la paz (Taurus), el libro que se acaba de editar en Espa?a y en el que recorre su etapa de secretario general de las Naciones Unidas (1997-2006), con Premio Nobel de la Paz (2001) a sus espaldas.
A sus 75 a?os reci¨¦n cumplidos, Kofi Atta Annan parece estar en plena forma, a juzgar por las zancadas por los pasillos de su fundaci¨®n, sita en la ginebrina calle de Varemb¨¦. La paz, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible son los objetivos que gu¨ªan sus pasos hoy d¨ªa al frente de la instituci¨®n que lleva su nombre. Annan sigue en su salsa. Trabaja en el barrio donde tienen sede un sinf¨ªn de organizaciones internacionales, rodeado de pol¨ªticos, ejecutivos y funcionarios de mirada global.
PREGUNTA: En el ¨²ltimo p¨¢rrafo de su libro escribe usted: ¡°Unas Naciones Unidas que sirvan no solo a los Estados, sino tambi¨¦n a los pueblos, se ganar¨¢n un lugar en el siglo XXI¡±. Los Estados, los pueblos. ?Son los Estados los que deciden hoy d¨ªa, o acaso estamos en manos de los mercados?
Mi episodio m¨¢s frustrante fue el debate y conflicto de Irak¡±
RESPUESTA: Es una pregunta interesante. El poder reside en la gente. Y de hecho, los pol¨ªticos y los l¨ªderes tienen el poder por la confianza que la gente deposita en ellos, no es algo que les pertenezca. Esos Gobiernos tienen una responsabilidad: trabajar por el bienestar de su gente. Los ciudadanos votan y deciden, con suerte, racionalmente, qui¨¦n les gobernar¨¢. Pero s¨¦ que hoy tenemos un problema: la confianza entre los l¨ªderes y la gente est¨¢ rota. El contrato social que exist¨ªa entre Gobiernos y el pueblo est¨¢ roto. Si tuviera que ir a Espa?a, a Portugal, a Chipre o a cualquiera de los pa¨ªses en que tenemos este problema y hablase con la gente corriente, me dir¨ªan: ¡°No puedo cuidar de mis padres, no puedo pagar facturas de hospital y el Gobierno me dice que no hay dinero. De pronto empiezan las dificultades en los bancos y aparecen millones para salvarlos. Los ricos cuidan los unos de los otros, no les intereso yo como individuo¡±.
P: S¨ª, eso es lo que dice mucha gente¡
R: Y es muy dif¨ªcil explicarles que el cr¨¦dito tiene que funcionar y que los Gobiernos est¨¢n trabajando para que el cr¨¦dito funcione, pero la gente no lo ve as¨ª. La falta de confianza hace que sea muy complicado poner en marcha reformas con gente que no va a creer en ellas de modo autom¨¢tico. Necesitan que les convenzan, que les den seguridad, y eso hace que gobernar sea ahora incluso m¨¢s dif¨ªcil que antes de la crisis.
P: La confianza es algo dif¨ªcil de recuperar una vez que se pierde.
Desde Kumasi hasta Minnesota y Ginebra
Kofi Atta Annan tuvo la oportunidad de vivir en tres culturas bien distintas a lo largo de sus primeros 24 a?os de vida. Naci¨® en el seno de una familia acomodada en Kumasi (Ghana), el 8 de abril de 1938. Su padre, Henry Reginald, trabajaba para una empresa europea, The United Africa Company, as¨ª que tuvo una infancia exenta de grandes carencias. Tras cursar estudios de Ciencia y Tecnolog¨ªa en Kumasi, consigui¨® una beca para estudiar en Estados Unidos. Fue a parar a Minnesota, al Macalaster College, donde fue tomada la imagen de Annan tocando los bongos, all¨¢ por el a?o 1960 (ten¨ªa entonces 22 a?os). Poco despu¨¦s se ir¨ªa al Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra. Fue solo el principio de una existencia que le llevar¨ªa a recorrer medio mundo como secretario general de las Naciones Unidas.
R: Es duro. Los l¨ªderes son conscientes, y es importante que la reconstruyan con acciones, no con palabras.
P: ?En qu¨¦ fallaron los l¨ªderes, en qu¨¦ fallaron las democracias occidentales?
R: No deber¨ªamos echar la culpa solo a los l¨ªderes. Los l¨ªderes probablemente fueron m¨¢s bien complacientes; en ciertas ocasiones sintieron que las fuerzas del mercado y el sector privado pod¨ªan solucionar los problemas, les dejaron demasiado espacio. Pero las fuerzas del mercado no aseguran los bienes p¨²blicos y los Gobiernos deber¨ªan haber sido m¨¢s activos en asegurar los bienes que afectan al inter¨¦s de todos. Hubo adem¨¢s una cierta tendencia, a nivel empresarial y pol¨ªtico, a mirar a corto plazo. Las empresas persiguieron sus beneficios y los Gobiernos no miraron m¨¢s all¨¢ de las siguientes elecciones. Adem¨¢s, en democracias maduras, la gente se dej¨® llevar por una apat¨ªa que mina la democracia, muchas personas dejaron de votar¡ Hay pa¨ªses en los que la gente muere por intentar conseguir el derecho al voto. En democracias maduras, muchas veces los j¨®venes no votan, piensan que el voto es negativo, y es un error. El individuo tiene poder y puede condicionar la agenda pol¨ªtica alzando la voz, organiz¨¢ndose; los pol¨ªticos prestar¨¢n atenci¨®n. Hay muchos pa¨ªses en los que j¨®venes brillantes dicen que la pol¨ªtica no es cosa suya y se dedican a montar negocios para hacer dinero. As¨ª que hay muchas razones que explican la situaci¨®n que usted describe. El cambio solo puede llegar si hay una presi¨®n sostenida sobre los pol¨ªticos por parte de la gente. All¨¢ donde los l¨ªderes no sepan liderar, la gente puede hacerles caer.
P: Se dir¨ªa que hay un cambio en marcha. Mucha gente demanda democracias m¨¢s participativas usando las tecno??log¨ªas que lo permiten y piden una mayor transparencia a los Gobiernos. ?Qu¨¦ visi¨®n tiene sobre ese cambio?
R: Lo primero que quiero decir es que ning¨²n pa¨ªs es una democracia perfecta. Nadie nace buen ciudadano o buen dem¨®crata, eso viene con la educaci¨®n, la experiencia. S¨ª, hoy tenemos nuevas herramientas, como Internet y las redes sociales, que la gente usa para comunicarse, hemos visto lo que pas¨® con la primavera ¨¢rabe. La gente dice que esa fue una revoluci¨®n de Internet, pero Internet solo es una herramienta. Puedes utilizar las redes sociales para conducir a miles de personas a las calles, pero necesitas tambi¨¦n liderazgo para llevarlos a donde quieres que vayan. No hay cambio ni revoluci¨®n sin liderazgo. Esas herramientas pueden servir para otorgar poder al ciudadano, para compartir informaci¨®n; pero no solo son ¨²tiles para los indignados, tambi¨¦n lo son para los l¨ªderes.
P: ?Qu¨¦ opina del movimiento de los indignados?
R: Creo que nos estamos alejando completamente del libro.
P: No se preocupe, ahora hablaremos del libro, pero ya que menciona a los indignados tengo que preguntarle.
R: Dir¨¦ lo que dije al principio de la entrevista: la gente siente que sus intereses han sido ignorados, que los l¨ªderes no prestan atenci¨®n a sus necesidades. Lo not¨¦ en Par¨ªs, cuando Hessel muri¨® y reeditaron su libro. Lo que pas¨® en Espa?a y con Occupy Wall Street es el reflejo de la ruptura de confianza y del contrato social.
P: ?Y qu¨¦ diagn¨®stico hace usted de la crisis y de las medidas que se est¨¢n adoptando para atajarla? Hay intelectuales, como John Ralston Saul, que plantean que hay que rescatar a los ciudadanos antes que a los bancos.
R: Cualquier situaci¨®n en la que la riqueza extrema convive con una inmensa pobreza es insostenible a largo plazo. Muchos Gobiernos europeos est¨¢n empujando hacia la austeridad, una austeridad que desde el punto de vista de la gente no mejora su situaci¨®n. Hay dos escuelas de pensamiento entre los economistas. Est¨¢n los que creen en la austeridad, en la reducci¨®n de deudas y el control del gasto. Y est¨¢n los que piensan que la respuesta es ser moderado en el corto plazo y disciplinado en el largo. Yo pertenezco a esta segunda escuela. La econom¨ªa tiene que crecer para crear puestos de trabajo, para generar beneficios sobre los que recaudar, para cubrir los gastos del Estado. Si lo enfocas solo en los recortes y en la austeridad, est¨¢s prolongando el problema y la agon¨ªa, y conduces la econom¨ªa a la estanflaci¨®n [estancamiento e inflaci¨®n].
P: Abordemos su papel en la ONU y algunas de las cuestiones que refleja su libro. ?Cu¨¢l fue el episodio m¨¢s frustrante que vivi¨® como secretario general de las Naciones Unidas?
R: El debate y los conflictos alrededor de la guerra de Irak. Por la naturaleza y por las razones de la guerra. Las divisiones que produjo entre la comunidad internacional, en la organizaci¨®n y entre los pa¨ªses miembros, tardaron en subsanarse. Hasta ese momento, la ONU funcionaba sin problemas.
P: En el libro, tras hablar del impacto que tuvo el 11-S en el mundo, escribe usted: ¡°Para muchos, la mayor amenaza para la paz mundial pas¨® a ser la ira y la necesidad de revancha de Estados Unidos¡±.
R: La guerra contra el terror implic¨® da?os colaterales. La gente sinti¨® que las libertades civiles y los derechos humanos estaban siendo atacados, o que no eran respetados, y algunos Gobiernos actuaron como si hubiera un intercambio entre seguridad y derechos humanos o derechos civiles. Fue un peligroso trueque: si renuncias como individuo a tus derechos humanos por la seguridad, ?obtienes finalmente seguridad?
P: Usted dijo que esa guerra era ilegal.
R: Y lo sigo pensando.
P: ?Qu¨¦ coste tuvo para usted mantener esa postura?
R: Obviamente, algunas personas en Washington no estaban contentas y me atacaron a m¨ª y a la organizaci¨®n. Us¨¦ la palabra ilegal y reaccionaron muy fuertemente. Tambi¨¦n creo que coincidieron dos acontecimientos. Yo escrib¨ª una carta al presidente Bush, al primer ministro Blair y al primer ministro iraqu¨ª, Alaui, sobre Faluya. Ten¨ªan que ser cuidadosos con c¨®mo abordar Faluya, porque en esos momentos exist¨ªa la impresi¨®n de que los yihadistas estaban all¨ª concentrados. Y todo apuntaba a que se iba a bombardear Faluya. Mi preocupaci¨®n no solo era que se produjeran serias p¨¦rdidas humanas, sino tambi¨¦n que los yihadistas abandonaran Faluya y se extendieran por todo Irak. As¨ª que mand¨¦ una carta de alerta. Y fue vista como una provocaci¨®n. Era adem¨¢s el momento de la reelecci¨®n para Bush. Pensaron que yo intentaba interferir, pero no era esa mi intenci¨®n.
P: Cuenta usted que, hablando con el presidente Bush, este le dijo: ¡°Se me saltan las l¨¢grimas de pensar lo que los iraqu¨ªes est¨¢n viviendo con Sadam Husein¡±. ?L¨¢grimas?
Siempre he pensado que el cambio es posible, que hay que ir a buscarlo¡±
R: S¨ª, eso dijo.
P: ?Qu¨¦ le pareci¨® que dijera eso?
R: Probablemente cre¨ªa, genuinamente, que la situaci¨®n en Irak era tal que deb¨ªan hacer algo para salvar a la gente; esa era su opini¨®n, no era la m¨ªa: las acciones que quer¨ªan emprender en Irak eran equivocadas. Pero es obvio que ¨¦l lo sent¨ªa de modo apasionado y comparti¨® su sentimiento.
P: Usted cita adem¨¢s en el libro que la existencia de reservas petroleras en el pa¨ªs fue uno de los factores que influyeron en la invasi¨®n.
R: No directamente. Alguna gente pensaba que si Irak no hubiera tenido petr¨®leo, tal vez no habr¨ªa atra¨ªdo tanta atenci¨®n.
P: Usted no lo piensa.
R: No, yo creo que tuvo un peso, pero no dir¨ªa que fueron a la guerra solo por el petr¨®leo.
P: Fue un elemento.
R: Exactamente. Si el mundo y Estados Unidos dependen de esa regi¨®n para un importante porcentaje de su aprovisionamiento de petr¨®leo, quieres que haya estabilidad. Y si est¨¢s convencido de que para que la haya es necesario eliminar a Sadam Husein, entonces piensas que est¨¢s salvando tu inter¨¦s nacional.
Entre las consecuencias que tuvo su declaraci¨®n de que la guerra de Irak fue ilegal, Kofi Annan cita en su libro las acusaciones de corrupci¨®n contra el programa Petr¨®leo por Alimentos de la ONU, una herramienta inicialmente pensada para aliviar los padecimientos de la poblaci¨®n iraqu¨ª en la que se detectaron irregularidades. Su hijo, Kojo, adem¨¢s, se vio envuelto en el asunto: trabajaba en una empresa suiza, Cotecna, que obtuvo un contrato de la ONU para inspeccionar los art¨ªculos humanitarios que entraban en Irak. El hijo de Kofi Annan se desvincul¨® de la empresa suiza en 1998, pero m¨¢s tarde se supo que en 2004 segu¨ªa cobrando de ella.
P: ?Representaron esas acusaciones uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles de su mandato?
R: Fue dif¨ªcil. Primero porque dijeron algunas cosas que no eran ciertas. Y segundo, era una manera de mezclar lo personal y lo profesional; usar a tu hijo para ir contra ti, para atacar a la ONU y atacarte como secretario general. Fue un momento muy dif¨ªcil, ?sabe?: en Washington, cuando deciden ponerse as¨ª, son muy buenos. Uno de los episodios m¨¢s impresionantes fue el de las elecciones que enfrentaron a Bush y Kerry. Kerry, que hab¨ªa acudido a la guerra de Vietnam y hab¨ªa recibido medallas por su hero¨ªsmo, fue obligado a explicar su expediente de guerra, mientras que Bush, que no fue a la guerra, no tuvo que explicar nada. Esto demuestra lo buenos que pueden ser en estas cosas.
P: ?C¨®mo fue su relaci¨®n con George Bush?
R: En el plano personal es simp¨¢tico y amigable, pero tuvimos serios desacuerdos pol¨ªticos. De hecho, la gente se sorprendi¨® cuando abandon¨¦ el cargo y me invit¨® a m¨ª y a 40 de mis amigos a la Casa Blanca para una cena de despedida. Su mujer, Laura, era una gran mujer y fue muy amable con la m¨ªa.
P: Durante sus diez a?os de mandato entr¨® usted en contacto con muchos l¨ªderes. ?Alguno de ellos caus¨® un especial impacto en usted?
R: Me encontr¨¦ con muchos l¨ªderes y muchas personas en esos a?os. Muchas veces se menciona a Nelson Mandela. Pero hay varios l¨ªderes que han hecho aut¨¦nticas contribuciones y que tienen una incre¨ªble capacidad pol¨ªtica y de liderazgo. Le sorprender¨¢, pero Bill Clinton fue uno de ellos: es un hombre que est¨¢ alerta, que entiende la pol¨ªtica de modo instintivo, que adora la pol¨ªtica, que tiene una incre¨ªble capacidad para conectar con la gente, y es muy competente intelectualmente. Helmut Kohl era un l¨ªder fuerte y seguro de s¨ª mismo. Creo que sin ¨¦l no hubi¨¦ramos visto la reunificaci¨®n de las dos Alemanias.
P: ?Y qui¨¦n le decepcion¨®?
R: A eso no contestar¨¦, ser¨ªa una manera de insultar.
P: Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero aparece en su libro, pero Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no.
R: Es una coincidencia. Tambi¨¦n conoc¨ª bien a Aznar. Probablemente mencion¨¦ a Zapatero porque desempe?¨® un papel en los acontecimientos de los que estaba escribiendo y Aznar ya no estaba. No hay un juicio de valor en esto que se?ala.
P: S¨ª, lo puedo imaginar, ?c¨®mo fue su trato con ellos?
R: Trabaj¨¦ bien con los dos. Llegu¨¦ a conocer bien tanto a Aznar como a Zapatero; en lo global, habitualmente, coincid¨ªamos. Pero, por supuesto, en Irak est¨¢bamos en distinto lado. Aznar fue uno de los que acudieron a la cumbre de las Azores.
P: La cumbre de las Azores, todo un episodio, ?c¨®mo vivi¨® ese momento?
R: Mejor pasemos a otra cosa.
P: ?A otra cosa?
R: S¨ª [y se r¨ªe].
P: Sigamos en Espa?a. Le quer¨ªa preguntar por su opini¨®n sobre el modo en que se est¨¢ desarrollando el fin de la violencia de ETA. La banda terrorista emiti¨® un comunicado a finales de marzo advirtiendo de consecuencias negativas por la falta de di¨¢logo con el Gobierno de Rajoy, que no quiere sentarse a negociar. La Conferencia de Aiete, que se celebr¨® en San Sebasti¨¢n, y en la que usted particip¨®, instaba al di¨¢logo. ?Cree usted que el Gobierno est¨¢ haciendo lo suficiente para que se produzca? ?Considera que ETA deber¨ªa disolverse para propiciar ese di¨¢logo?
R: Cuando acud¨ª a San Sebasti¨¢n pens¨¦ que hab¨ªa una oportunidad para el di¨¢logo. ETA estaba dispuesta a dar ciertos pasos positivos; hab¨ªa que captar el momento y emprender el di¨¢logo. Fue un momento en el que hab¨ªa elecciones y lleg¨® un nuevo Gobierno, y yo anim¨¦ al di¨¢logo, llegara quien llegara al Gobierno; pero no ha ocurrido. Cuando hay este tipo de conflictos, en mi opini¨®n, di¨¢logos significativos son siempre sanos, son una salida, son una manera de buscar una soluci¨®n, y tambi¨¦n una manera de construir y de evitar lo peor, si me permite decirlo as¨ª.
P: Ahora que est¨¢ fuera de la ONU, y con la experiencia adquirida, ?qu¨¦ es lo que considera que habr¨ªa que cambiar? ?Tiene sentido que cinco pa¨ªses tengan derecho de veto en el Consejo de Seguridad?
R: No hay duda de que hay que reformar la organizaci¨®n, sobre todo el Consejo de Seguridad, que no refleja la realidad geopol¨ªtica de hoy, sino la de 1945. Tener a tres miembros europeos y ning¨²n miembro de India o de ?frica, con 54 pa¨ªses, o de Latinoam¨¦rica, que tampoco tiene un sitio permanente¡ y todos esos poderes emergentes: India, Brasil, Indonesia, Sur¨¢frica¡ No es sostenible, querr¨¢n sentarse a la mesa, sentir que tienen peso, que sus voces son escuchadas. Si no se hacen reformas, habr¨¢ dificultades. Pero soy el primero que reconoce que hay cosas que se dan a la gente que son muy dif¨ªciles de quitar: una, los subsidios; la otra, los privilegios. O¨ªmos hablar de subsidios m¨¢s a menudo, porque es algo que se concede a los pobres, pero es igualmente dif¨ªcil retirar privilegios a los ricos y poderosos.
P: Usted creci¨® en una sociedad tribal, pero en una familia que no ten¨ªa ese esp¨ªritu; su padre, Henry Reginald, trabajaba para una empresa europea. ?C¨®mo influy¨® todo ello en el hombre que acabar¨ªa siendo secretario general de la ONU?
R: Somos el producto de nuestro entorno, y yo recib¨ª muchos tipos de influencias, en casa, en el colegio, en los d¨ªas de la lucha por la independencia¡ Viv¨ª distintos mundos, el tradicional, el moderno y el pol¨ªticamente cargado. Mis a?os de adolescente coincidieron con la lucha por la independencia, y la conseguimos sin demasiada sangre. Aquello me ense?¨® que el cambio es posible. Siempre he vivido mi vida pensando que el cambio es posible, hay que buscarlo, hay que empujar para que se produzca, no hay que tener miedo a buscar el cambio.
P: Uno de los mayores cambios en su periodo como secretario general fue que por primera vez en la historia de las Naciones Unidas un secretario general apoy¨® el uso de la fuerza por parte de la OTAN, y sin la autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad, en Kosovo. ?Fue una decisi¨®n dif¨ªcil?
R: Fue dif¨ªcil, pero lo vi como una excepci¨®n, no como un precedente. Normalmente, cualquier acci¨®n deber¨ªa ser adoptada con el acuerdo del Consejo de Seguridad. En aquellos momentos hab¨ªa vivido todo lo ocurrido en la antigua Yugoslavia: Serbia, Bosnia, Croacia, afectaba tambi¨¦n a Montenegro, est¨¢bamos preocupados con Albania y Macedonia, y vimos las atrocidades que se estaban cometiendo. No pod¨ªamos dejar que se extendiera a Kosovo y luego mirarnos los unos a los otros y decir: ¡°?Qu¨¦ ocurri¨®?, ?por qu¨¦ no hemos actuado?¡±. La acci¨®n de tratar de evitar la extensi¨®n de lo que hab¨ªamos visto durante tres a?os era leg¨ªtima, y por eso dije que hay momentos en que necesitas usar la fuerza para servir a la paz.
P: No todo el mundo est¨¢ de acuerdo con esto.
R: Quiero decir que hay momentos en los que el uso de la fuerza es necesario. En Kosovo era un imperativo ¨¦tico, humano. El g¨¦nero humano ha estado batallando durante varios milenios. Yo prefiero situaciones en las que evitemos las guerras. En mi opini¨®n, en las guerras todo el mundo pierde, incluidos los ganadores. Para ganar una guerra est¨¢s obligado a hacer cosas inhumanas y brutales que lamentas haber hecho durante toda tu vida. Incluso si crees haber derrotado al otro, tienes que vivir con tu conciencia, y eso te afecta. En la guerra no hay ganadores, somos todos perdedores.
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