14 de abril
El grave problema pol¨ªtico que atraviesa la monarqu¨ªa consiste en que no teniendo el rey ninguna responsabilidad pol¨ªtica, tiene la obligaci¨®n moral de no permitirse la m¨¢s m¨ªnima quiebra
La corrupci¨®n de lo mejor es la peor, dec¨ªan los latinos. Corruptio optimi pessima. Si se da por supuesto que lo mejor en el orden social es un rey, un pr¨ªncipe, una infanta, los yernos y dem¨¢s parentela, se entender¨¢ por qu¨¦ en la opini¨®n p¨²blica causa tanta alarma, no exenta de morbo, cualquier esc¨¢ndalo que se derive de la Casa Real. En nuestra monarqu¨ªa parlamentaria el rey no tiene ning¨²n poder pol¨ªtico. Solo ejerce el papel simb¨®lico de cohesionar la unidad del Estado cuya jefatura ostenta. Precisamente por ser un s¨ªmbolo, el rey no tiene otra responsabilidad que la de ser ejemplar, la de moverse dentro de una esfera plat¨®nica, limpia y transparente, que d¨¦ un sentido m¨¢gico a ese residuo hist¨®rico e irracional que es la monarqu¨ªa. Los reyes est¨¢n ligados al propio azar ov¨¢rico-seminal. Dentro de esa granja dorada de reproducci¨®n en la que viven estos privilegiados individuos, la primera labor de un monarca consiste en engendrar un pr¨ªncipe y sucesivos v¨¢stagos que aseguren el futuro de la dinast¨ªa a capricho de la gen¨¦tica. El grave problema pol¨ªtico que atraviesa la monarqu¨ªa en este pa¨ªs consiste en que no teniendo el rey ninguna responsabilidad pol¨ªtica, tiene la obligaci¨®n moral de no permitirse oficialmente la m¨¢s m¨ªnima quiebra, puesto que una esfera, si no es perfecta, deja de ser esfera. Cuando esta figura plat¨®nica, que simboliza el Estado, se corrompe, la ficci¨®n pol¨ªtica se convierte en una farsa y todo el tinglado del teatro se derrumba. En nuestro caso existe otro peligro a?adido. En medio de los esc¨¢ndalos de la Casa Real se eleva un fantasma luminoso, que se aparece cada a?o en primavera, como una flor de acacia. Hoy es 14 de abril. Puede que la Segunda Rep¨²blica, ahogada desde el principio por sus enemigos, fuera un desastre, pero todav¨ªa hoy constituye un paradigma de racionalidad, modernidad y regeneraci¨®n idealista cuya fuerza estriba en que muchos ciudadanos sin haberla vivido la han convertido en un sue?o. Monarqu¨ªa o rep¨²blica no es todav¨ªa el dilema. Antes de cambiar de caballo en mitad del r¨ªo turbulento de la crisis la opini¨®n p¨²blica exige primero que se limpien las caballerizas del monarca para que la esfera del Estado sea un espejo en el que los ciudadanos se reflejen sin avergonzarse.
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